Ya lo advirtió esta semana la vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo, Idoia Mendia: la demanda de cuidados aumentará cada vez más debido al envejecimiento de la población. Lo hizo durante el II Congreso Internacional sobre Brecha Salarial, porque conciliación y la diferencia de salario y, por consiguiente, pensiones entre hombres y mujeres son dos conceptos entrelazados, porque todavía hoy en día son las mujeres quienes siguen asumiendo en mayor medida la responsabilidad de los cuidados y, por ello, se acogen a las medidas de conciliación de forma mayoritaria.
¿Cuáles son los principales obstáculos hoy en día para conciliar?
La conciliación es un sistema que busca equilibrar el ámbito personal y profesional de manera integrada. Los obstáculos se derivan no poder compaginarlos. Hay que tener una mirada en doble dirección que permita atender las necesidades individuales, pero también tener en cuenta que las empresas tienen que cumplir unos objetivos y ser sostenibles. En ese sistema los elementos se interrelacionan y uno no funciona si el otro falla y viceversa. Es importante destacar que el ámbito personal de la conciliación va más allá de la maternidad o de la paternidad.
El envejecimiento de la población supone un reto en este ámbito. Cada vez habrá más necesidades vinculadas al cuidado de personas mayores...
De hecho, más del 80% de las necesidades están vinculadas al cuidado de personas mayores. Pero este ámbito personal abarca hasta el autocuidado porque se concilia con la vida. Incluso lo personal en sí mismo necesita sus propios equilibrios para funcionar para que no se convierta en un juego de malabares.
Son las mujeres las que siguen conciliando de forma mayoritaria hoy en día. ¿Cómo hacer para lograr un equilibrio entre hombres y mujeres?
Cada vez hay más hombres que se acogen a medidas de conciliación, pero ellas siguen dedicando más tiempo a la familia. El peso de los cuidados es un factor clave en el ámbito de la conciliación y sigue siendo soportado por las mujeres. Tenemos que elevar el término conciliación al nivel de corresponsabilidad. La responsabilidad de los cuidados es de todas las personas.
¿Cómo acogen las empresas las medidas de conciliación? ¿Sigue habiendo reticencias?
Las empresas están evolucionando sus culturas pero todavía sigue habiendo resistencias. Tradicionalmente las medidas de conciliación se abordaban desde un punto de vista cuantitativo incidiendo fundamentalmente en variables como el tiempo mediante reducciones, etc... Pero los modelos tienen que cambiar e incidir en lo cualitativo, aportando valor para cada persona en cada organización. La flexibilidad está mejor entendida y parte de la idea de que las necesidades individuales no se cubren con “café para todas las personas”. Lo que cada una necesita varía en base al contexto que vive, incluso los momentos de la vida van cambiando.
¿Hemos avanzado en los últimos años?
Claro que sí, de hecho, hay muchos movimientos e iniciativas al respecto que no dejan de explorar nuevas posibilidades. Pero a la vez queda mucho camino por recorrer. Hay que ser críticos y mantenerse muy alerta con las medidas que se implantan y sus riesgos y/o o costes. Incluso la pandemia nos enseñó que medidas que en principio se presentaban como positivas podrían tener su trampa en algunos casos. Por ejemplo el teletrabajo ha demostrado que puede suponer para las mujeres una reducción de las posibilidades de networking y un aumento de la carga en las tareas del hogar.
¿Cuáles son los principales retos en materia de conciliación en el corto-medio plazo?
En resumen, los retos van orientados a tres puntos: mucha pedagogía, regulación y compromiso para cumplirla. El cambio tiene que ser profundo y exigente. Y, sobre todo, capacidad, flexibilidad y trabajo para entender las necesidades particulares de las personas y de las empresas. Siempre con miradas en doble sentido. Todo ello para hacer de nuestro territorio un lugar mejor en el que vivir y trabajar. l