El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo hoy que seguirá impulsando la polémica reforma judicial -congelada desde fines de marzo- tras conseguir aprobar los presupuestos, lo que le da garantías para gobernar más establemente.
El Jefe de Gobierno hizo tal afirmación tras ser preguntado por un periodista local si tras validarse las cuentas de 2023 y 2024 -que se aprobaron esta madrugada en el Parlamento- reanudaría el plan de reforma de la Justicia que frenó temporalmente hace dos meses, tras verse obligado a ello por masivas protestas de los movimientos ciudadanos en contra del proyecto.
"Ya estamos en el medio, estamos tratando de llegar a un acuerdo y esperamos tener éxito", declaró Netanyahu sobre las negociaciones mediadas por el presidente israelí para alcanzar un compromiso sobre el plan entre Gobierno y partidos de la oposición.
Estas últimas, igual que los manifestantes que salen semanalmente a protestar contra el plan, creen que la reforma acabaría con la independencia de la Justicia y vaciaría de atribuciones el Tribunal Supremo, por lo que Israel perdería sus bases democráticas formales, ya que el Gobierno podría tumbar decisiones o fallos emitidos por la Corte Suprema con una mayoría mínima en el Parlamento.
Por ahora no se han anunciado avances en las conversaciones sobre la reforma entre Ejecutivo y fuerzas opositoras, entre las que hay algunas que no participan o se retiraron de la mesa de negociaciones al considerar que el Gobierno no tiene credibilidad.
"Tenemos cero confianza" en Netanyahu, reaccionó hoy el jefe de la oposición, Yair Lapid, tras las declaraciones del primer ministro.
A su vez, el líder centrista Beny Gantz aseguró que tras aprobar los presupuestos el mandatario "está ebrio de poder".
"Si se reanuda el golpe judicial, sacudiremos el país y lo paralizaremos", añadió.
Israel vive su mayor crisis constitucional desde hace décadas, en medio de una acentuada polarización entre la población del país que se ha acentuado con la tramitación del controvertido plan judicial.
El proceso hasta la aprobación de presupuestos también ha sido polémico, ya que las formaciones opositoras y los movimientos de protesta a pie de calle acusan a Netanyahu de sucumbir a la presión de sus socios, los partidos ultraortodoxos judíos, que consiguen un aumento de fondos para su sector con este plan presupuestario.