La Supercopa se puede decir que ya es una competición hecha a medida para el Athletic. Ya se juegue en el Camp Nou, en La Cartuja o en la lejana y opaca Arabia Saudí. Da igual que enfrente estén tres clubes a los que se dora la píldora cuando se trata de hacer caja. El Athletic, en cambio, va de tapadillo. A lo suyo, con su intocable filosofía como carta de presentación. Incluso, será el que menos dinero se lleve a casa aunque fuera el campeón. Ironías del fútbol negocio. Doce meses atrás, casi nadie daba un duro por el colectivo de Marcelino, que conquistó la corona tras batir al Real Madrid, primero, y al Barça, en la final. Esta noche ha sido capaz de superar al Atlético de Madrid, vigente campeón de liga, después de remontar en solo cuatro minutos un partido que parecía perdido. Y lo ha hecho a la vieja usanza, como en el siglo XX, cuando coleccionaba títulos. En este XXI, ha sumado dos coronas más, ambas en la Supercopa y el domingo puede alzarse con la tercera en caso de vencer al Madrid en una final que se presenta apasionante y en la que el Athletic está decidido a firmar otra gesta en el que históricamente ha sido su clásico. Este curso ha sucumbido en sus dos duelos ante la tropa de Ancelotti, pero en ambas ha tenido sus serias opciones de sumar. Y a la tercera puede ser la vencida. Porque la Supercopa es la nueva competición fetiche de la entidad. Quedan noventa minutos para hacer más historia.
El Athletic y el Atlético son dos equipos de autor. Marcelino y Simeone tienen en común la fidelidad con sus ideas, se mueven muy poco de las mismas y en un partido de la enjundia de una semifinal de la Supercopa no se iban a traicionar. El asturiano no lo ha hecho. Su propuesta apenas ha pillado al personal descolocado, con Zarraga, sustituto del lesionado Vencedor, como socio de Dani García en la medular y Sancet de Iñaki Williams en la punta. Se trataba de buscar con argumentos creíbles las cosquillas al sistema de tres centrales del técnico colchonero, persona non grata para los intereses athleticzales en la última década. La final de Bucarest todavía escuece en Bilbao y alrededores aunque hayan pasado casi diez años, por no decir su lamentable acción sobre Julen Guerrero en su época de futbolista. Esta noche ha tocado una especie de pequeña vendetta aunque la cita tuviera un pelín menos de pedigrí respecto a la finalísima de la Europa League. Viene bien para alimentar la autoestima de un Athletic que tuvo la virtud de castigar al Atlético con su propia medicina.
El guion estaba cantado a 6.000 kilómetros de distancia. Competir en Arabia Saudí no lo cambiaría. El tacticismo ha acaparado un primer periodo donde han pasado pocas cosas que pudieran trastocar el cerismo del marcador. Marcelino y Simeone no se iban a volver locos a la hora de asumir riesgos innecesarios, por lo que el transcurrir del duelo ha caído en una espesura que solo se aclararía en caso de que alguno de los dos equipos pudiera resolver las contadas ocasiones de que gozaran. No ha sido así. El Athletic quizá ha tenido algo más de posesión, liderado por un Muniain que ha intentado romper el muro colchonero. El capitán rojiblanco ha buscado contactar con Sancet e Iñaki Williams, y han sido estos dos los que han generado la ocasión más clara de los leones, pero el mayor de la saga no ha podido definir con un golpeo que ha solucionado Oblak. El Atlético, bien atado en corto por el Athletic, tampoco ha optado a mucho más y solo ha sacado un par de escarceos por parte de Joao Félix y Correa que no han tenido más impacto.
Los dos conjuntos han acordado un armisticio que debía romperse a vuelta de vestuarios. Ha sido así, pese a que se ha producido de una manera insospechada. Después de una hora de mucho sopor, el encuentro ha entrado en una locura futbolística en la que el Athletic, al que Oblak le privó remotar con anterioridad gracias a dos excelentes intervenciones ante Iñigo Martínez y Nico Williams, ha encontrado la joya del desierto. El rocambolesco tanto de Joao Félix, producto de un remate de cabeza que ha generado una cadena de despistes por parte de De Marcos, Yeray y Simón, ha reactivado al conjunto bilbaino y al propio Marcelino, que no ha tenido más remedido que buscar soluciones en el banquillo. Sus decisiones han sido de manual, incluso cuestionadas en caliente por parte de athleticzales a 6.000 kilómetros de distancia, sobre todo en el caso de Sancet, que había competido a un buen nivel. Las irrupciones de Vesga, Raúl García y, sobre todo, de Nico Williams han sido determinantes para explicar la remontada. Poco después, ha llegado el regreso de Berchiche, ausente nueve meses, lo que dura un embarazo. Y el empuje final ha permitido dar a luz una remontada épica gracias a los goles de Yeray y del menor de los Williams, un valor que tiene pinta de marcar época en el club, en sendas acciones a balón parado. Y el Real Madrid toma nota.
Ficha Técnica:
ATLÉTICO DE MADRID: Oblak; Llorente (Min. 46; Lodi), Vrsaljko, Giménez, Hermoso, Carrasco; Koke (Min. 84, Herrera), Kondogbia (Min. 51, De Paul), Lemar (Min. Cunha); Correa (Min. 71, Luis Suárez)y Joao Félix.
ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos, Yeray, Iñigo Martínez, Balenziaga (Min. 75, Berchiche); Berenguer (Min. 70, Nico Williams), Zarraga (Min. 70, Vesga), Dani García, Muniain; Sancet (Min. 709, Raúl García) e Iñaki Williams.
Goles: 1-0: Min. 62; Joao Félix. 1-1: Min. 77; Yeray. 1-2: Min. 81; Nico Williams.
Árbitro: Cuadra Fernández (Comité Balear). Expulsó con roja directa a Giménez (Min. 93), por el Atlético de Madrid; y amonestó a Iñigo Martínez (Min. 83), Vesga (Min. 90) e Iñaki Williams (Min. 91) , por el Athletic.
Incidencias: Partido correspondiente a la segunda semifinal de la Supercopa disputado en el King Fahd Stadium ante poco más de 10.000 espectadores.