En realidad, en los fondos que custodia el Museo de Bellas Artes de Álava se pueden encontrar no pocas rarezas que, tal vez, no responden de manera taxativa a los principios de su colección, pero que ahí están y aportan unas singularidades especiales. Una de esas rara avis es la presencia del pintor ruso Nicolas Tarkhoff.
No es la primera vez que el espacio comparte con el público alguna de las pinturas que de él posee en su colección, aunque hasta ahora no se habían mostrado las ocho de manera conjunta. Desde esta semana hasta el 15 de octubre, a eso se le está poniendo remedio con una muestra con la que también se quiere difundir la figura de un creador que aunque murió en la miseria, tuvo un papel más que destacado en la escena artística de principios del siglo XX.
Estas obras son propiedad de la Diputación Foral de Álava desde 1995, cuando la institución recibió una dación por parte del Grupo Tubacex de Llodio con el objetivo de cumplir con una deuda fiscal existente en ese momento. Las pinturas habían sido adquiridas de manera previa por la firma al empresario y coleccionista Oscar Ghez, quien las había comprado de manera directa a los descendientes del artista.
De Rusia a Francia
Nicolás Tarkhoff nació en Moscú en 1871 y en 1898 se instala en París. Realiza un periodo de formación que compagina con el estudio de los trabajos de Van Gogh, Gauguin y Cezanne, artistas que le entusiasman. La obra de Tarkhoff se mantuvo siempre fiel a la estética impresionista y postimpresionista durante toda su trayectoria.
En sus primeros años franceses trabaja sobre asuntos parisinos, sus calles, mercados, bulevares o las vistas del Sena. Durante esta época, está muy activo y presente en las principales exposiciones colectivas de París, otras ciudades europeas y Rusia, con exposiciones en Moscú y San Petersburgo.
Tras su matrimonio en 1905, se produce una variación significativa en los temas de sus obras, derivando hacia otros más íntimos, como flores y bodegones. A partir del nacimiento de sus hijos, las escenas familiares cobran una gran importancia.
Deja París para instalarse en la localidad de Orsay en 1911. El cambio supone un acercamiento a la naturaleza, pero también el aislamiento de los círculos artísticos y comerciales que dificultan todavía más su situación económica y social.
Nicolás Tarkhoff falleció en 1930 en la más absoluta pobreza. Tuvieron que pasar más de 30 años hasta que la figura de este autor fuera redescubierta en los años 60 por algunos coleccionistas.