Sal, harina, aceite de oliva, galletas, café y pan de molde son productos que la marca Carrefour incluye en su cesta de la compra promocional de 30 euros. También guisantes, caldo de pollo, conservas de maíz dulce, pimientos del piquillo, champiñones laminados y albóndigas en salsa. Asimismo, la lista ofrece pan de hamburguesa, té de limón, zumo de naranja, limón y zanahoria, vinagre, café molido, cereales de maíz, de mermelada de melocotón y chocolate blanco. Y dentro de los productos no alimenticios: papel higiénico, detergente, lavavajillas, lejía perfumada, limpiacristales, dentífrico, compresas y gel de ducha.
Ni pan de cereales ni carnes ni pescados ni hortalizas ni verduras ni huevos ni fruta aparecen en la oferta planteada por la firma gala a propuesta del Gobierno español.
Preguntados varios tenderos que atienden a los gasteiztarras tras los mostradores de mercados de barrio de Vitoria, como Gasteiz o Coronación, su escepticismo ante medidas de este tipo es claro. Concluyen que es imposible llenar una cesta de alimentos frescos por 30 euros; es inviable controlar o poner un tope a los precios, iniciativas así no sirven para nada, son una cortina de humo y no solucionan el problema de raíz. Además, en la medida en que benefician a las grandes marcas, perjudican al pequeño comercio. “Nos matan”.
En la pescadería
En la pescadería del mercado Gasteiz, Lourdes y Olga opinan que a las familias “nos engañan como a chinos”. La merluza y el bacalao son los pescados que más se han encarecido; por contra, ninguno ha bajado, aunque “hay peces que están muy bien de precio y, sin embargo, no se venden tanto porque la gente se acostumbra a comer un pescado y no cambia por mucho que le invites a probar otro”, apuntan. Sí que detectan que “la clientela mira ahora un poco más el precio y compra lo básico, menos cantidad”.
Llenar una cesta de la compra con alimentos frescos a 30 euros lo ven imposible. “Ellos podrán llenar la cesta de la compra a 30 euros porque no van al mercado”, dicen refiriéndose a los políticos. “Es imposible y lo de limitar los precios es una tontería, una cortina de humo, como cuando dices: yo al coche siempre le echo 50 euros de gasolina”. Además de pescateras son consumidoras: “A cinco euros está el kilo de alubia verde, pero solo con verdura no comes; luego tienes que comprar el segundo plato y la fruta; al final, siempre pagamos los mismos, tenemos que restringirnos los mismos, nos engañan diciendo ahora baja dos céntimos la gasolina, pero no baja nada; al contrario, todo sube de precio”, opinan.
Explican que los precios llevan cinco años subiendo, no unos meses como quieren hacer ver, lo que ocurre es que “con esto del covid, todos hemos cerrado los ojos”, apuntan.
“Cuando les interesa vender producto fresco, te invaden a publicidad sobre lo sano que es, pero si no les interesa, todos a comer congelado, que es muy bueno, despreciando los alimentos frescos y al pequeño comercio; no adoptan políticas para solucionar el problema de raíz, le dan la vuelta cincuenta veces, pero el problema sigue estando ahí”, censuran las pescateras.
Recuerdan Olga y Lourdes lo que todos los años ocurre cuando se acerca la Navidad. “Llaman a comprar el marisco tres meses antes escudándose en que si no está carísimo cuando nosotras vendemos producto fresco de Ondarroa a cinco euros más el kilo, no más, sin embargo quieren dar esa otra imagen de percebes a 200 euros cuando aquí vendemos gallego y a 70 euros, les interesa que ese producto se adquiera tres meses antes y ya está, una engañufla”, critican.
Fruta y verdura por las nubes
Jason se hizo cargo en junio de la frutería de este mercado de barrio; asegura que le va muy bien y está encantado con el movimiento diario de clientes, lo que no quita para que reconozca que “está todo muy caro; ahora estamos con la fruta de verano y en comparación con el año pasado, todo ha subido al menos un euro; los melocotones están por las nubes, a 4,5 euros el kilo, cuando en junio estaban a 3,25 y el año pasado más baratos; pasa igual con las nectarinas, los paraguayos... Y la verdura es una pasada, la alubia verde está carísima, a cinco euros el kilo y las he tenido incluso a ocho, eso sí, con un margen de beneficio que es para reírse, traes producto para cumplir, por decir que tienes, pero, si a mí me cuesta a seis euros, ¿qué la tengo que vender, a nueve? Pues nadie va a comprar, tengo que bajar el precio y, por lo tanto, el margen de beneficio”, explica.
“Las grandes cadenas siempre se llevan por delante al comercio local porque compran al por mayor, no les tendrían que dejar instalarse al lado de los pequeños comercios”, piensa.
Entonces, si el productor no gana y el frutero tampoco, ¿quién se lleva las ganancias de la subida de precios? “Se va en impuestos”, tiene claro Jason, quien tampoco ve viable llenar una cesta de la compra con alimentos frescos a 30 euros. “En casa somos cinco y no es lo mismo comprar ahora que tiempo atrás”, lamenta. Así las cosas, claro que su clientela se queja, pero “si considera que es género de calidad, que merece la pena, compra, porque sabe que a precio también puede ir a otros establecimientos más baratos, pero luego compara y...”, añade.
En charcutería, lo nunca visto
La historia se repite en la pollería y charcutería en la que también venden huevos, otro alimento básico por las nubes. Mirari y Allende llevan años atendiendo con esmero a los compradores de la zona de la Avenida Gasteiz y aseguran que nunca han conocido una situación como la de ahora. “Es como volver al racionamiento, todos estamos con miedo, da una sensación...”, dicen.
Ratifican que “han subido muchísimo los precios, el pollo no tanto en su puesto, lo que más el embutido, cinco o seis euros más, sobre todo el producto ibérico, y los huevos”, enumeran. ¿Bajar? “Ningún alimento ha bajado de precio. Ya se queja la gente, a veces, pero en esta zona de Gasteiz se nota que el poder adquisitivo es mayor y, pese a todo, siguen comprando más o menos lo mismo; vendemos bien”, corroboran. Sin embargo, las persianas de muchos de los puestos se han cerrado definitivamente. “Los mayores se jubilan y los jóvenes no quieren seguir con estos negocios”, achacan.
¿Una cesta de la compra por 30 euros con alimentos frescos? “Chorradas, imposible en el caso de una familia con hijos; además, medidas así perjudican al pequeño comercio, por el que nunca miran, siempre ayudan a las medianas y grandes superficies o marcas, alguna vez podían adoptar políticas que también nos permitieran a nosotros tener ofertas porque el tendero sube los precios porque a él también se los sube el mayorista”, indican.
Cuando Mirari y Allende hacen la compra, al igual que el resto de los mortales, piensan “¡madre mía! Todo, todo ha subido: alimentación, energía, combustible, todo menos los sueldos, nos hacen cada vez más pobres y si de comer no te puedes quitar, pues de otro lado habrá que reducir gastos”, piensan. Además, les llama la atención la frecuencia con la que ahora suben los precios, en un mes o de un día para otro. “Los huevos llevan ya dos subidas de precio en un par de meses; la docena está hoy 2,9 euros, sin ser el más caro, que es el campero; el más barato, a 2,56”, subrayan.
Más pollo y cerdo
Nos trasladamos a comprar la carne al mercado de Coronación y allí atiende Floren entre una multitud de clientes que se aprovisionan de alimentos a primera hora de la mañana. “No nos podemos quejar, el mercado funciona bien”, asiente. Eso sí, cada semana o dos semanas suben lo precios entre diez y veinte céntimos. “Eso no pasaba antes; es más, normalmente, a la vuelta de las vacaciones bajaban algo”, apunta el carnicero.
“Lo que más ha subido es la carne de ternera, 30 céntimos; el pollo 15 y el conejo, solo de ayer a hoy 35 céntimos”, se asombra. “Lo que más se consume es pollo, después cerdo, ternera menos porque está más cara. Al final, las familias hacen el cálculo de cuánto se pueden gastar al mes y compran menos cantidad; miran más el bolsillo”, reconoce. “Ya hay algún cliente que otro que se queja, pero en general, entienden que es lo que hay y que todo está subiendo de precio”, se resigna. Y más que va a subir –advierte–, caso de la ternera. “Los ganaderos están perdiendo mucho dinero porque les han subido el pienso o la luz y muchos ya no aguantan más, están pensando incluso en dejar las explotaciones; las primeras medidas que el Gobierno debería tomar tendrían que ir dirigidas a los productores para atajar el problema desde la base, para que los ganaderos puedan aguantar”, opina. A su vez, siente que se discrimina al pequeño comercio, ya que las grandes cadenas pueden comprar más barato al hacer pedidos mayores. Pese a todas las dificultades, Floren mantiene la sonrisa detrás del mostrador y, de vez en cuando, se permite algún reclamo que otro, como la oferta de chuletillas a 12,99 euros cuando su precio es de 14,99 euros.