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No hay mejor impulso que puntuar (1-1)

Una Real que completó una buena primera parte y se puso por delante gracias a un gol de Barrene, suma un buen punto a pesar de sus regalos al Niza
Los jugadores realistas celebran el gol marcado por Barrenetxea al Niza. / EFE/SEBASTIEN NOGIER
Los jugadores realistas celebran el gol marcado por Barrenetxea al Niza. / EFE/SEBASTIEN NOGIER

La Real sumó un buen punto en su estreno europeo. Lo hizo en un partido meritorio, en el que protagonizó una buena primera mitad, pero en la que los fallos individuales acabaron condenándole a un empate que debe valorar bastante por cómo se produjo, por cómo lo consiguió y porque Remiro le salvó al detener un penalti en la segunda mitad en la que los locales fueron netamente superiores

La Real sumó un buen punto en su estreno europeo. Lo hizo en un partido meritorio, en el que protagonizó una buena primera mitad, pero en la que los fallos individuales acabaron condenándole a un empate que debe valorar bastante por cómo se produjo, por cómo lo consiguió y porque Remiro le salvó al detener un penalti en la segunda mitad en la que los locales fueron netamente superiores.

Nueve canteranos en el once

Mientras le duró la gasolina, los realistas estuvieron muy metidos en el encuentro trataron de tú a tú a los titulares del Niza con un once plagado de canteranos. Lo malo es que, en su camino de recuperación, volvieron a conceder dos regalos que no tienen cabida en el fútbol de elite. Un mal despeje de Aihen acabó en un empate en el descuento del primer acto que cambió por completo el rumbo del encuentro y un agarrón infantil e inadmisible de Pacheco provocó una pena máxima que estuvo a punto de otorgarle la victoria a los locales.

En el capítulo de buenas noticias, un estreno como titular que se recordará durante mucho tiempo en una nueva promesa que apunta a ser un central de época. Jon Martín se mostró infranqueable actuando de líbero. Portentoso por arriba y por abajo y con un descaro fuera de lo normal con el balón en los pies. Y la vuelta de Brais permite entrar al equipo en una nueva dimensión más reconocible y competitiva. El gallego fue el faro que necesitaba la Real para encontrar la pausa y demostrar el talento que posee su ofensiva. Barenetxea, que se lesionó de nuevo, puso por delante a los vascos tras una buena combinación con el de Mos y Rosario selló el empate.

Manual de supervivencia a una crisis de inicio. Nuevo capítulo: estreno en Europa con un once revolucionario en el que Imanol introdujo ocho cambios respecto al equipo que empató en Valladolid para un total de nueve canteranos, más Remiro y BraisOdriozola y Aihen en los carriles, con Jon Martín (sin duda la mayor sorpresa) junto a Zubeldia y Pacheco. Una zaga completa made in Zubieta. Un centro del campo formado por Zubimendi (este no descansa nunca), Brais y Pablo Marín (la otra gran novedad) y una delantera compuesta por Barrenetxea Oyarzabal. Era curioso ver el banquillo con siete incorporaciones, ocho si se cuenta a Aramburu.

Bueno, al margen de gustos y de que cada uno lleva un entrenador dentro, tópico al que recurrió Imanol en la víspera, cuando se anunció el nuevo formato y se conoció el sorteo, la mayoría pensó que en esta edición lo ideal era competir rotando bastante porque había margen para sufrir más tropiezos que con el anterior de los grupos de cuatro. "A algunos les parecerán muchos cambios y a algunos pocos", afirmó también el técnico. A priori la apuesta era arriesgada, con un canterano, la gran perla de Zubieta, que se estrenaba en el once y otro que llevaba sin ser titular desde febrero de 2023 y que no disputó ningún minuto la temporada pasada.

El plan de Imanol

Imanol tenía un plan. No estaba tirando el partido para pensar en ganar de forma ineludible al Valencia. El técnico apostó por un 5-3-2, con los carrileros muy largos hasta el punto de que muchas veces se convertían en extremos. Incluso Odriozola, que protagonizó una primera parte magnífica plena de fuerza, valentía y pundonor, no tenía problemas en colocarse de 9 en varios ataques buscando un pase en profundidad.

El equipo txuri-urdin completó unos buenos 45 minutos con un solo fallo, las pérdidas de balón en posiciones bastante comprometidas. Las ocasiones del Niza llegaron tras recuperaciones gracias a la buena presión local. En cambio, los realistas generaron peligro en sus rápidas contras, en las que salían disparados sin mirar atrás.

A los dos minutos, Moukoko rozó el tanto con un disparo demasiado cruzado tras una buena conducción de Guessand cuando todavía se estaba tratando de ubicar la Real en su nuevo dibujo. Brais, que dio sentido a todo, asistió de forma maravillosa a Oyarzabal, pero este falló en un control relativamente sencillo que le iba a permitir plantarse solo ante el meta. Segundos después, un centro de Aihen lo cabeceó como pudo Odriozola detuvo Bulka. Este fue el mejor resumen de la idea de Imanol: centró un lateral y remató el otro. 

Barrene rompe la sequía

Barrene, que había arrancado perezoso y despistado, despertó en una buena acción en la que combinó bien con el 10 y que finalizó Marín con un chut que desvió la defensa a córner. En el 17', en una contra tras robo de Brais, Barrene la convirtió en gol. 432 minutos después, la Real veía puerta. 

Aihen perdió un balón que no era el primero; y Moukoko no llegó a volear en un posición muy forzada. En la jugada siguiente, un extraordinario pase de Barrenetxea no lo pudo convertir en el 0-2 Oyarzabal al repeler su disparo un zaguero. Con el partido controlado por la Real, ya en el descuento, Rosario empató tras otro error grosero de Aihen. 

Penaltito de Pacheco

Una pena la verdad porque el partido cambió de decorado por completo en la reanudación. Los jugadores de la Real ya no tenían piernas para afrontar carreras tan largas y empezaron a perder balones uno tras otro. Por si fuera poco, el colegiado danés pitó un penaltito en un claro agarrón como los que hay muchos imperdonables de Pacheco. Remiro calló la boca a sus críticos con una buena intervención abajo junto al palo. Los cambios no mejoraron mucho a un equipo que sufrió para mantener el punto hasta los últimos diez minutos cuando Aramburu Marín remataron sin encontrar portería. Ndayishimiye desperdició las dos últimas oportunidades locales con sendos chuts peligrosos. Uno lo detuvo el de Cascante y el segundo se marchó fuera.

Un punto...

Algo es algo. Hubiese sido duro regresar a Donostia compuesto sin puntos, pero la Real supo sufrir después de alimentar las esperanzas de una vida mejor con varios ataques de mérito y valor, sobre todo en la primera parte. Tras encontrar por fin el tesoro de volver a ver portería, ahora le queda la misión más importante y exigente, hallar el ansiado punto de inflexión que nos permita creer en que hay algo bueno por llegar...

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2024-09-26T08:18:18+02:00
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