No me llames iluso...

En este punto de la temporada la ilusión por reeditar una final copera vasca se ha desatado

Ojo, no suele recomendarse aquello de vender la piel del oso antes de cazarlo pero ya se imaginan como nos las gastamos los apasionados del fútbol, ese terreno donde no existen los grises: o estás desencantado o te subes al carro de la euforia desmedida. Ser un forofo no entiende de medias tintas, o estás on o estás off con tu equipo y ahora toca modo "dedo para arriba" que diría José Manuel Monje.

Tanto Real Sociedad como Athletic afrontan la vuelta de semifinales con una carga de ilusión y unas expectativas difíciles de disimular aunque sean situaciones afortunadamente repetidas en los últimos tiempos. Estas eliminatorias definitivas se presentan ligeramente decantadas a su favor, sin embargo, a estas alturas de la competición y con un premio tan grande en juego no deberíamos echar las campanas al vuelo. Los rivales no van a claudicar fácilmente, siguen teniendo sus opciones y también quieren tomarse la última copa.

El sueño sigue muy vivo y el fútbol les debe el poder reeditar una final vasca con público. Ambos territorios están tremendamente excitados con esa posibilidad. Nos pone mucho vivir esa batalla sevillana con miles de camisetas blanquiazules y rojiblancas tiñendo de ikurriñas la capital hispalense. Otra batalla épica en la que mostrar esa rivalidad, tensa, revanchista y recrudecida en los últimos tiempos pero que aun así es mucho mas sana de lo que se proyecta en otros derbis ibéricos.

Si pudiera elegir, yo firmaría una nueva final euskaldun. Ya tuvimos una en tiempos pandémicos que se llevó a sus vitrinas la Real. Pero sinceramente, a todos (los campeones y los que hincaron la rodilla) nos pareció un simulacro de partido, a puerta cerrada, sin ese público con el que poder compartir el éxtasis del triunfo o el consuelo en la derrota más dolorosa.

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14/02/2024