Política

“No se debe favorecer la gobernabilidad solo con una amnistía que puede ser una trampa”

“No se debe favorecer la gobernabilidad solo con una amnistía que puede ser una trampa”

Donostia – La Diada llega este año en plena travesía del desierto del procés, diezmado por la división partidista y la desazón social, pero inmersa en las negociaciones para gestar un Gobierno del Estado donde las fuerzas soberanistas son imprescindibles para la continuidad del bloque de progreso encabezado por Pedro Sánchez. La Assemblea Nacional Catalana (ANC), que también ha sorteado dificultades internas, emplaza a no dejarse seducir por cantos de sirena, y ese será su mensaje el día 11. “No puede haber pacto que no pase por el referéndum”, asiente su presidenta, Dolors Feliu (Roda de Ter, 17-VII-1964). Y más tras el “fracaso” del diálogo de la legislatura pasada con una mesa como herramienta, por lo que “hace falta que la ciudadanía coja las riendas y vuelva a la confrontación”.

No llega el independentismo a la próxima Diada en su mejor momento, ni electoral ni de cohesión.

—Pero llega en un momento importante donde las fuerzas independentistas que están en el Congreso resultan decisivas para la formación de un Gobierno en Madrid. Y eso despierta asuntos como el de la amnistía y el de la autodeterminación. Veremos si aguantan para ser firmes y no aparcar la independencia. Nosotros queremos trasladar en la Diada el mensaje de que no queremos rebajas, ni que se prime la gobernabilidad del Estado español. Aprovechando la presidencia española de la Unión Europa queremos también también lanzar un grito a Europa de que hasta que no se reconozca nuestro derecho a la autodeterminación no habrá una verdadera Europa democrática.

Se acusa a la ANC de haber girado con los años a posiciones maximalistas. ¿Temen que las negociaciones con el Estado sirvan solo para responder a las necesidades de los partidos independentistas?

—Es uno de nuestros grandes miedos. Encima de la mesa está el tema de la amnistía y, tal como se ha venido pronunciando el Gobierno del Estado, parece que solo se plantea a través de acabar con ciertos aspectos de algunos represaliados, y de paso amnistiar a gente como guardias civiles y policías nacionales que atacaron y pegaron a la población. Y lo usan para intentar poner punto y final al conflicto –como ellos lo llaman– catalán aunque sin abordar el fondo. Las consecuencias del conflicto ha sido la represión pero la causa de este procés para la independencia es la vía democrática que nos ha sido negada. No puede existir una amnistía real sin el reconocimiento de esta vía del 1 de octubre. Han llegado a hablar de perdón cuando no hay nada que perdonar. Buscan poner punto y final a la reivindicación independentista, y eso es inaceptable. No se debe favorecer la gobernabilidad de España a partir de trampas como las que se pretenden.

Habla usted de no caer en la tentación de aceptar “migajas”.

—Reivindicaciones como la financiación, Rodalies, etc, llevan encima de la mesa un montón de años y ahora volverán a ser promesas incumplidas como lo son desde finales de los setenta. Se ha incumplido sistemáticamente por parte de todos los Gobiernos del Estado de todos los colores. Esta pantalla Catalunya ya la ha pasado. El 1 de octubre de 2017 salimos a la calle a pedir la independencia y, aunque no se ha conseguido, sí que nos hallamos con otros parámetros mentales y en cuanto a nuestras voluntades.

¿Esa amnistía resulta insuficiente?

—Algunas fuerzas ya han dicho que quieren ver acciones tangibles, pero lo que debe haber son acciones tangibles hacia la independencia, y que esa amnistía no solape y entierre esa otra reivindicación. Lo vemos difícil porque el marco jurídico actual de Estado español en cuanto al referéndum está absolutamente cerrado tanto por el Tribunal Constitucional (TC) como por el Tribunal Supremo (TS). Y no vale con una promesa que al siguiente día se incumpla por inconstitucional, por un recurso de la derecha al TC, o una inadmisión de la Mesa como pasó con la propuesta de la Ley de Amnistía que se hizo en 2021. En cambio, vemos un discurso peligroso de hacer borrón y cuenta nueva con la amnistía con casos ya cerrados, y con un nuevo ejercicio de represión como ha pasado con la Vuelta a España, donde se ha detenido a gente, mientras que acciones mucho más contundentes en el Tour no sufrieron esta respuesta de carga punitiva penal hacia nuestros activistas. Por eso, insisto, no caigamos en algo que puede ser una trampa, de ahí que el grito será salir a la calle para decirles a los partidos que “ningún acuerdo es posible sin independencia”.

Tras el distanciamiento con Esquerra por su apuesta pragmática, ¿la ANC cree que Junts puede caer en el mismo error visto lo que ha sucedido con el acuerdo para la confección de la Mesa del Congreso?

—Esto es evidentemente una preocupación. Ahora bien, quienes se han pronunciado todos estos últimos días respecto a las negociaciones y sobre la amnistía han sido principalmente los miembros de Sumar y del Gobierno del Estado, mientras que Junts ha guardado silencio y ha puesto en la palestra el tema de la independencia (incluso Carles Puigdemont ha negado que haya abiertas negociaciones). Así que estamos expectantes para ver cuál será su reacción y su pronunciamiento definitivo. Pero sí, nos preocupa. Porque se habla mucho de negociar pero sin el referéndum.

La anterior Diada precedió a la ruptura de los socios del Govern y este año el Ejecutivo catalán ha adelantado que sí estará presente porque observa “otro clima”.

—Se están manifestando con ambigüedad, de si vendrá o no el president. Nosotros estamos centrados en lo que estamos, y somos y seremos siempre críticos con aquellos pasos que nos alejen de la independencia, los den quienes los den. Somos respetuosos con las personas pero críticos con las estrategias que no van a ninguna parte, y a veces gusta y otras no. Nuestro deber es ser sinceros como organización y captar el sentir de los independentistas. Lo demás es secundario.

A tenor de lo que está ocurriendo en Baleares o la Comunitat Valenciana, ¿cree un avance el impulso a las lenguas cooficiales que parece querer dar la nueva presidenta del Congreso, Francina Armengol?

—El catalán es muy importante para nuestras vidas, nuestra identidad y nuestro sentimiento de nación y de pueblo. Una lengua define una forma de pensar y de ver el mundo. Entendemos el respeto de cada pueblo a la suya propia. Dicho esto, es verdad que estamos convencidos de que hasta que no tengamos un Estado independiente que le dé a la lengua catalana todo el soporte legal y social que necesita, pues habrá problemas. Es importante hablar catalán en todas partes, en el Congreso y en Europa. Pero no estamos luchando para hablar catalán en la Cámara baja. No se trata de hacer un guiño y ya está. Va en contra de toda lógica y del principio de representatividad que no se pueda hablar en el idioma de un representante en el propio Estado donde ahora está. Nos sorprende que Armengol diga desde su primer día que ahora sí se puede cuando siempre se había dicho que no era posible o te echaban el alto. Esto no es suficiente para alcanzar acuerdos de gobernabilidad.

Tampoco se augura el mejor de los recorridos para una comisión que investigue el ‘caso Pegasus’. Probablemente acabe, como dijo alguien, en la papelera de la historia.

—El hecho de que todavía la Ley de Secretos Oficiales y el CNI permite muy poca información, pues ya se vio cómo puede ir la cosa. Además, hasta se ha hablado de que esta amnistía afecte también al Pegasus, que ha sido un atentado al derecho a la intimidad, a la libertad de expresión, de comunicación, de tanta gente, solo por su ideología, y de tanta otra de la que seguro no sabemos.

¿A qué atribuyen el descenso electoral de las formaciones independentistas en las dos últimas citas?

—En los actos de las Assemblea Nacional Catalana oyes con mucha frecuencia a gente que te dice que no sabe a quién votar porque los partidos no tienen una estrategia. Esta falta de proyecto desde 2017 ha desmoralizado a la ciudadanía, que hasta ahora se sostenía con la lucha por la gente encarcelada y por los exiliados y represaliados. Pero llega un momento en que la ausencia de hoja de ruta mina el voto independentista y es voto que se va a la abstención. Pasó en las municipales y en las generales. Este es el reto de los partidos independentistas, construir un proyecto para hacer efectiva la independencia. Hasta que no lo hagan no habrá recuperación de este espacio. Las próximas elecciones a la Generalitat serían como muy tarde en febrero de 2025 y ahora el Ejecutivo de Pere Aragonès está sustentado en muy pocos diputados.

¿Son necesarias nuevas caras, otras sinergias, a modo de revulsivo? ¿Es factible un espacio a partir de una lista cívica liderada por la ANC?

—Este es el tema. Estamos precisamente en el momento en que los partidos independentistas tienen que definirse y decir cuál es su apuesta real. Si no, la ciudadanía responderá a ese comportamiento y si no hay claridad tendrá todo el sentido del mundo que la ANC impulse esta lista cívica para presentar un proyecto claro para hacer realidad esa independencia.

¿Se mantendrá vigente el próximo lunes 11 la pulsión de la calle?

—Nosotros hemos hecho una llamada a la ciudadanía porque es un instante crucial, que se vea que no nos vamos a dar por vencidos ni a bajar los brazos, ni que lo vamos a dejar en manos de políticos o de conformarnos con que acabe momentáneamente la represión para luego olvidar. Es de nuevo la hora de poner la independencia en el centro de las demandas y de hacer constatar claramente que independencia o nada.

¿Cómo han diseñado la marcha?

—Bajo el lema Via Fora! (lema medieval que llama a salir a la calle a defender al país y luchar por su libertad), escenificaremos cuatro columnas con mucho contenido. Una saldrá de una escuela (Escola Proa) que impartió catalán a lo largo del franquismo (columna cultura y lengua); otra se llamará País, y saldrá de la estación de Sants para reivindicar todo lo relacionado con las infraestructuras y lo social; una tercera partirá de la Ciudad de la Justicia, para reflejar la lucha contra la represión; y una cuarta saldrá de la delegación de Hacienda para reclamar la soberanía financiera y de país. Todas ellas confluirán en la Plaza Primero de Octubre, que hasta ahora se llamaba Plaza España, y a la que rebautizamos para simbolizar la ocupación de un espacio que tiene que ser nuestro. Con idea de interpelar de forma directa a Europa, para las camisetas de este año se han escogido los colores de la bandera de la UE: amarillo y azul. Queremos levantar la voz para hacer llegar a Europa que Catalunya es una nación no reconocida dentro del Estado español y reprimida, y que luchamos en paz, con herramientas democráticas.

05/09/2023