El escritor y periodista de Deia Igor G. Vico (Santurtzi, 2 de agosto de 1986) nos espera este miércoles en el Palacio Casa Torre de Santurtzi a partir de las 19.00 horas para presentar Trato hecho, un thriller sin medias tintas que llega directo al tuétano en el que nada queda en manos del azar.
Una parte de esta nueva novela se ambienta en navidades, casi en las mismas fechas en las que va a presentarse su novela. ¿Ha sido algo fortuito?
Las dos anteriores novelas las lancé en noviembre, y me parecía una buena época. No está todo programado por eso, pero es cierto que una parte de la novela transcurre en navidades.
Además de unos personajes complejos, es una historia que nos hace viajar. Arrancamos en Argentina, nos vamos de vuelta a Bilbao, luego China... Además de por supuesto Bilbao, ¿estos lugares tienen algún significado para usted, como autor y como persona?
No. En Argentina empecé no sabría decir el porqué. Realmente la novela empezó porque estaba jugando con el teclado. Me dio por ponerme a escribir, salieron las primeras cuatro frases y a partir de ahí empecé a desarrollar el tema. No tiene nada excepcional que sea en este caso en Argentina. Lo de China sí que tiene una relación con la trama de la novela. En un principio ni imaginaba adónde iba a ir la historia.
O sea que a usted la denominación de autor brújula se le ajusta como anillo al dedo.
Sí, generalmente suelo tener una idea de cuál es el inicio, cuál va a ser el final y el personaje o personajes principales, más o menos tengo clara su personalidad. En este caso tenía claras partes de la trama, no toda al completo.
Tuvimos como primera incursión en la literatura La niña de las sienes plateadas. En La experiencia Diamond profundizó en los más bajos instintos del ser humano. ¿Esta diría que es su novela más dura en cuanto a temática y trasfondo?
No sabría decir. La anterior también era muy bestia (risas). Igual más macarra. Esta igual tiene un toque más gamberro, porque yo he intentado en algunos momentos utilizar escenas realmente ridículas para intentar sacar una sonrisa al lector. Pero sí, las dos últimas novelas que he hecho son muy extremas. No sabría decir si esta es la más extrema de las dos, pero sí podría decir que tiene pasajes que son bastante salvajes. Pero diría que la anterior igual lo salvaje estaba más canalizado por la propia historia, pero en este es más orgánico. Diría que es mejor que las anteriores porque está todo más calculado en cuanto a dónde no tiene que haber una escena de violencia porque sí, que sea por una razón. Aunque es cierto que hay escenas que son bastante gores, pero yo creo que la anterior era más gore.
Ya cuando presentó La experiencia Diamond decía que le gusta que sus historias incomoden. ¿Por qué cree que incomodan ciertos temas?
Pues porque a veces no estamos preparados para ello. Pasa con el protagonista de esta novela y de la anterior, que yo he intentado utilizar personajes que están en un extremo en cuanto a la moralidad o la ética fuera de todos los cánones a los que estamos acostumbrados con la intención de que el lector se pueda sentir representado en una persona que es despreciable, para después hacer lectura de que en el fondo todos somos tan despreciables como esas personas amorales. Me gusta incomodar también porque creo que lo que hacemos tiene que causar cierto sentimiento en la gente, que no lo leas y cuando lo acabes te olvides de ello, que te genere algo, que saque algo de dentro. E incomodar igual es mi marca, no lo sé (risas).
Yo le voy a pedir que se moje. Si Alfa, el protagonista de su nueva novela, fuera real, ¿llegarían a ser amigos?
No. Entiendo que no. Es una persona que quiero creer que es opuesta a mí. Todos tenemos un poco de esa falta de moralidad, pero luego también hay que ver que Alfa es un ser despreciable pero también es un hombre muy desgraciado. Pero entiendo que no podría ser su amigo. Es una persona despreciable que no me gustaría tener por lo menos en mi entorno cercano.