Con el fin del verano llega también el final de las vacaciones –al menos para algunos– y la vuelta a la rutina y al trabajo. Y es precisamente esta vuelta a la rutina la que puede provocarnos lo que se conoce como síndrome o estrés posvacacional.
DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha consultado a varios psicólogos gasteiztarras para conocer mejor a qué señales debemos estar atentos para detectar este estrés que ya adelantan que "no constituye una enfermedad". Es, según el especialista Aitor Salazar, el conjunto de síntomas que puede padecer un trabajador al reincorporarse a su puesto de trabajo. Esos síntomas pueden caracterizarse por el cansancio generalizado, dolores musculares, alteración del sueño y apetito, falta de motivación, tristeza e irritabilidad, y Salazar añade que "según los estudios existentes, entre el 30-40% de los trabajadores remiten haber sufrido este síndrome".
Sobre este estrés posvacacional, el psiquiatra, psicoterapeuta, psicodramatista y miembro de la cooperativa de salud Ediren, Enrique Saracho, matiza que "últimamente tenemos la moda de ponerle nombre a todo y patologizar cosas que son normales". Si últimamente se habla cada vez más del estrés posvacacional es, según Saracho, porque los síntomas están adquiriendo "una cierta intensidad". En eso influye "la coyuntura actual, en la que el mundo laboral está más presionado".
Con esta percepción coincide la también psicóloga Irene Solano, que afirma que "el de estrés o síndrome posvacacional hace referencia a un proceso de estrés tras las vacaciones, que es un término surgido de manera popular, pero es una entidad que no está aceptada ni recogida en las principales clasificaciones internacionales de trastornos mentales. Para muchos autores es una situación transitoria y en cierto punto esperable".
Saracho añade además que cuando se habla de estrés posvacacional se habla de una serie de síntomas, como analizaba anteriormente Salazar, que se presentan en unas personas en los primeros días después de incorporarse al trabajo. "Estamos hablando de falta de energía, cansancio...", señala.
Además, todo suma. "Aunque no podemos patologizar algo que es una adaptación a un cambio de ritmo", reseña este psiquiatra, porque "está claro que las personas más vulnerables o que tienen enfermedades previas lo van a vivir de una forma más acusada". Estos síntomas no duran más de diez días, aunque Salazar y Solano añaden que todo depende también del tiempo que hayamos estado de vacaciones y de hasta qué punto hayamos desconectado en ese periodo. En ese sentido, Aitor Salazar matiza que "si nosotros percibimos nuestro trabajo como algo desagradable, tendremos más tendencia a sufrir este síndrome. Será esta percepción y la actitud al afrontar el trabajo las que construirán o no este síndrome y las que marcarán la gravedad".
Solano, por su parte, suma a esta reflexión otra: "El estrés es un proceso normal de adaptación a las demandas del ambiente". Por eso, a la hora de volver a la rutina readaptarse a ese ritmo habitual "supone un esfuerzo". Es ahí donde se presenta el estrés, aunque "si nuestra reacción es muy intensa o se mantiene en el tiempo, lo mejor sería contactar con un profesional".
Para Saracho, hay que analizar los ritmos biológicos. "Todos entendemos que cuando enciendes un ordenador no responde inmediatamente y necesita un tiempo para activarse". Lo mismo ocurre con nosotros, que los primeros días no rendiremos al mismo nivel. "Nuestra mente no tiene un interruptor y necesitamos unos ritmos y unos tiempos para reactivarnos y readaptarnos a una nueva actividad". En ese sentido, explica que "nuestro rendimiento laboral necesita un tiempo de adaptación, y en los primeros días no vamos a estar al cien por cien. En la medida en que podamos, tenemos que retomar la rutina con calma. No somos máquinas; tenemos que adaptarnos a esos cambios de ritmo".
Pandemia Con la pandemia, los tres afirman que ha aumentado todo lo relacionado con la salud mental. Salazar lo achaca al "aumento considerable" en los problemas relacionados con el estrés debido a la misma; Saracho lo asocia con la forma que tenemos en la actualidad de percibir el trabajo, la disociación que existe entre trabajo y ocio; y Solano opina que está relacionado con los hábitos y rutinas, y con que la manifestación del estrés sería un sumatorio de diferentes factores.
Según la psicóloga, al fin y al cabo, el estrés puede acrecentarse por la preocupación por el desempleo, la situación económica, etc., y recomienda ver la vuelta al trabajo como algo positivo en esta situación de pandemia, el hecho de poder reincorporarse verlo como algo positivo. Sea como fuera, y aunque el estrés posvacacional no sea una enfermedad, los tres coinciden en que el periodo posvacacional es la época del año en la que más tratamientos psicológicos se inician. Porque, junto a la salud física, la preocupación por la salud mental está, afortunadamente, cobrando importancia.