Hasta ahora “no se había abordado nunca” cómo “trabajar en identificar nuestros miedos, bloqueos, creencias limitantes respecto a nuestros negocios, por ejemplo, el miedo a mostrarnos, la relación con el dinero, el miedo al qué dirán, el qué pasará si fracaso...” Aspectos que “si no identificamos y no trabajamos van a impedir que nuestro negocio avance”, explica Estíbaliz Romaña. La coach de Balmaseda ha impartido un taller de “autoconocimiento como pilar para crecer” en el ámbito profesional dentro del programa Andrekintzailea, organizado por la Diputación Foral de Bizkaia en Bilbao Metrópoli 30.
“Se lo propuse a Ana Sancho, que organiza este proyecto, y me respondió que le enviara una propuesta porque le encantó”, se trata de “la primera vez que se introduce” en el programa de esta iniciativa. El año pasado “ya colaboré y al ver el temario que habían tratado las mujeres emprendedoras detecté la necesidad de trabajar el autoconocimiento de una manera no solo emocional”. Se traduce en “localizar nuestras creencias limitantes” y, por otro lado, alcanzar “un equilibrio entre nuestra vida personal y nuestro emprendimiento”. En primer lugar, debemos “parar y aprender a escucharnos porque vivimos a mil por hora, no sabemos ni cómo estamos ni qué necesitamos y eso mismo nos hace entrar en bucle”. En consecuencia, “si vamos aceleradas, no respetamos nuestros tiempos ¿cómo atendemos a nuestros clientes y escuchamos lo que necesitan? “Técnicas de relajación, meditación, música, parar cada mañana para respirar, observar cómo está nuestro cuerpo, que nos da señales de lo que cargamos y el nivel de estrés...” establece unas bases porque de lo contrario “llegará el momento en que tengamos que hacerlo sí o sí y será mucho más catastrófico que respirar y pensar qué necesitamos y dónde queremos ir”.
En el caso de las mujeres pueden pesar los estereotipos que cuesta cambiar, según los cuales el cuidado de la familia y el hogar recae sobre ellas. “Cambiar creencias, cuestionarnos si queremos seguir así depende de nosotras”, rebate. Habría que cuestionarse “qué es imprescindible que hagas y con qué te cargas y nadie te pide y ahí queda mucho por hacer” sabiendo que “cuando confías en ti mismas, te conoces muy bien y tienes las cosas muy claras lo que diga la sociedad y tu entorno no va a acarrear tanto peso”.
Fracaso como aprendizaje
La edad de las asistentes osciló entre los “35 y los 55 años”, con variedad entre los sectores representados: “publicidad, pastelería, marketing...” en un entorno donde el ambiente familiar facilitó que las emprendedoras se abrieran a compartir sus inquietudes ante la perspectiva de iniciar un negocio. La mayor de ellas, probablemente, ¿y si, a pesar de todo, el negocio naufraga y hay que cerrar? “El cambio de mentalidad te permite vivirlo como un aprendizaje para coger impulso”.