Con el sugerente título Bajo la mirada del Irrio, la gasteiztarra Vanesa de la Puente lanza su segunda novela. Tras su estreno con una obra más reflexiva, se embarca en el desarrollo de un thriller policíaco con todos los ingredientes.
En octubre de 2021 publicó su primera novela. Doce meses después llega la segunda, Bajo la mirada del Irrio. ¿Va a acostumbrar a sus lectores a un ritmo de novela anual?
No me veo capaz de mantener este ritmo de manera indefinida. Tenía retenidas las ganas de escribir y he dado rienda suelta a mi creatividad, por eso Bajo la mirada del Irrio ha sido tan seguida de No seré lo que digan; ya tenía las ideas ambas tramas cuando decidí escribir para los demás, porque para mí hace mucho que lo hago.
¿Siente diferencia entre los nervios de la primera publicación y esta segunda o se sigue percibiendo ese hormigueo y mariposas en el estómago?
Pensé que sería más tranquilo por la experiencia, pero como bien dice, las sensaciones se repiten. De alguna manera creo que es bonito que así sea, porque es una nueva creación y merece la misma emoción que la primera, o más si cabe por hacer crecer la familia.
La ayuda y respaldo de Libros Indie habrá vuelto a ser fundamental para que Bajo la mirada del Irrio sea una realidad.
No dudé en enviarles a ellos el manuscrito una vez finalizado. Apostaron por mí la primera vez y me parecía justo hacer lo mismo yo ahora. El hecho de que publicaran mi primera obra no era decisorio para esta segunda publicación, los pasos a seguir han sido los mismos y la crítica de sus lectores beta, fundamental. Si no les hubiera parecido que la obra es de calidad, no la hubieran publicado. No debemos olvidar cuál es el objetivo de una editorial.
Desde la portada, al igual que el anterior, es un libro que invita a zambullirse y engancha al lector.
Esta portada me encanta y transmite justo lo que yo deseaba. La diseñadora gráfica de Libros Indie entendió a la perfección mi idea y apenas hicimos cambios de su primera propuesta. Esta portada tiene mucha fuerza y creo que es perfecta para hacerse una idea del escenario donde se ambienta la novela. El color verde del fondo, el color burdeos de las letras y el trisquel; todo tiene su significado y relación con la trama.
Su primera incursión fue en forma de novela breve y ahora da el salto a una novela sin estar sujeta a ningún tipo de limitación. ¿Mucho cambio?
Al contrario de lo que pueda parecer, me ha resultado más fácil escribir Bajo la mirada del Irrio, a pesar de ser más extensa. Entrar dentro de unos parámetros siempre hace que el formato esté constantemente presente en tu cerebro. En este segundo caso, la novela empezó y terminó por sí sola, sin importar su extensión. No seré lo que digan la escribí para participar en un concurso literario que marcaba el número de palabras mínimo y máximo permitidos; eso me limitó en parte a la hora de expresarme. Lo que sí es cierto es que de todo se aprende y tener que ceñirte a unas reglas agudiza ciertas habilidades, por lo que no considero que fuera ningún error, sino parte del aprendizaje continuo que supone escribir.
Se aprecia evolución en su manera de escribir entre un libro y otro. Se observa ahora más descripción.
Son novelas totalmente distintas entre sí. No seré lo que digan es una novela reflexiva, escrita desde el punto de vista de Minerva, su protagonista, quien nos relata su vida desde la perspectiva que el tiempo y la madurez nos otorgan. Bajo la mirada del Irrio es una novela policíaca, con una trama en la que participan varios personajes, con sus puntos de vista y vidas propias, lo que requiere una narrativa descriptiva que ayude a seguir bien los acontecimientos y a entender las reacciones de cada una de las personas implicadas.
En ambos casos, destacan por su gran ritmo narrativo, que engancha al lector y le anima a devorar las páginas.
Me miento a mí misma diciéndome eso de ‘solo un capítulo más’ hasta que tengo que dejar de leer por obligación. Supongo que ese es el motivo de que el ritmo de mis novelas sea ágil; no podría escribir algo que me resulte aburrido. Con esto no estoy diciendo que la narrativa de ritmo lento sea de mala calidad, ni mucho menos, sino que a mí me agrada más este tipo de lectura, porque mis gustos no siempre han sido los mismos. Pienso que todas las personas tenemos una lectura adecuada para cada momento de nuestras vidas, por eso cuando escucho a la gente decir que no le gusta leer, creo que es porque no han encontrado su lectura adecuada.
Es también un giro notable en la temática, hacia una historia de ficción policía con todos los ingredientes: asesinatos, investigación.
Me apetecía cambiar de género porque yo también estoy en un momento diferente de mi vida. Tras el confinamiento y con todo el tiempo que tuvimos para pensar, no es difícil entender la motivación para escribir sobre la frustración que sentimos cuando creemos no haber alcanzado nuestros sueños o haber cumplido nuestras metas. Este año he notado que mi manera de leer ha cambiado; ahora me fijo mucho más en qué siento cuando leo y por qué, analizo personajes y situaciones. El cambio de género se debe principalmente a querer ponerme a prueba y sobre todo, a querer seguir creciendo como escritora. Creo que este género puede llegar a más lectores, que es mi objetivo: visibilizarme.
No falta ese toque de introspección en los personajes y de mirada hacia su interior como parte de la trama de la novela.
Me encanta que los personajes nos hagan empatizar con ellos. Somos la suma de nuestros recuerdos y son estos los que nos definen como personas. No recordamos todo lo que vivimos, pero lo que permanece almacenado en nuestro cerebro es lo que nos hace ser y actuar como lo hacemos. Esto es lo que tienen en común mis dos novelas, la idea de que, si cambiásemos nuestros recuerdos por otros de nuestras propias vidas, seríamos personas diferentes. ¿Qué hace que haya cosas que olvidemos y otras no? Es un misterio al que me entusiasma darle vueltas.
La acción se desarrolla en un especial paraje. ¿Tenía claro que la Ribeira Sacra era el escenario ideal para la trama?
Clarísimo. Mi abuelo materno era de la aldea que describo en la novela y aunque puedo no parecer objetiva, la Ribeira Sacra es un lugar maravilloso que sorprende. El turismo está cada vez más presente en una zona donde los meandros del río ofrecen unas vistas increíbles desde sus múltiples miradores, la gastronomía es fabulosa, es uno de los mayores exponentes de lo que se conoce como viticultura heroica y el arte románico escondido en sus bosques deslumbra con su robusta belleza. La Ribeira Sacra es el escenario ideal para casi todo.
Hay también un toque sentimental, ya en la recta final, con sus recuerdos estivales de la infancia.
Mis veranos de la infancia transcurrieron entre mi pueblo leonés y mi pueblo gallego, en las casas de mis abuelos paternos y maternos respectivamente. He crecido allí y eso marca mucho. Cada lugar tiene su encanto, pero las puestas de sol en mi aldea gallega son imposibles de describir con palabras. Yo sentía y siento un vínculo con mi abuelito muy especial, por eso quería dedicarle a él esta novela, ambientarla en su pueblo y de alguna manera, hacerlo eterno.
¿Es la ficción policíaca uno de sus géneros favoritos en su faceta de lectora?
Las novelas de policías e investigaciones siempre me han atraído. Quizá ahora estén más de moda que nunca, pero desde que leí La verdad sobre el caso Harry Quebert hará unos ocho años, me enamoré de este tipo de narrativa. La leí inicialmente en inglés porque estaba preparándome para el examen del C1 y me encantó; después la leí en castellano, por si me había perdido algún detalle. Cuando leemos podemos vivir situaciones y sentir emociones que son impensables en nuestra vida real; yo no valdría para ser inspectora de policía, pero me ha encantado ponerme en su piel en la ficción.
¿Queda apalabra una nueva entrevista para octubre del año próximo con su tercera novela?
No garantizo que sea octubre, pero sí hay un proyecto en marcha que, si todo va según lo previsto, verá la luz a mediados de 2023: una novela infantil ilustrada, un proyecto en el que estoy trabajando con un ilustrador amigo mío y que supone un nuevo cambio de género, un reto y sobre todo, una responsabilidad, porque enganchar a la lectura a los más pequeños es muy importante. Es pronto aún, pero me encantará poder contároslo, porque querrá decir que es una realidad.