Rostros somnolientos, tristeza por el fin de las jornadas de piscina y libertad de horarios exentos de obligaciones, junto a la ilusión de los más pequeños por volver a encontrarse con sus compañeros se han mezclado a primera hora de esta mañana a las puertas de la Ikastola Armentia. Este centro ha sido el primero de Gasteiz en abrir de nuevo las puertas a sus 1.236 alumnos matriculados para el curso 2022-23 y ser la espoleta de este descorche de la actividad lectiva en el resto de colegios, que se irán sumando al retorno a las aulas.
Desaparecen las restricciones
La singularidad que rodea siempre a la primera jornada escolar viene también envuelta con la alegría interna de los responsables de los centros, profesores, padres y los propios escolares al haber dado esquinazo definitivamente a la pandemia. Quedan ya arrinconadas en el cajón del olvido la sucesión de restricciones, límites de aforo, los grupos burbuja, la prohibición de mezclarse en los recreos, el uso de las mascarillas y los turnos en los comedores a la hora del almuerzo que durante los dos últimos cursos han martirizado, atenazado e impedido el normal desarrollo de la actividad docente.
El curso 2022-23 es el de la recuperación de la normalidad que ha ido llegando a los diferentes ámbitos de la sociedad y el educativo es uno de los últimos en recuperarla tras dos años duros y complicados marcados por la emergencia sanitaria.
Desde minutos antes de las nueve de la mañana los alrededores de la Ikastola Armentia han recuperado el bullicio y la algarabía habituales, junto a las hileras de vehículos aparcados en el lateral de Portal de Castilla. Rápidamente los más pequeños han corrido para volver a ver y abrazar a sus amigos, mientras muchos han sido también los padres que se han vuelto a saludar después del paréntesis estival.
El acceso a la ikastola lo han realizado los profesores de manera ordenada empezando por los cursos inferiores y juntando a los 25 o 28 alumnos que conforman cada una de las gelas de Armentia. También entre la comunidad docente se respira alivio al dar por olvidadas las estrictas y cambiantes normativas que han tenido que aplicar desde septiembre del año 2020. "Qué alivio. Ya era hora", ha sido el comentario que más ha salido de sus bocas.