Responsabilidad, sensatez y sentido común. El alcalde Enrique Maya ha empleado este martes las tres palabras para reclamar a los pamploneses moderación. Lo hizo a menos de 60 minutos de que el reloj marcara las 12 del mediodía, lo que tratándose de un 6 de julio en Pamplona podría sonar a cachondeo, pero con la pandemia al acecho por segundo año consecutivo era lo que tocaba.
Ni pañuelos gigantes colgando de la fachada consistorial para recordar las fiestas –como sucedió el año pasado, discriminando de paso al euskera– ni nada que suene a Sanfermines.
El incremento disparado de los contagios por culpa de las escapadas a Salou ha terminado por convencer a todo el mundo, incluidos los más escépticos, de que hay que mantener la prudencia sanitaria y que no es aconsejable organizar corridas de toros ni encierros, ni ahora ni en San Fermín Txikito.
Pese a las ganas de fiestas y la inmensa tristeza acumulada tras la segunda suspensión consecutiva de los Sanfermines, Pamplona ha sabido contenerse y ha pasado con nota el tremendo reto que supone cada 6 de julio en esta ciudad, con fiestas o sin ellas.
Con la suspensión de los Sanfermines no cambia sólo el aspecto de la ciudad. La transformación va por dentro, excepto para los irreductibles de siempre, que no contemplan la posibilidad de llegar al 6 de julio sin un buen almuerzo, la ropa blanca y un pañuelo rojo en el cuello.
La mañana dejó un dispositivo policial imponente en el centro de la ciudad, con agentes de Policía Municipal, Policía Foral y Policía Nacional repartidos por los centros neurálgicos.
En las calles del centro había presencia policial en cada esquina, de uniforme y de paisano, como un recordatorio en color de tiempos no muy lejanos cuando cualquier motivo era suficiente para desplegar las unidades armadas por el Casco Viejo de Iruña.
El dispositivo policial –en torno a 400 agentes– fue dirigido desde el Puesto de Mando Avanzado organizado en la Casa Consistorial, donde se dieron cita las autoridades políticas y policiales de Navarra.
Las primeras horas de este 6 de julio se están desarrollado "con normalidad y sin incidencias en las calles".
Al igual que el año pasado, por la mañana se han establecido puntos de control en los accesos a la Plaza Consistorial y Plaza del Castillo, para evitar la concentración de personas. Las zonas centrales de ambas plazas se han acotado con vallas para facilitar que esos espacios fueran zonas de paso.
Los accesos a la Plaza Consistorial se han cerrado a las 11.55 horas, cuando había en el interior unas 250-300 personas, "cifra que permitía cumplir con todas las normas sanitarias de seguridad" según el Ayuntamiento.
Una vez terminado el momento en torno a la hora del Chupinazo, el dispositivo policial se ha trasladado a las calles del Casco Viejo, que cuentan con un mayor número de establecimientos hosteleros para seguir insistiendo en el cumplimiento de las normativas de aforo. En la Plaza del Castillo no se han llegado a cerrar los accesos.
El dispositivo policial continuará por la noche, cuando entran en vigor las nuevas restricciones adoptadas por el Gobierno de Navarra, que obligan al cierre de la hostelería a la 1 de la madrugada.
Espera unos segundos a que cargue el directo del 6 de julio: