Siempre retrata la actualidad, por desgarradora que sea, con el más absoluto respeto. Ahora, la directora llega al Zinemaldia para optar a dos premios por su más reciente proyecto, Soy Nevenka. Con esta película, rodada en localizaciones vizcainas y zamoranas, está en la sección oficial con opción a la Concha de Oro, y al Premio Irizar al Cine Vasco. El día 27 llegará además a las salas de cine.
Cuando saltó el caso de Nevenka a los medios usted hacía poco había estrenado Flores de otro mundo. ¿Tuvo la oportunidad entonces de seguir todo el proceso legal o lo descubrió más tarde?
-En realidad lo descubrí más tarde. En el momento en el que Nevenka hace la rueda de prensa, en 2001, yo acabo de tener mi primer hijo y en ese momento no seguía tanto las cosas, y poco después empecé el guion de Te doy mis ojos, o sea que era un tema que no me era nada ajeno. Pero sí que es verdad que el tema de Nevenka me llegó de otra manera. Tengo la sensación de que en los medios no se comunicó como se comunican ahora estos casos. De hecho, en la película se ve cómo Urdaci abre el telediario de la rueda de prensa de Nevenka diciendo: “Trifulca sentimental en León”, que es alucinante. No es persona denuncia a otra por acoso sexual, sino trifulca sentimental. Luego ya creo que en el juicio fue otra cosa, estaba mucho más claro, y hubo una cierta movilización de mujeres feministas, y hubo medios de comunicación que estuvieron muy de su lado, pero creo que al principio el tema del acoso se entendía muy mal, el tema de que hubiera tenido una relación con él lo hacía creo más incomprensible para mucha gente, y no tuvo la recepción que debería haber tenido.
Lo podemos ver ya en el tráiler, cómo el fiscal le hace preguntas del tipo “¿por qué no se marchó?”. ¿Siente que se están dando pasos en el buen camino a la hora de visibilizar y combatir acosos y agresiones?
-Yo creo que sí. Eso fue histórico. Además, se le retiró del caso. Pero claro, que haya un fiscal que tenga la tranquilidad de decir estas cosas en un juicio impresiona. Yo creo que sí ha cambiado, que ha habido acontecimientos en los últimos años que son otra cosa. Ha habido muchos ochos de marzo, ha habido un proceso en el caso de la chica de la Manada y una respuesta social impresionante. Lo que pasó con Jenni Hermoso... A nivel menos mediático, yo creo que hay unos protocolos ahora que en muchos casos funcionan muy bien. Creo que queda mucho por hacer, no está todo logrado, pero creo que la sociedad es otra cosa. Creo que tenemos mucha más sensibilidad con todo esto. Sin embargo, cuando hice la película vi que no tenemos tanta comprensión de lo que es el acoso. Creo que nos cuesta entender por qué una víctima no se va; sin decirlo en las palabras del fiscal, sí que se dice: “¿Por qué no se va?”. El acoso nos cuesta entenderlo, y había una intención en la película de ver qué pasa en dentro de un acoso, por qué esa parálisis...
Me gustaría plantearle un ejercicio. ¿Qué cree que habría pasado en este caso de haber existido redes como Twitter o Instagram? ¿Cómo se habría abordado?
-No creo que mejor de lo que se hizo. Sencillamente se hubiera amplificado. Más que qué cambia con las redes, es un poco la mentalidad. Yo creo que no teníamos tanta comprensión del acoso, y además sufrió acoso laboral pero no lo pudo denunciar porque no existía en el código penal. Lo complicado para ella también era que había tenido una relación con él, porque hay otro elemento que está ahora mucho más en el vocabulario que es el consentimiento, pero entonces no. Se le dijo directamente: “Si tuviste una relación con él no hay acoso”. Entonces, no sé si las redes sociales hubieran aportado mucho. Hubieran amplificado ese mismo sentir.
Este ha sido su regreso a Euskadi. Han rodado en localizaciones de Bizkaia, Zamora... ¿No hubo posibilidad de rodar en Ponferrada?
-No. Fuimos a Ponferrada porque teníamos que ver lo que íbamos a recrear. Pedimos permiso, pero hubo un silencio administrativo, no nos contestaron, y fuimos buscando otras opciones. Apareció Zamora, y nos han dado todas las facilidades del mundo. Nos han facilitado todo, la gente ha participado como extra encantada... Y en Ponferrada yo creo que hay mucha gente que respalda a Nevenka, pero también hay mucha gente que está más cerca de Ismael. Pero muchísimas veces se rueda en otro lugar. Y en Bilbao hicimos todos los interiores. Eso fue complicado, porque reproducir una ciudad de Castilla y León, con sus características del año 2000, en Bilbao, una ciudad absolutamente moderna...
Es un trabajo titánico.
-Sí que lo es, porque además en Bilbao se ha remodelado mucho, y se ha invertido mucho dinero en hacer una ciudad especialmente moderna. Pero lo conseguimos. Tenemos un director de arte que es una maravilla.
Enseguida los espectadores podrán ver el resultado de tanto trabajo. Y el Zinemaldia ha sido su siguiente regreso a Euskadi. ¿Tenía ganas de volver?
-Muchas ganas. Además, estar en el Zinemaldia es un premio en sí mismo, porque cada año hay más competencia. Es el festival más importante de España, justo una semana antes del estreno, y es un sitio donde estoy super en casa. Aparte de haber rodado Maixabel y haber vivido en Donostia muchos meses, es un sitio al que he ido como actriz, directora, invitada..., es un lugar de gran cariño para mí.