Vida y estilo

"Nos paró la Policía en la avenida Pío XII en Pamplona"

Su trayectoria le precede. Conocido por su trabajo en ‘Las mañanas de Cuatro’ y más recientemente en la 1 de TVE, ahora podemos seguir su trabajo a través de su canal de YouTube, donde cosecha más de cien mil suscriptores
El periodista Jesús Cintora. / Cedida

De su trayectoria habla Jesús Cintora en su nuevo libro, El precio de la verdad, donde cuenta cómo fueron sus inicios en el mundo del Periodismo, anécdotas de juventud y también explica los motivos por los que le echaron de Mediaset y ahora, más recientemente, de RTVE. De esto, y de otras muchas cosas, ha querido charlar también con nosotros.

¿Siempre soñó con ser periodista?

Fue surgiendo. Mi padre era ganadero, mi madre ama de casa, y era una familia donde se trabajaba un montón de lunes a domingo. Desde jovencito tocó trabajar en casa, y de pequeño cuando me preguntaban decía primero que quería ser carpintero y luego veterinario. Y luego realmente me vino la vocación periodística por los maestros de escuela que tuve. Especialmente uno, que se llama Jose Vilda, que me empezó a enviar algún artículo y me empezó a picar el gusanillo por ahí. 

En el libro que nos presenta ahora nos comparte muchos relatos y momentos. ¿Alguna vez se ha arrepentido de la decisión de convertirse en periodista?

Sí (risas). Honestamente, tal y como está el patio y con lo que me he ido encontrando -sobre todo en la última etapa- a veces uno piensa: “Jo, con las buenas notas que sacaba en clase y las cosas que me han hecho, posiblemente me habría ido mejor”. Pero si echo la vista atrás, tampoco me arrepiento. Denuncio cosas que me han ocurrido, porque están feas y no hay que callarse, pero al mismo tiempo a la vida le pido salud y las cosas que he hecho están bien. 

Empezó, como muchos, en los medios más locales, regionales incluso. Aquí encontramos muchas anécdotas y una de las que más nos encogen el corazón es la de David Beriain. Coincidieron en la universidad, e incluso estuvo a punto de ser detenido. 

Sí, cuento cómo nos paró la Policía con placa en la avenida Pío XII en Pamplona. Íbamos al concierto de Extremoduro, que llegamos e incluso conseguimos entrar colándonos porque nos arrastraron. Pero sí, quise dedicarle el libro a David porque el impacto de alguien a quien conoces de esa forma, que lo maten haciendo su trabajo, tiene todo el simbolismo y la razón para un libro sobre periodismo reivindicar la figura de David y recordarlo desde la primera página. 

¿En esos años en Navarra usted alguna vez se imaginó como reportero de guerra?

Reconozco que me he metido en otro tipo de peligros, pero lógicamente es mucho más arriesgado el periodismo de guerra y yo tiré por otro lado. Empecé haciendo periodismo local, y en principio creía que iba a hacer toda mi vida radio. Vengo de esa escuela de la radio, pero al final la vida son como azares. Mira, hay una anécdota que nunca he contado, que es que realmente hay una cosa que fue determinante. Mi abuela era ama de casa y mi abuelo albañil. Les toca la lotería y mi abuelo me ofrece si quiero una bicicleta de carreras o una máquina de escribir. A mí me enseñó a escribir a máquina Paco el manco, y que yo aprendiera a escribir tan jovencito a máquina me vino estupendamente después cuando he hecho informativos o programas, que había que hacerlos muy rápido. Ese azar de que mi abuelo me pagara aquella Olivetti que todavía guardo, y aquel curso con Paco el manco me vino muy bien. 

En el libro habla de la posverdad, y al hacerlo es inevitable mencionar redes sociales, bulos, fake news... Y nos da la preocupante cifra de que los bulos se retuitean de media un 70% más que las informaciones auténticas. Como sociedad, ¿qué podemos hacer?

Hay estudios que dicen que, efectivamente, la gente se siente atraída cuando el bulo tiene un punto frívolo, espectacular, llamativo, morboso..., que es de lo que se suele dotar al bulo. Y buena prueba de ello es el hecho de que la gente muchas veces se queda en el titular y no pasa al contenido fundamental. Cada vez se lleva más el consumo rápido, sin reflexión. Por eso en el libro rompo una lanza a favor de la importancia que tiene la educación, la importancia que tiene la cultura en un país que sigue sin tener un pacto educativo a medio-largo plazo, se menosprecia a la gente de la cultura... Un país sin cultura ni educación a medio plazo es carne de cañón. Hay gente a la que manipulan, pero otra está encantada de dejarse manipular. Entonces, yo creo que el pensamiento crítico nos hace más libres. 

De las redes sociales habla también largo y tendido. Usted ha sido trending topic más de una vez, pero cuenta que incluso ha recibido amenazas, persecuciones... ¿Cómo ponemos límite a esto?

Sí, alguna vez incluso llegué a ir a la Policía a denunciar alguna amenaza de muerte en las redes. Cuando un periodista se atreve a contar algunas cosas, lógicamente hay estrategias para amedrentarle y meterle miedo. De eso soy consciente. Se han plantado en la puerta de mi casa alguna vez, o han dejado algún mensaje amenazante en el buzón, pero la principal amenaza que he recibido ha sido quitarme el empleo, y eso me ha ocurrido además en una y otra etapa de gobierno. Como tal, en el libro también hago una reflexión de por qué pasan esas cosas. 

Jesús Cintora. Cedida

¿Cómo está siendo la acogida de los lectores?

El libro es el quinto, y me permite hacer algo que me gusta, que es el encuentro con la ciudadanía. Me encanta hablar con la gente, escuchar sus inquietudes, y a fin de cuentas no me han dejado muchas más salidas a día de hoy. Tengo el canal de YouTube que ha superado los 100.000 suscriptores, estoy montando un estudio en mi barrio... Estoy en la autogestión, en esa etapa de buscarme la vida en la que me han cerrado puertas y yo me abro ventanas sin dejar de denunciar que lo que me han hecho es una canallada, porque eran programas que la gente veía y todavía me encuentro gente que me dice: “¿Por qué no estás? Te veíamos...”.

¿Tiene algún deseo?

Tener salud. Soy muy poco original (risas). Le pido a la vida salud y el resto ya irá viniendo.

09/07/2024