No se mereció perder Andrey Rublev, pero Novak Djokovic sí fue digno de la victoria. El serbio fue mejor en los puntos trascendentales y terminó por llevarse el triunfo en cuatro sets (4-6, 6-1, 6-4 y 6-3) para lanzarse al que sería su octavo título y quinto consecutivo de Wimbledon. No fue un encuentro largo, apenas duró poco más de dos horas y media, pero valieron la pena cada uno de los 200 euros que cada asistente pagó por su localidad. Porque fue una batalla mental entre dos tenistas cabezones que se aferraron a cada punto como si valiera Troya. La monotonía de los toma y daca, de buscar el fondo y marear al rival, no aburrió porque el público entendió que tras cada raquetazo se escondía una guerra psicológica. De desgaste. Y en ese tipo de juego, en estas cosas de la cabeza, Djokovic es simplemente el mejor. El serbio no desesperó nunca, ni siquiera cuando Rublev sorprendió a Wimbledon ganando el primer set del partido.
Fue la única vez que Nole se despistó y le costó primero el break y después el juego. El ruso estaba mostrando un tenis espectacular, pero en ese momento aprendió una gran lección: no hay que enfadar a Djokovic. Porque esa fue la única concesión que hizo el serbio. De hecho, el segundo set fue un huracán. Un visto y no visto que despeinó a Rublev y le dejó algo mareado. En 20 minutos, el ruso vio cómo Djokovic volvía a empatarle el partido con solo siete puntos perdidos al saque y la locura de solo dos errores no forzados. Todo volvía a empezar. Solo que en esta ocasión, el actual número 1 del mundo estaba engrasado. Tanto que no le importó sudar para sacar adelante un tercer set agónico, en el que Rublev se defendió con dramatismo. Se desfondó tanto su rival, que el cuarto y último set fue un mero trámite en el que Djokovic gustó y se gustó.
Así, Nole se clasificó para las que serán sus duodécimas semifinales de Wimbledon, donde ya le esperaba el italiano Jannik Sinner, que venció con más comodidad que el serbio al ruso Roman Safiullin (6-4, 3-6, 6-2 y 6-2), y por primera vez en su carrera deportiva jugará unas semifinales de un Grand Slam. De esta forma, todo lo que ocurra a partir de ahora, para Sinner es ya un premio. Y sin presión, se juega siempre mucho mejor.
Duelo generacional
Carlos Alcaraz saltará hoy a la pista central de Wimbledon en el segundo turno del día (alrededor de las 15.45 horas) para medirse al danés Holger Rune en un duelo que está llamado a repetirse muchas veces en el futuro. Y es que el primer cabeza de serie y el sexto en el ranking comparten la tierna edad de 20 años y esta tarde intentarán dar un paso más en la hierba inglesa y plantarse en las semifinales. Por el momento, Alcaraz tiene en su mano volver a liderar la clasificación ATP, le basta con llegar más lejos en el torneo que Djokovic, con el que además no se cruzaría hasta una hipotética final. Pero fiel a sus ideales, el murciano quiere centrarse tan solo en su encuentro de hoy. Es decir, en Rune. El danés derrotó en octavos al búlgaro Grigor Dimitrov (3-6, 7-6(6), 7-6(4), 6-3), rompiendo así su techo en Wimbledon. El que gane se convertirá en el semifinalista más joven desde Djokovic en 2007 y se medirá al ganador del partido que tendrá lugar antes entre Medvédev y Christopher Eubanks.
Cuadro femenino
Svitolina se carga a la número 1
Swiatek se despide de Wimbledon. La ucraniana Elina Svitolina apeó de Wimbledon a la número 1, Iga Swiatek, por 7-5, 6-7 (5) y 6-2 y jugará las segundas semifinales en Wimbledon de su vida. Svitolina, que dio a luz a su primera hija en octubre, volvió a competir en abril tras la baja por maternidad y apenas tres meses después jugará sus terceras semifinales de Grand Slam, tras las de Wimbledon y US Open en 2018. La ucraniana demostró una resiliencia brutal y se medirá mañana a la checa Marketa Vondrousova, la número 42 del mundo, que dio la sorpresa al protagonizar una remontada espectacular ante la estadounidense Jessica Pegula (6-4, 2-6 y 6-4), cuarta en el ranking WTA.