En todas las relaciones con las personas es importante tratar bien y exigir que te traten bien a ti. Con este tema, organizado por el departamento de Políticas Sociales del Ayuntamiento de Vitoria de apoyo a las familias cuidadoras Maiteki, esta semana se han celebrado unas microcharlas de la mano de la psicóloga Marina Martínez quien trabaja en consulta privada en Zabalgana bajo el proyecto El Palacio Mental junto a más psicólogas.
¿Qué es quererse bien?
–Quererse bien no es solo autoestima, sino también autoconocimiento, respeto y autocuidado. Implica tratarse con amabilidad, establecer límites sanos y tomar decisiones que nos beneficien a largo plazo. Muchas veces creemos que quererse es simplemente aceptarse, pero también implica desafiarse y crecer. Por otro lado, en el ámbito relacional, querer bien, desde mi punto de vista, va muy ligado al buen trato. Para que una relación exista buen trato, es indispensable que haya respeto. A partir de ahí, construir relaciones que se basen en la comunicación emocional y la reciprocidad.
Precisamente este ha sido el tema principal de las charlas que ha ofrecido esta semana para enseñar a quererse bien. ¿Por qué es importante este tipo de cursos y a quién va dirigido?
–Estos cursos son esenciales porque en la sociedad que vivimos, todas las personas hemos normalizado e internalizado patrones de funcionamiento que muchas veces dificultan establecer relaciones saludables, ni consigo mismas ni con los demás. Se dirigen a cualquiera que quiera mejorar su bienestar emocional y relacional, desde adolescentes hasta adultos, porque nunca es tarde para aprender a quererse mejor y construir vínculos más sanos.
Comenta en estas charlas, que es importante tratar bien pero también “exigir” que nos traten bien. ¿Cómo se exige a otra persona que te trate bien?
–Exigir un buen trato empieza por establecer límites claros y expresar lo que necesitamos. No se trata de imponer, sino de comunicar con firmeza y coherencia. También implica actuar: si alguien no respeta nuestros límites, debemos replantearnos ese vínculo, quizás reajustarlo, y en ocasiones, incluso soltar algunas relaciones.
¿Cómo se detecta que nos están tratando de manera inadecuada?
–No siempre es sencillo, desde luego. Porque el buen trato no es solo la ausencia de mal trato. Pero, desde mi punto de vista hay conductas que claramente constituyen un trato inadecuado: los insultos, los desprecios, la manipulación, el chantaje, el control, el silencio como castigo (que lamentablemente está muy extendido cada vez más en generaciones jóvenes). En definitiva, es importante que las relaciones se basen en los conceptos de libertad y reciprocidad. Si esto no está…
¿Cómo debemos corregir estas conductas tóxicas?
–Primero, identificándolas sin normalizarlas. Luego, poniendo límites y, si es necesario, alejándonos de la persona que nos daña. A veces, el cambio también pasa por buscar apoyo profesional para fortalecer nuestra autoestima y nuestras herramientas emocionales.
¿Qué falla como sociedad para que tengamos que enseñar a querernos?
–Muchas cosas. Por un lado, nuestra sociedad está construida sobre valores que, paradójicamente, dificultan el amor propio. Desde pequeños, se nos educa en la competitividad y la autoexigencia extrema, pero no en la gestión emocional o en el establecimiento de límites. Se nos enseña a buscar validación externa en lugar de construir una identidad sólida desde dentro. Por otro lado, respecto a las relaciones románticas, vivimos en una sociedad en la que prácticamente todo está dirigido a la vida en pareja, se premia este modelo de vida y se relaciona la soltería con soledad. Las redes sociales, en la educación, la música, el cine, etc. muestran y fomentan modelos de amor se basados en la idea de sacrificio en las relaciones, el miedo a la soledad y la idea de que el amor lo justifica todo.
En general, ¿aguantamos que nos traten mal por miedo a estar solos?
–El problema va más allá del miedo individual a la soledad. La pregunta que podríamos hacernos es ¿por qué se ha generado ese miedo generalizado a estar solos? Como decía antes, vivimos en una sociedad que nos ha enseñado que el valor personal se mide en función de nuestras relaciones, especialmente en el ámbito afectivo. Desde pequeños, se nos educa en la idea de que estar en pareja es un objetivo de vida, que el amor exige sacrificio y que la soledad es un fracaso. Además, el contexto económico y social refuerza esta dependencia. A veces, salir de relaciones implica riesgos materiales y emocionales. Y no siempre tenemos los recursos necesarios para hacer frente a esos riesgos. Por otro lado, están los modelos de amor romántico, que comentaba anteriormente. En este contexto, no solo es el miedo a la soledad lo que nos hace aguantar en las relaciones, sino todo un sistema que nos ha enseñado que es preferible estar mal acompañados que solos. Y esto es extrapolable a cualquier tipo de relación personal.
Cuando hablamos de quererse, hablamos en general de autoestima, entiendo.
–Sí, pero la autoestima es solo una parte del proceso de quererse bien. Cuando hablamos de quererse, nos referimos a un conjunto más amplio de factores que incluyen el autoconocimiento, la autocompasión, la capacidad de poner límites, el respeto por nuestras necesidades y la toma de decisiones que nos vayan a beneficiar a largo plazo. Estamos de acuerdo en que la autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos. Pero la dificultad con la autoestima, es que es un concepto, en sí mismo, relacional. Nuestra autoestima se construye a lo largo de nuestra vida a través de la estima que nos transmiten. Es decir, a través de los ojos de los demás, de cómo nos han tratado, de qué nos han exigido o de qué hemos sentido que merecíamos en nuestras relaciones.