Gipuzkoa

“Nuestro objetivo es empoderar a las mujeres musulmanas y que sean dueñas de sus decisiones”

La Asociación de Integración de Mujeres Musulmanas en la Sociedad Vasca, IMME, lleva doce años en marcha en Arrasate. Este 22 de marzo abrirán el Ramadán a la ciudadanía
Djamila Zereiby está al frente de la dirección, creación y gestión de proyectos en la asociación IMME.
Djamila Zereiby está al frente de la dirección, creación y gestión de proyectos en la asociación IMME. / Anabel Dominguez.

Actualizado hace 10 minutos

De origen saharaui, nació en Argelia, donde estudió Derecho en la universidad de Orán. “No tenía pensado emigrar, lo hice por amor; me casé y el que por aquel entonces era mi marido salió del país y seguí sus pasos. De eso hace ya dos décadas”, cuenta Djamila ZereibyA Arrasate llegó hace 16 años, ya divorciada y con sus tres hijas. La constancia y la lucha son compañeras de viaje de esta mujer que ha superado muchos obstáculos, convencida de que la inclusión hay que fomentarla en una doble dirección: “Aprendiendo de la sociedad que nos acoge y dándole”. Es una referencia para las mujeres de la asociación que dirige, que trabaja por los derechos del colectivo y su empoderamiento.

 Hay que echar la mirada doce años atrás para hablar de la creación de IMME ¿Cuáles fueron los motivos que le llevaron a su puesta en marcha?

–La asociación se funda oficialmente en 2013. El objetivo prioritario era visibilizar la verdadera imagen de la mujer musulmana que se desconoce en la sociedad de acogida y presentarla como se merece. Yo no tenía en mi cabeza constituir una asociación, sin embargo, había una necesidad palpable: aquellas mujeres con las que me juntaba en el parque me contaban las mismas historias de rechazo y marginación, empezando por las barreras lingüísticas. Aunque también había otras necesidades no cubiertas por discriminación, primero por ser mujeres, y segundo por su condición de musulmanas. Entonces yo trabajaba en los juzgados como traductora en casos de violencia de género, divorcios…, y muchas de estas dificultades las veía en mi día a día. No fue fácil, pero IMME echó a andar, para combatir el miedo a lo desconocido por ambas partes, la sociedad de acogida y la población migrante, además de a las desigualdades sociales y de género que sufren estas mujeres. Para luchar por sus derechos.

Una mujer musulmana impulsando una asociación de estas características, con valentía y convicción. ¿Cómo fue recibida la iniciativa?

–Fue impactante, porque hubo muchas interpretaciones positivas y negativas, tanto de la comunidad de acogida como de los propios migrantes. En un centro formativo me soltaron frases como: “Si es árabe no creo que venga aquí”. Entre los míos, los hombres me veían como una amenaza, como la oveja negra que quería cambiar las costumbres, quitar el velo a las mujeres e inculcarles otras ideas. Lejos de la realidad. Hay que mantener la identidad personal; aprendiendo de quienes te reciben y aportando.

Superando todos los obstáculos comenzaron esta andadura.

–Empezamos con 16 mujeres y, en estos momentos, somos más de 200 familias migrantes, no solo musulmanas. Y también hay hombres. Las puertas están abiertas a todas las personas, independientemente de su género, religión o etnia. Tenemos dos teléfonos de contacto: 654 88 46 16 y 603 83 97 10, y nuestra sede física está en el número 6 de la calle Garibai (junto a UGT).

¿Qué servicios ofrecen?

Asesoramiento y acompañamiento jurídico y psicológico, y formación a través de clases de español, euskera y otras materias. También impartimos talleres para aprender a gestionar las emociones, porque ser inmigrante es muy duro, te ves inmersa en un conflicto interno que requiere de un esfuerzo grandísimo para adaptarte a una nueva sociedad. La inclusión es un proceso complicado, un primer escalón en una pirámide gigante. Así que ver alguien que ha pasado por lo mismo y ha logrado avanzar genera confianza y motivación. Nuestro objetivo es empoderar a estas mujeres musulmanas, que sean las dueñas de sus decisiones, basándonos en su inclusión social y laboral. Abordamos, asimismo, el refuerzo escolar en familias vulnerables. En el banco de alimentos, por su parte, contamos con un grupo de personas voluntarias muy plural: vascos, saharauis, mauritanos, latinos… Queremos desestigmatizar a las personas migrantes para que se vea que no vienen solo a recibir sino también a dar.

¿Qué evolución ha habido en estos años de recorrido?

–Hemos logrado incidir en la sensibilización y tener una mayor visibilidad, gracias a la participación en las actividades que se desarrollan en el municipio. Cuando empezamos, por ejemplo, las mujeres no acudían al Centro de Educación Permanente de Adultos; solo iban los hombres. Les hemos ido quitando ese miedo y, al mismo tiempo, los hombres se han visto vulnerables ante la economía; uno solo no puede sostener a la familia y necesitan de las mujeres. Existen ideas preconcebidas de que las musulmanas no pueden hacer muchas cosas. En la asociación hemos tenido chicas que ahora son médicos, estudiantes de informática o que trabajan en empresas. Pero también hay mujeres que presentan el currículum y no les llaman. Hay que abrirles las puertas para su formación.

¿Existen muchos prejuicios y estereotipos sobre los musulmanes?

–El Islam es una religión como cualquier otra, que también habla de igualdad entre hombres y mujeres. Lo más peligroso es confundir el Islam con islamismo e identificar los actos radicalizados y la violencia como intrínsecos a la religión musulmana. Desgraciadamente, los medios de comunicación muestran lo extremo. Yo diría a la gente que se acerque a nuestra comunidad y nos conozca. El objetivo es estar en paz, convivir en armonía y respeto entre las diversas culturas. A los discursos de odio hay que ponerles freno.

¿Y en el caso de las mujeres?

El velo estar rodeado de estigmas. Que una mujer cubra su cabeza a menudo se relaciona con un símbolo de opresión por parte del hombre. Hay mujeres que lo llevan por decisión propia y eso no significa que oculten sus ideas, sus conocimientos… No se puede juzgar a un colectivo sin conocer la cultura de su país.

Djamila en el local de la asociación, situado en la calle Garibai de Arrasate.

Djamila en el local de la asociación, situado en la calle Garibai de Arrasate. A.D.

Sin embargo, usted no usa velo.

–No, porque no quiero. Tengo hermanas que sí lo llevan. Estudié en Argelia en la universidad con hombres, como otras muchas mujeres. Mantengo mi cultura y costumbres, estoy muy segura de ellas, pero, a la vez, estoy adaptada a la sociedad que me ha acogido. Los míos me respetan como soy. 

¿Qué es la inclusión?

–Un trabajo en dos direcciones: de la sociedad receptora y de las personas de otras procedencias. Tenemos que mantener nuestra identidad personal, que va más allá de la religión, pero siempre aprendiendo de nuestro nuevo hogar; recibiendo y dando a la vez.

Al hilo de la anterior pregunta, ¿Cómo definiría a la sociedad vasca y, en particular, a la arrasatearra?

–La integración no solo es el envoltorio sino lo que está dentro de cada persona. Hace unos años podrían existir ciertos recelos para contratar a una mujer con velo, por ejemplo, para trabajar con personas mayores en sus casas. Hoy en día veo a chicas con pañuelo en empresas, en la administración, en farmacias… Al igual que hay gente que no estigmatiza, otros lo hacen. Yo creo que, en general, la sociedad vasca acoge bien a las mujeres musulmanas y promueve la inclusión. En Arrasate, IMME forma parte de la Mesa de la Diversidad, junto con asociaciones como Ekin Emakumeak Taldea, Txatxilipurdi, AMS (Activos por un Mundo Solidario) y Amerika Elkartea. Además, nuestro servicio se abre a otras localidades. 

El próximo sábado 22 de marzo abrirán el Ramadán a la ciudadanía de Arrasate.

–Así es, vamos a celebrar una cena de Ramadán en la plaza Seber Altube, a partir de las 19.05 horas. Es un evento abierto al que invitamos a las y los arrasatearras a asistir y conocer cómo vivimos la ceremonia. Una manera, asimismo, de fomentar la convivencia intercultural y el conocimiento mutuo.

Cartel que anuncia la cena de Ramadán.

Cartel que anuncia la cena de Ramadán. IMME.

La trayectoria de IMME ha sido distinguida con el Premio Emakunde a la Igualdad 2024. ¿Qué ha supuesto este reconocimiento?

–Este premio es un honor; un reconocimiento a todo el esfuerzo que llevamos haciendo estos años, que hay que entenderlo de una manera positiva tanto para la asociación, como para las mujeres a las que representa y el conjunto de la sociedad vasca, porque fomenta un entorno más inclusivo y respetuoso con la diversidad. Es un impulso para emprender nuevas iniciativas que avancen en la inclusión y el empoderamiento de mujeres de diferentes orígenes y culturas. Refuerza, asimismo, nuestro compromiso con la lucha por la igualdad de género, mostrando que es posible avanzar con temas de diversidad y equidad en entornos que pueden presentar desafíos y dificultades.

¿Cuáles son los retos de futuro?

–Creo que es muy importante trabajar la parte emocional de las mujeres para que no se sientan inferiores. También hay que poner el foco en las y los jóvenes, dándoles oportunidades, porque son el futuro.

2025-03-15T22:33:13+01:00
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