El dinero que la Asociación Contra el Cáncer en Álava está invirtiendo en investigación ya está dando sus frutos y trae noticias esperanzadoras en tumores de baja supervivencia, como el de hígado. Son fondos recaudados en actividades como la Marcha contra el Cáncer que el 9 de octubre discurrirá por Vitoria.
María Arechederra desgrana los últimos avances cosechados desde que hace cuatro años, esta doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid se incorporó como investigadora al grupo de la doctora Carmen Berasain en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra.
Explica que dos son los tipos de tumores hepáticos frecuentes y dos son también las líneas de investigación que llevan a cabo en Pamplona. “Aunque el de hígado es el séptimo cáncer más frecuente, está dentro del grupo de tumores con baja supervivencia, menor del 30%”.
Mama y próstata son a día de hoy los dos cánceres más frecuentes, pero ambos tienen una alta supervivencia, de más del 90% el primero; les siguen en frecuencia pulmón, colon, cérvix, estómago e hígado en séptima posición, pero en cuarta en cuanto a mortalidad.
Además, responde a un perfil muy concreto de paciente: hombre de edad avanzada, entre 60 y 70 años, está relacionado con el consumo de alcohol, las infecciones por los virus de las hepatitis B y C y hoy en día también con el hígado graso, donde entran obesidad y diabetes. “Es un perfil muy concreto de personas el que desarrolla este tipo de tumores”, confirma la investigadora.
Y así como hay tipos de tumores a la baja en diagnósticos; en cáncer de hígado, “la incidencia está aumentando los últimos años, y está totalmente relacionada con esa epidemia de obesidad que hay sobre todo en los países desarrollados”, apunta Arechederra. Hay un millón de personas a las que se diagnostica cáncer de hígado al año a nivel mundial.
Una de las líneas de investigación esperanzadora para Arechederra por los resultados obtenidos hasta ahora tiene un objetivo terapéutico y una larga trayectoria en el grupo de la doctora Berasain, que identificó una proteína llamada SLU7, importante para la supervivencia de las células tumorales, no sólo de cáncer de hígado sino también de otros tumores en pulmones, mamas o colon.
“Durante estos años, hemos estado identificando los mecanismos por los que las células tumorales dependen de SLU7; actualmente, vamos un paso más adelante evaluando en modelos de ratón la eficacia antitumoral de reducir los niveles de SLU7; ensayamos con animales desde hace año y medio”, detalla Arechederra. “Los experimentos con ratones, en particular, y con animales, en general, son largos y requieren mucha puesta a punto, pero los resultados por ahora son esperanzadores, aunque preliminares”, añade. Aún les quedan ensayos por hacer, pero “en un año o año y medio ya podremos saber si realmente es útil y eficaz reducir los niveles de SLU7 en los tumores para reducir su tamaño”, adelanta la investigadora. “El problema es que SLU7 se encuentra en todas las células del organismo y, claro, no queremos quitar SLU7 en cerebro, corazón, etc, sólo en las células tumorales”, dice. ¿Cómo se hace? “Con una molécula, una droga que vaya dirigida a las células tumorales de manera específica; por eso, estamos analizando la molécula que sea capaz de hacerlo, aunque “aún queda camino hasta llegar a los ensayos clínicos; hay que dar noticias esperanzadoras, pero sin pasarse”, sabe la investigadora.
No obstante, de la segunda línea de investigación sí que habla Arechederra con mayor solidez, incluso de su implantación en clínica. Si en la anterior investigación, el objetivo es terapéutico, en ésta es diagnóstico, ya que los motivos por los que el cáncer de hígado es de baja supervivencia son básicamente dos: que se diagnostica muy tarde porque no da síntomas en los estadios iniciales de la enfermedad y que las terapias no son eficaces. De ahí que el trabajo del grupo investigador vaya dirigido a mejorar ese diagnóstico tardío para lograr un mejor pronóstico de los pacientes y, en consecuencia, de su supervivencia.
Detalla la investigadora que, para ello, “utilizamos biopsias líquidas, muestras líquidas del paciente para intentar diagnosticar antes que con las técnicas convencionales que el paciente tiene un tumor. Así, analizamos la bilis que se le acumula a quienes tienen una obstrucción en el conducto bilial; son casos en los que los médicos no saben si es por un tumor o no, con pruebas como los análisis de sangre, únicamente detectan que la causa es un tumor en seis de cada diez pacientes; nosotros, en cambio, hemos recogido esa bilis que antes se tiraba, la hemos analizado y hemos visto mutaciones en los pacientes con tumor e identificado el cien por cien de los pacientes afectados, es decir, hemos sido capaces en todas las pruebas de detectar si ese paciente tenía tumor o no”, valora Arechederra.
Por lo tanto, “pensamos que si hubiéramos analizado esa bilis en el momento en que el paciente ingresa en el hospital, se le podía haber comunicado al momento si padecía un tumor, habríamos podido adelantar el diagnóstico, en unos casos tres meses, pero en otros hasta año y medio”, subraya. Sin duda, un importante avance, ya que “si logramos identificar estos tumores en un estadio temprano, en el caso del cáncer de hígado se puede operar; ése sería a día de hoy el tratamiento más eficaz porque retiras lo malo y dejas el órgano sano”, subraya la investigadora.
Hasta ahora las pruebas se han realizado en personas afectadas por un estrechamiento de la vía bilial que les provoca esa acumulación de bilis, pero en adelante, el objetivos es extender la recogida de muestras de bilis al resto de pacientes. “Aunque recoger una muestra de bilis es más difícil que una de sangre, el porcentaje de éxito del diagnóstico es muchísimo mayor en bilis que en sangre, es decir, merece la pena tomar una muestra de bilis cuando hay una sospecha”, corrobora. Y es ello, precisamente, en lo que el grupo trabaja en conversaciones con distintos centros, como el Hospital Universitario de Navarra, el Hospital de Galdakao y en breve con la Clínica de la Universidad de Navarra. “Es un método diagnóstico que se va a empezar a implantar”, avanza, y no sólo con pacientes españoles sino de todo Europa.
“Por ejemplo, de Polonia y Alemania tenemos muchas muestras porque allí hay una enfermedad común que afecta a las vías biliares, menos frecuente en el sur de Europa, y esos pacientes tienen mayor riesgo de sufrir cáncer de hígado, por lo que necesitan saber con premura si van a desarrollar un tumor o no”, señala. Además, “este análisis de la bilis se aplica también en páncreas, otro cáncer de baja supervivencia a día de hoy.
Más dinero y estabilidad
Avances conseguidos gracias a la labor investigadora que suponen un rayo de luz para los enfermos y sus familias. Entonces, ¿cómo se puede presionar a las administraciones para que gasten más dinero en investigación? “Lanzando el mensaje de que, al final, la única manera de mejorar la supervivencia en cáncer es investigando; a más investigación, mayor supervivencia vamos a conseguir. También podemos hablar de datos económicos, ya que por cada euro que se invierte en ciencia, se recaudan ocho”, cuenta.
“Obviamente, necesitamos que las entidades públicas inviertan más dinero, tanto en investigación como en innovación y estabilizando el trabajo de los investigadores e investigadoras para que no tengamos que estar siempre a la espera de que se resuelvan las becas que vamos solicitando; becas que unas veces te conceden, pero otras no porque la demanda es mayor, y realmente hay curriculum muy buenos de investigadores que se quedan sin financiación y no pueden trabajar”, lamenta Arechederra.
El factor mayor de riesgo para todo tipo de tumores es la edad. “Escuchamos que la incidencia del cáncer va a ser cada vez mayor y va asociado a la también mayor esperanza de vida de la población; sin embargo, hay un 30% de tumores que se podrían evitar porque los provocan causas no relacionadas con la genética y sí con el estilo de vida: tabaco, alimentación, sedentarismo...”, indica Arechederra.
En los últimos 50 años se ha duplicado la supervivencia de los pacientes con cáncer. Era del 25% y ahora estamos en el 56%, aproximadamente. La idea es llegar al 70%. “Sí confío en que llegará el día en el que los pacientes convivan con el cáncer, en que se cronificará la enfermedad y habrá tratamiento, al igual que tomas una pastilla para la diabetes o la hipertensión, aunque siempre va a haber grupos concretos para los que no haya un tratamiento; con todo, con más investigación se irá reduciendo la mortalidad”, opina Arechederra mientras sigue investigando avances contra el cáncer en el grupo de la doctora Berasain y gracias a los fondos donados por la asociación alavesa contra el cáncer.