¿Por qué se le desgastan los sentimientos a una persona tan joven?
El libro parte de la base de un desamor no correspondido, y el tema de una amistad que no es recíproca, tú das mucho de ti y la otra persona no da nada. El título viene del hecho de que das todo y poco a poco te vas cansando y al final lo absorbe todo de ti. No quise llamarlo Sentimientos Gastados porque siempre hay un poco de esperanza, al final siempre se puede seguir hacia adelante.
Lo gastado es definitivo, lo desgastado no.
Eso es, en lo desgastado hay marca, pero no está perdido del todo.
Escribe en ‘Sentimientos Desgastados’ sobre la autoafirmación ante las inseguridades, sobre la aceptación de uno mismo frente a lo que se considera normal. ¿Es la propia publicación de un texto tan honesto un paso adelante en la superación de esas inseguridades?
Sí, para mi fue especialmente grande porque al principio tenía muchos complejos con cómo me mostraba socialmente, con cómo me miraba al espejo, y el hecho de publicar el libro y ver que tiene aceptación, que la gente se siente identificada, me ha ayudado a aceptar mi lucha interna. Sé que no estoy solo, hay gente que está pasando por lo mismo, se puede salir de esta.
Practicar una literatura tan expuesta, por describirla de alguna manera, cura, por tanto, pero también debe de doler.
Especialmente a mi familia y a mis amigas siempre les decía que tenía miedo de que la gente se riera de mi, de que no salga bien, porque al final son tus sentimientos y verlos rechazados no ayuda mucho. Sin embargo, una vez publicado empiezas a ganar confianza en ti mismo, llegó un punto en el que me daba igual, necesitaba expulsar lo que había sucedido y lo que piense la gente tenía que ser ajeno a mi.
Quizá le haya ahorrado ese trance de la exposición a mucha gente que solo leyendo su libro se ha sentido mejor.
Sí, de hecho hay gente que me ha escrito diciéndome que pasaban por un momento parecido y que el libro les ha ayudado, y eso impacta. Cómo puedo llegar yo a transmitir tanto sentimiento y además ayudar, que ya es otro paso más. No solo se sienten identificados, también les ayudó a hacer alguna acción para ayudarse a si mismos.
Además, reivindica en su libro la alegría, la libertad y, por tanto, una mirada optimista hacia el futuro.
Sí, porque al final el libro es como un duelo, que empieza con el enamoramiento, luego la caída y luego tu propia subida, y al final sí que acaba con esa esperanza, con el renacer. Trato también temas como los derechos, los complejos, la inseguridad en uno mismo. A mi me sucedió que me venía todo en bloque.
¿Se trata más de aprender a lidiar con todas esas circunstancias que a superarlas?
Sí. Las personas tendemos a idealizarlo todo, y luego llega un momento en el que te das cuenta de que las cosas no son ideales, de que probablemente salgan mal. Si no eres realista vas a tocar fondo, si es que se puede tocar fondo. Te sientes obligado a ser realista para poder avanzar.
¿Por qué reprimimos nuestros propios sentimientos? ¿Es la presión social una coartada o un freno real para aceptar lo que somos?
No me lo había planteado, pero siento que es por ambos motivos. Lo primero es el miedo, lo que piense la gente que nos rodea o la sociedad pesa mucho, pero muchas veces tendemos a excusarnos en eso para no hacer lo que realmente queremos cuando el problema lo tenemos dentro.
¿Siente que la sociedad subestima los sentimientos de los adolescentes, que lo reduce todo al proceso de transición hacia la edad adulta sin tener en cuenta lo dolorosamente reales que pueden ser esos sentimientos?
Sí, claro. La adolescencia es un tiempo en el que sientes todo por primera vez, y hay gente, especialmente adultos, que dicen que se pasará de la noche a la mañana, o que es una fase mala. Es importante no subestimar los sentimientos del adolescente, porque se va a sentir rechazado y así solo le enseñamos a reprimir esos sentimientos. Por eso mismo, por ser la primera vez, el adolescente necesitaría más atención de la que actualmente se le da. Cuando no has experimentado todavía con nada, románticamente hablando, necesitas ayuda, que te guíen, y ver que subestiman tus sentimientos, que en parte también es rechazarlos, no te ayuda en nada. Probablemente acabes haciendo lo mismo cuando tengas hijos y acabas en un bucle. Y aunque lo hayas sentido noventa veces, nunca hay que despreciar los sentimientos ajenos porque nadie siente igual.
Empezó a escribir con 11 años, pero desde siempre había leído. ¿Para un niño pequeño la literatura es refugio, diversión, aprendizaje?
En mi caso fue afición y con el tiempo se convirtió en aprendizaje. Desde muy pequeño me encantaba leer, aprendí pronto. Como refugio no, como refugio escribía, de ahí ese poemario, aunque mucho antes escribía diarios, poemas que solo son míos, pero no leía. Mucha gente se refugia en la lectura, pero yo escribía porque no me apetecía leer cuando estaba triste.
¿Cómo y por qué da el salto de la prosa a la poesía?
Fue de golpe. Yo escribía diarios, pero nunca me comprometía con ellos, los dejaba abandonados, olvidados. Empecé a escribir poesía, vi que era más elaborado, hay que tener más cuidado, buscar los adjetivos más simbólicos, pero había que escribir menos, no tenía por qué tener conexión. Probé a escribir poesía, vi que me gustaba mucho más y empecé a leerla también, y por eso, porque empecé a escribirla antes que a leerla, no me gusta enseñar los primeros poemas, porque son horribles, pero evidentemente los voy a conservar, son parte del aprendizaje.
¿Cuáles son sus planes de futuro? ¿Habrá más poemarios?
Yo hacía teatro, y este año lo he tenido que dejar por los estudios. Ahora lo primero es sacarme la carrera universitaria, y sí es cierto que en cuanto a la literatura quiero seguir con la poesía, pero también estoy experimentando con la prosa. Me gustaría escribir alguna novela, que exige mucho más tiempo y compromiso.