Casi de casualidad, Nuria Patino lleva 23 años siendo la responsable de promoción en Gipuzkoa del Centro Vasco de Transfusión y vicepresidenta de la Asociación de Donantes de Sangre, también en Gipuzkoa. Todo comenzó mientras cursaba sus prácticas en la carrera de enfermería, ya que se percató de que le llamaba la atención trabajar con personas que no estaban enfermas.
“De casualidad”, al terminar la carrera, recibió una llamada del Banco de sangre de Gipuzkoa y, tras hacer una entrevista, se dio cuenta de que le apasionaba. Así fue cómo comenzó a trabajar con donantes de sangre, personas totalmente sanas que voluntariamente deciden hacer la labor de donar su sangre para ayudar a los enfermos.
Tal y como ella nos cuenta, nunca ha tenido ningún inconveniente, pues se trata de un trabajo de enfermería muy satisfactorio que le aporta muchas cosas positivas a su trabajo como enfermera y a ella como persona. Por esto mismo, a día de hoy Nuria sigue ejerciendo en la Asociación de Donantes de Sangre de Gipuzkoa, que nació en 1964 y está formada fundamentalmente por gente voluntaria.
Es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja conjuntamente con el Centro Vasco de Transfusión. Ellos son los que promocionan la iniciativa en los pueblos y ayudan a conseguir donantes dentro de su población. Se trata de una labor de colaboración en la que, una vez obtenida la sangre, el producto en sí, se analiza y distribuye en el propio centro.
Si quieres contarnos tu historia, puedes escribir a: igandeaplus@ntm.eus
En cuanto a los requisitos básicos para poder ser donante, Nuria nos cuenta que es necesario tener 18 años, pesar más de 50 kilos y gozar de un buen estado de salud. Comenta que se puede decir que la mayoría de la población podría ser donante a excepción de algún proceso o enfermedad que nos lo impida definitivamente.
Aun así, Nuria se dirige hacia aquellos que no pueden donar mediante una frase que le decía su jefe: “Al menos si no puedes donar puedes dar la lata”, por lo que insiste en que existen otras alternativas para aquellas personas que quieran colaborar. Entre ellas, ponerse en contacto con la asociación, donde se le facilitaría alguna otra manera de poder ayudar.
Reconoce que a veces solemos ponernos impedimentos a nosotros mismos a la hora de donar porque puede darnos “miedito” esto de una aguja en nuestro brazo. Sin embargo, declara que es gratificante saber que ponemos nuestro brazo para salvar la vida del otro, y más aún, si algún día somos nosotros los que tenemos que poner el nuestro para que nos puedan transfundir sangre y salvarnos la vida a nosotros.
De hecho, nos anima a seguir las redes sociales de Donantes de Sangre en Euskadi y a entrar en su página web donde aparecen todas las explicaciones necesarias y la posibilidad de autocitarse para poder donar mediante la BakQ.
Pese a las posibles dificultades, Nuria encara el futuro con positividad, deseando que llegue el momento en el que todos tengamos esta práctica normalizada: “Si todos donáramos una vez al año, no hablaríamos en ningún momento de reservas bajas”.
Concienciar sobre donación es importante
Donar sangre es importante, pero donar plasma es la principal necesidad actual. Aunque la sangre se transfunde, es del plasma de donde solo se pueden obtener determinados productos para hacer medicaciones usadas en el tratamiento de muchas enfermedades. Es por esto que es una necesidad llegar a ser autosuficientes en ello.
Además, en cuanto al ámbito de las universidades, anima a que la población joven, que es muy apta para donar sangre, plasma o médula se involucren, ya que “tienen una edad preciosa para coger el ámbito de la donación”, señala Nuria. En el caso de los colegios, cada vez se interioriza más esta práctica, y Patino nos cuenta con satisfacción como hace poco estuvo en un colegio donde los niños iban a ser los promotores de la donación de sangre en su pueblo.
La donación de sangre salva vidas, tanto ajenas como cercanas
La importancia de normalizar esta práctica es mucho más relevante de lo que parece
La importancia de donar sangre queda constatada con la historia que Nuria nos cuenta. Una amiga suya tiene un hijo con una alteración cromosómica y se quedó embarazada de su segundo bebé. Ella tenía un mioma en el útero (tumor benigno) y el embarazo cursaba con toda normalidad, hasta que en el quinto mes comenzó a encontrarse mal porque este se estaba necrosando.
Entre lo que supone el gasto de nutrientes que absorbe un bebé a nivel sanguíneo, sumado a su problema con el mioma, se quedó sin glóbulos rojos. “Prácticamente llegó al hospital cuando se estaba casi muriendo”, destacó. Le transfundieron glóbulos rojos, plaquetas, plasma, de todo, para poder mantenerla con vida, operarla y quitarle el mioma, además de quitarle desgraciadamente a su bebé.
Aun así, y como ella dice, afortunadamente gracias a esas transfusiones de sangre puede seguir acostando todas las noches a su otro niño. “Es muy bonito, y hay más historias, hay muchas historias de gente que ha luchado mucho con sus procesos y que gracias a las transfusiones han tenido esa energía o esa ayuda para seguir viviendo, y viviendo la vida al igual que la vivimos los demás”, relata.
Por todo esto nos recuerda: “A veces, tenemos que pensar que hoy pueden ser otras personas las que necesitan la transfusión, personas anónimas o ajenas a nosotros, pero mañana podemos ser nosotros o cualquiera de las personas que realmente nos importan los que necesiten esa transfusión”.