Ocho de cada diez personas con trastorno mental no tienen empleo en Euskadi, donde apenas llegan al 19 % las que tienen un diagnóstico severo y trabajan, por lo que los afectados reclaman a empresas e instituciones que pongan en marcha medidas que eliminen los estigmas y favorezcan su inclusión laboral.
Los datos y la reivindicación los ha ofrecido la presidenta de la federación Salud Mental Euskadi, María Ángeles Arbaizagoitia, durante un acto institucional celebrado este jueves en el salón de plenos del Ayuntamiento de San Sebastián, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental.
Los consejeros del Gobierno vasco, de Salud, Alberto Martínez, y de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, así como el Ararteko, Manuel Lezertua, han intervenido en el evento, que ha reunido, además numerosas autoridades y a más de doscientas personas, representantes del movimiento asociativo.
Las cifras de "exclusión laboral" son reflejo de "un sistema que aún no ha aprendido a integrar a todos sus ciudadanos", ha denunciado la presidenta de la federación que agrupa a las cuatro asociaciones de salud mental del País Vasco, tras lo cual ha alertado de que, según datos del INE, la tasa de desempleo del colectivo es "la más alta entre las discapacidades".
Ha afirmado que más de la mitad de las personas diagnosticadas "han sufrido rechazo o discriminación" y que es el laboral "uno de los ámbitos en los que más se produce".
Arbaizagoitia ha pedido mayor compromiso por la inclusión laboral porque tener empleo además de dar independencia económica también contribuye a desarrollar "un proyecto de vida", "mejora significativamente la autoestima y facilita la recuperación".
Para superar los obstáculos, ha considerado "imprescindible" que empresas e instituciones "implementen políticas inclusivas" para "acabar con los estigmas", adaptar los entornos laborales y promover "apoyos personalizados".
La presidenta de Salud Mental Euskadi ha pedido aplicar la Estrategia contra el Estigma y la Discriminación asociados a las personas con estos trastornos, para "sensibilizar a las empresas y la sociedad en general".
Flexibilizar horarios, tiempo para acudir a citas médicas o terapias y reservar al menos un 2 % del empleo público en las OPE, han sido algunas de las medidas concretas que ha revindicado la representante de los afectados, que también ha pedido "apoyos personalizados y nuevos roles", cambios en tareas para reducir el estrés o combinar apoyo socio-sanitario con reintegro gradual al trabajo tras periodos de baja.
Euskadi "ha ido adaptándose a las necesidades"
El consejero Alberto Martínez ha subrayado por su parte que la atención a la salud mental en Euskadi "ha ido cambiando y adaptándose a las necesidades" y, según ha destacado, sigue apostando por "la atención comunitaria" para "prevenir la enfermedad y atender a las personas", y que sean "plenas e independientes en todos los ámbitos".
Ha remarcado la importancia que tiene en la red de recursos disponibles la participación y colaboración de las asociaciones, y les ha asegurado que, entre "las prioridades" recogidas en el programa de Gobierno, figuran "situaciones emergentes" en materia de salud mental, que han irrumpido "como un tsunami" tras la pandemia, sobre todo entre jóvenes y mayores que sufren de soledad, con "mayor riesgo de suicidio".
Melgosa ha defendido por su lado la necesidad de "abolir" las barreras que establecen "los prejuicios sociales o la falta de adaptaciones adecuadas", con el fin de facilitar la plena participación de las personas con trastornos mentales en el mercado laboral.
"A menudo son percibidas como menos capaces o inestables, lo que lleva a una discriminación en los procesos de contratación o durante su permanencia en el trabajo", ha señalado, tras lo cual ha proclamado que "la estigmatización representa un desafío para toda la sociedad" y ha reafirmado su apuesta por "programas de asistencia que incluyan servicios de asesoramiento psicológico.
El acto en el Ayuntamiento ha concluido con la emisión de un desgarrador audiovisual con el testimonio en primera persona de una afectada que describía su sufrimiento, físico y emocional, durante un ingreso en una unidad de psiquiatría por un brote psicótico.