Los cuatro días posteriores al estallido de la guerra de Ucrania fueron interminables para Mercedes y Fernando. Tras difundir la fotografía de Sasha por las redes sociales e intentar contactar con él de todas las formas posibles, el vecino de Olite estaba en una cafetería cuando recibía un mensaje en ucraniano a través de Facebook, que al traducirlo decía "Hola papá". Al leerlo, Fernando corrió hasta su casa para enseñárselo a su mujer, que por fin pudo descansar, al menos, por unos instantes.
Este matrimonio de Olite decidió acoger Sasha, un niño ucraniano de 9 años, en 2007 porque habían escuchado que otras familias estaban dando hogar a niños de la zona de Chernóbil. Durante 5 años, Sasha, el pequeño de ocho hermanos, llegaba desde un orfanato ucraniano hasta Olite a pasar el verano y la Navidad. Fue otro miembro más de la familia formada por Mercedes Blasco, Fernando García y sus hijos Javier Ignacio y David. La última vez que estuvieron con él fue en 2011, desde entonces, continuaron el contacto por teléfono hasta hace unos años. "Él formó su vida allá y cuando colgábamos la llamada yo me quedaba muy mal por no poder verle, así que dejamos de llamarnos hace unos años. Supongo que también fue duro para él perder el contacto con nosotros", cuenta Mercedes.
La publicación que el matrimonio hizo en su perfil de Facebook el 24 de febrero se difundió rápido entre su entorno y también entre usuarios de todo el mundo a los que conmovió su historia. En ella, la familia pedía ayuda para poder localizar al que había sido su hijo de acogida. "Todo el mundo nos mandaba mensajes de ánimo y lo difundían para que pudiésemos encontrar a Sasha. Compartieron el mensaje hasta en otros países. Al final, se puso en contacto con nosotros una familia de Olite que en aquellos años acogió a la hermana de Sasha, Tania. Ella nos puso en contacto con él", narra Fernando.
El primer contacto
La primera llamada con Sasha, que ahora tiene 24 años, fue emocionante y sorprendente para ellos. "Esa videollamada supuso muchísimo para nosotros y para él. No sabíamos dónde estaba, si estaría en el ejercito o si estaba bien", explica Mercedes, que añade que al enterarse de que comenzaba la guerra, sintió una necesidad muy fuerte de localizarlo y retomar el contacto con él. "A pesar de todos los años que han pasado, cuando hablamos fue todo igual. Antes del conflicto soñaba con que un día sonara el timbre de casa y al abrir la puerta estuviese él". Cuando le vieron, Mercedes no pudo contener sus lágrimas y asegura que pudo respirar y sentir alivio después de cuatro días.
La última vez que le vieron, despidieron a un niño de 14 años y ahora, explican, se han reencontrado con un hombre. "Ahora es un hombre, aunque sigue con la misma cara que tenía, pero ya es adulto, al estar tanto tiempo sin verle nos chocó su cambio físico", relata Fernando.
El joven se encuentra refugiado en Kiev, acompañado de dos de sus hermanas, cuñados y sobrinos. Desde una de las habitaciones, Sasha intenta hacer dos videollamadas al día con Mercedes y Fernando, a quienes les cuenta cómo ha sido su vida y anécdotas divertidas para intentar distraerse de la guerra que transcurre tras las paredes de su cuarto. Mientras hablan, el joven apenas menciona lo que está sucediendo en Kiev. "Creemos que es una forma de evadirse, nos dice que escucha bombas y aviones sobrevolando la ciudad, pero cambia de tema y nos pide consejos sobre chicas o nos enseña a sus sobrinos".
El matrimonio espera con ansia cada día a que suene el teléfono y sea él. "Le escribimos al despertarnos y esperamos hasta que nos llama. Hay días en los que la llamada tarda y es muy angustioso no saber qué puede estar pasando", describe Mercedes, que evita no ver mucho las noticias para no alimentar esa angustia. "Hay veces que me obligo a apagar la televisión pero luego no puedo evitar y termino encendiéndola".
El sueño de Sasha
Durante esas llamadas, Sasha les cuenta que quiere viajar a España y empezar una vida en Olite lejos del terror que está viviendo en su país. "Yo creo que la única alegría que tiene ahora mismo es hablar con nosotros y pensar que va a viajar aquí. Ya no les dejan salir de Ucrania, y además no tiene los papeles en regla, pero confiamos en que pueda venir porque sabe que aquí tiene una familia", dice Fernando.
La situación en Kiev, como en el resto de Ucrania, cada vez es más crítica y cada día tardan más en saber del joven. "Los últimos días lo hemos notado más nervioso, cada vez ven el horror más cerca", lamenta el matrimonio. En las últimas horas, Fernando y Mercedes no han tenido noticias de Sasha, pero esperan que su teléfono vuelva a sonar pronto. A pesar de ello, la esperanza de reencontrarse con él en Olite tras once años separados perdura en ellos.