El pequeño Óliver, el niño malagueño de dos años y medio que fue intervenido en Barcelona de un tumor cerebral, recibirá el alta "en cuatro o cinco días" por su favorable evolución aunque tiene por delante seguir tratamiento de quimioterapia y radiación con protones, ha explicado en rueda de prensa el equipo médico del hospital Sant Joan de Déu.
"Ayer hablamos por primera vez con la familia sobre el alta, dada la buena evolución. No hay fecha concreta, pero será inminente, en cuatro o cinco días aproximadamente", ha explicado José Hinojosa, jefe del Servicio de Neurocirugía del hospital cuando han pasado diez días de la intervención.
Cuando reciba el alta en Barcelona, el siguiente paso será primero participar en un ensayo clínico de quimioterapia, tras lo que se llevará a cabo una resonancia y después se procederá a radioterapia con protones en un centro en Madrid, ha explicado la doctora Ofelia Cruz, oncóloga del citado hospital.
Alejandro, el padre de Óliver, ha mostrado su satisfacción a los medios porque su hijo "está cada día mejor" y va dando "pequeños pasos".
"Cada día se recupera más, dice una palabra nueva, un gesto, una mirada. Ayer dio unos pasos. No andaba desde octubre", ha afirmado a los medios.
"Llegamos con un diagnóstico muy malo y ahora tenemos un camino por recorrer", ha añadido Alejandro, que en su nombre y el de su mujer ha insistido en agradecer su labor a los sanitarios.
Tanto el padre del niño como el personal de Sant Joan de Déu han querido llamar la atención sobre el hecho de que el caso de Óliver es solo uno de los más de 1.000 de cáncer infantil que hay en el Estado español.
"El caso de Óliver es particular, pero no es el único. Estos días he podido hablar con muchas familias. Algunas están peor que Óliver, otras mejor", ha señalado Alejandro.
La doctora Cruz ha apuntado que solo en Sant Joan de Déu tienen alrededor de 100 casos de cáncer infantil, unos 1.200 pacientes de cáncer pediátrico en todo el Estado español.
El caso de Óliver despertó interés mediático porque el niño llegó desde México, donde residía con sus padres, después de que los doctores que allí le trataron determinaran que no era viable extirparle el tumor por su estado de fragilidad.
Comenzó entonces un viaje a contrarreloj de Óliver y su familia desde Cancún (México) hasta Barcelona, con un avión medicalizado costeado por un empresario que mantiene el anonimato.
El niño llegó a Sant Joan de Déu el pasado 26 de octubre y al cabo de 48 horas fue operado por primera vez para tratar la hidrocefalia que padecía (acumulación de líquido en el cerebro), lo que era necesario para proceder a la segunda cirugía, en este caso para extirpar el tumor, que tuvo lugar hace diez días, una cirugía de más de 10 horas con una docena de profesionales implicados.