Omar Fraile bendice a Pogacar

Omar Fraile, que siempre tuvo olfato para la victoria, supo leer como nadie el final de la Vuelta a Andalucía, el día de la coronación y entronización de Tadej Pogacar después de exhibirse por la pasarela día tras día. El esloveno, al que sus muchachos han llevado en carroza, quiso regalar la última etapa a uno de sus costaleros.

La magnanimidad del líder. Pogacar preparó la llegada para Alessandro Covi, su colega, la alternativa a sí mismo. El estirón de Pogacar descoyuntó incluso a sus compañeros, sometidos por la potencia de sus latigazos. Reventó la llegada.

Abrió camino hacia Alhaurín de la Torre, la última pared. De la trinchera de los días felices, emergió Fraile, tantas lunas sombreado, sin nada que llevarse a la boca desde su conquista del Campeonato de España de 2021. El vizcaino intuyó el desajuste del final. Río revuelto. Hombre de mar, remero en la Sotera antes que ciclista, Fraile salió a pescar. “Les dije a mis compañeros que confiaran en mí, que me veía con opciones de ganar. Estoy súper contento. Necesitaba ganar. Me he quitado un gran peso de encima”, dijo Fraile, liberado en el pueblo de la cárcel de los famosos. La suya fue una victoria cicatrizante.

Aunque instalado en el anonimato, gregario en una gran estructura, el santurtziarra no ha perdido la capacidad de la lectura de la carrera. La paciencia como virtud. Si bien se había extraviado en un año, el pasado, complejo, por asuntos personales, reconfigurado, Fraile, convencido, encontró el camino de vuelta. Sumó su octava victoria profesional.

FRAILE, INESPERADO

Alineado nuevamente, en equilibrio, Fraile halló el hilo del que tirar para tejer una gran victoria en un escenario con estupendos rivales. El vizcaino cortó la alegría de Covi, que era la apuesta del UAE, el equipo del líder, victorioso en cuatro de las cinco jornadas de la carrera. La dictadura de Pogacar y los suyos la quebró Fraile, al que pocos esperaban.

La confianza le alimentó la dicha. El vizcaino, en una llegada exigente, desmadejado el orden, se incrustó en la rueda de Covi para después despacharlo en un final de fuerza y potencia. Su rúbrica. El vizcaino se quitó el plomo en los bolsillos del retrovisor. Envió al olvido los días pasados, escasos de luz, grisáceos y se besó el nudillo.

Se iluminó como cuando frotó la lámpara mágica en Mende, en la última victoria vasca en el Tour. Se reconoció Fraile, que tuvo tiempo de subrayar el nombre de su equipo, el Ineos. Sabe que los británicos han tenido paciencia con él. Les agradeció el gesto con una victoria reparadora. Puro alivio.

Mikel Landa, segundo tras Pogacar en el podio de la Vuelta a Andalucía. Bahrain / Sprint Cycling

LANDA, FANTÁSTICO, SEGUNDO

De paso, su logro bendijo a Pogacar, imperial en la Vuelta a Andalucía, que manejó a su antojo. Tras él, en el podio final, se encaramaron Mikel Landa, a 1:18, y Santiago Buitrago, a 1:23 del incontestable e inaccesible esloveno. Al de Murgia le acompañó la media sonrisa y la mirada triste en el podio de la Vuelta a Andalucía.

La firma de su rostro en cada orla en la que posa aunque esté entre los mejores de la clase. Parece un antihéroe. Si embargo, ese rostro enigmático encierra la felicidad de un gran logro. Obtuvo la plata en la carrera tiranizada por Pogacar, que compite contra la historia y contra sí mismo, en ocasiones más rápido que su sombra.

EL IMPARABLE ESLOVENO

El alavés es un enigma hasta que habla. Entonces es cristalino. Antes de partir hacia la carrera andaluza, el escalador de Murgia analizó qué supone correr contra Pogacar y de algún modo, describió qué es el esloveno volador.

“Pogacar es lo más impresionante que he visto en el ciclismo. Yo no he vivido la época de Eddy Merckx, pero no sé cuánto mejor pudo ser. Un chico que es capaz de disputar hoy en día un Tour de Flandes y un Tour de Francia a mí me parece increíble. Me tiene alucinado”, dijo en una entrevista a este periódico”.

Pogacar, por catálogo y radio de acción, se parece a Merckx. En Andalucía se mimetizó. El esloveno, exhibicionista de punta a punta, coleccionista de victorias, 51 le bordan la pechera con apenas 24 años (campeón del Tour en 2020 y 2021) después de recolectar tres victorias de etapa y la general, dominó la carrera a capricho.

Entre el resto, los ciclistas que son extraordinariamente buenos, grandes campeones, pero no deidades, se impuso Landa, que conoce la pose próxima a Pogacar. En la Tirreno-Adriático que condecoró al esloveno en las dos últimas ediciones, Landa cerró el podio.

En Andalucía, se aproximó un peldaño más. Al podio también subió con la sonrisa abierta en abanico Fraile. No había que escudriñar el rostro al santurtziarra, feliz, tras reencontrarse con su mejor versión tanto tiempo después. En el podio de Andalucía se reunieron los buenos tiempos de Pogacar, Landa y Fraile.