Polideportivo

Colosal orgullo azulgrana

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Granger, sin fortuna en sus tiros abiertos, pelea por un balón dividido con Jaramaz.

Parecía una misión imposible por muchas razones, una de esas gestas al alcance de unos contadísimos guerreros con la palabra fe tatuada en la frente. Pues bien, tras cerca de dos horas de un admirable despiegue físico y un baloncesto por momentos de alta escuela, la proeza azulgrana se hizo realidad en las más adversas circunstancias. Con siete jugadores, sin pívots por las eliminaciones de Nnoko y Enoch y un quinteto atípico conformado por Baldwin, Kurucs, Granger, Marinkovic y Costello. Un día para sentir orgullo.

El Baskonia aterrizó en el Audi Dome con un plantel de circunstancias pero salió de él completamente fortalecido por un triunfo conmovedor. Lástima no haber exhibido este espíritu de supervivencia ni esta mentalidad a lo largo de la temporada porque el paisaje en la Euroliga sería otro bien distinto en el ecuador.

Ni cansancio ni nada por el estilo ante un Bayern devorado por el volcán Baldwin y también sin antídotos ante ese ironman llamado Costello. Dos jugadores de hierro en los que se apoyó el equipo vitoriano para firmar un triunfo con tintes épicos y mejorar su balance continental.

Ni el más optimista del lugar podía vaticinar algo así viendo el parte de guerra de un maratoniano azulgrana que cautivó por su espíritu de lucha, su carácter y su hambre para protagonizar una gesta mayúscula. Todos los prejuicios sobre la necesidad de contar con una rotación larga acabaron esta vez en la basura mientras el Bayern se veía reducido a cenizas.

La exhibición alavesa fue mayúscula de principio a fin. Baldwin y Costello acapararon todos los flashes, pero el resto aportó su granito de arena para profanar una pista donde tan solo los dos grandes de la competición han salido airosos.

Por si la enfermería azulgrana no estuviera a rebosar antes del salto inicial, el partido amaneció con otro sobresalto debido a la baja de última hora de Fontecchio. El italiano también causó baja por fiebre, por lo que el Baskonia presentó un roster raquítico integrado por ocho efectivos –entre ellos el residual Barrera– más el renqueante Kurucs, que efectuó un viaje exprés el mismo día del partido para ser de la partida. Eso sí, las precarias condiciones físicas del letón, que se desangró en el marcaje a Rivers en su solitaria aparición, quedaron pronto patentes.

Pese a tantas dosis de infortunio, el conjunto vitoriano se rebeló de forma admirable ante la precariedad más absoluta y tiró de orgullo. De entrada se apoyó en un extramotivado Baldwin para marcar territorio y confirmar que no estaba de turismo en el Audi Dome. El estadounidense, perfecto conocedor del aro alemán, anotó 14 puntos en los siete primeros minutos del partido, tiranizado por los hombres de Spahija gracias a un parcial de 2-18 en medio de la ceguera ofensiva del Bayern.

Jugadores como Baldwin y, sobre todo, Costello –que se metió entre pecho y espalda los 40 minutos– se vieron exprimidos hasta límites insospechados por la falta de un relevo. Spahija apenas pudo innovar para salir del paso. Salvo Nnoko y Enoch, las faltas no penalizaron a ningún jugador del técnico croata para evitar que la sangre llegara al río.

El Bayern tan solo se vio reanimado gracias a la irrupción de un veterano del Vietnam como Rivers, el recambio en tierras bávaras del lesionado Hilliard. El veterano exterior amargó la existencia a Kurucs con 12 puntos en un abrir y cerrar de ojos dentro del segundo cuarto. Con el paso de los minutos, la versatilidad de Thomas y el músculo de Hunter abrieron nuevas vías de agua en la defensa vitoriana, pero el alemán fue en líneas generales un equipo sometido y sin respuestas.

El Baskonia volvió a abrir brecha tras el descanso con un solvente trabajo defensivo y una novedad en la jerarquía de hombres altos. Nnoko tomó con acierto el relevo de Enoch a la hora de brindar estabilidad a la pintura. El controvertido camerunés disputó sus mejores minutos de la actual temporada sumando en ataque e intimidando atrás a Hunter, aunque su pujanza se vio frenada por las faltas.

Sin embargo, los auténticos demonios para el Bayern fueron Baldwin, que se ensañó con el anfitrión gracias a canastas de todos los colores, y un omnipresente Costello, un elemento indescifrable con sus tiros abiertos, penetraciones y juego de espaldas al aro. El Baskonia estableció el 48-65 en las postrimerías del tercer cuarto merced a un juego coral que se le indigestó al cuadro teutón y de ahí a la conclusión administró sus cómodas ventajas con sabiduría.

las claves

Espíritu de supervivencia No importó la baja de última hora de Fontecchio, que aumentaba un parte de guerra ya de por sí desolador. Tampoco que Kurucs no estuviera en condiciones de competir tras su viaje relámpago a Múnich. Ni siquiera las prematuras eliminaciones de Nnoko y Enoch hicieron mella. Ni el hecho de acabar con Marinkovic como improvisado 'cuatro'. El Baskonia fue un gigante en tierras bávaras.

 

Dos colosos grandiosos Baldwin no se apiadó de su antiguo equipo, al que hizo un descosido con una actuación superlativa repleta de acierto y personalidad. El socio perfecto del estadounidense fue Costello, que se metió entre pecho y espalda los 40 minutos siendo un elemento indescifrable para el Bayern. Ambos lideraron el épico triunfo vitoriano ante los de Trinchieri.

24/12/2021