¿Qué hay en juego el 23-J?
—Nos jugamos tanto que casi nos lo jugamos todo. En términos de reconocimiento nacional de nuestras respectivas naciones, pero también de desarrollo económico y de justicia social porque sabemos que representamos un modelo contrapuesto al de PP y Vox, y a menudo al del PSOE. La derecha derogará todo lo conseguido a favor de la ciudadanía.
¿Les está costando movilizar al electorado soberanista?
—Movilizar le cuesta a todo el mundo y también a nosotros porque la campaña está muy polarizada entre bloques, y a los dos grandes partidos es lo que les interesa. La diferencia es que para nosotros es más importante el país que no el resultado concreto de un partido. Por eso no pedimos el voto para nuestro partido sino para nuestro país porque somos los únicos que lo defenderemos. Hay muchos antecedentes que demuestran que PSOE y PP están dispuestos a entenderse, como cuando pactaron para repartirse el gobierno en Euskadi o cuando lo hacen para que no haya mayoría de progreso en Iruñea o Gasteiz, o en Barcelona. O cuando el Partido Socialista invistió a Rajoy en 2016.
Tras el 28-M, Pere Aragonès llamó a un programa de mínimos entre el independentismo que no ha cuajado. Usted ha calificado como “egoísta” la actitud de Junts, al que ve en el cuanto peor, mejor.
—La experiencia histórica demuestra que cuanto peor, peor. En casi ningún lugar del mundo se ha demostrado lo contrario. Cuanto mejor, mejor. Porque mejorar el entorno empresarial, la confianza de los inversores, las pensiones, los salarios, las condiciones de los autónomos o de los estudiantes universitarios, todo esto, en nada nos aleja de la independencia de Catalunya. Al contrario, estamos convencidos de que en la medida en que demostremos que somos útiles y que cuidamos a todos estos sectores, supone invitarles a formar parte de un proyecto republicano e independentista.
¿Qué ha hecho mal la izquierda española para tener unas encuestas tan adversas pese a los avances y los buenos indicadores económicos tras una legislatura tan compleja?
—El Partido Socialista tiene por costumbre intentar erosionar y eliminar a sus aliados ya que sucumbe a la idea de que si no tuviese que pactar con nadie estaría mejor. Esto es lo que hizo con Santiago Carrillo, Julio Anguita, Pablo Iglesias e Irene Montero, y es lo que hará la próxima legislatura con Yolanda Díaz. Lo sorprendente no es que el PSOE lo haga, sino que los sucesivos líderes a su izquierda no sean conscientes de ello, y que crean que no lo hará con ellos. Y aunque Díaz crea que no, el PSOE se lo hará. Después, hay otra reflexión. Hace diez años estábamos ante una crisis económica muy cruel, con porcentajes de paro del 25%, y en cambio ahora la situación es mejor en muchos aspectos (ocupación, inversión extranjera o exportaciones). Pero esto pasa desapercibido porque hay a quienes les interesa que la sociedad perciba que todo va muy mal, y son los que tienen mucho poder institucional, mediático y económico. Desprestigian a la clase política porque saben que es en la política el único espacio donde ese poder puede ser contestado. A dinero y a medios de comunicación no les vamos a ganar, pero el día de ir a la urna el voto de todos vale igual.
Con un precedente como lo acontecido en Barcelona, ¿qué diferencia a Sumar del PSOE?
—La única aspiración de Sumar es parecerse al PSOE, igual que buena parte de los dirigentes socialistas buscan parecerse lo máximo al PP. Lo vemos en sus barones territoriales, que han criticado en público al Secretario General y presidente del Gobierno porque no se parecía al PP como les gustaría. Cuando PSOE y Sumar pactan con la extrema derecha de Valls para que Maragall no sea alcalde, o cuando hacen lo propio con el PP para evitar que haya un alcalde de Junts, se evidencia su esfuerzo en querer convertirse en lo mismo y evitar alternativas soberanistas.
¿Qué significa subir el nivel de la exigencia si vuelven a tener la llave de la gobernabilidad de Sánchez?
—No debería sorprenderle a nadie que queramos ser lo más exigentes que podamos en beneficio de nuestro país. Es lo que debería hacer cualquier partido. Tenemos que defender Catalunya en todos los ámbitos: contra la represión, avanzando en el camino de la amnistía, defendiendo la democracia y en todo lo que contribuya a nuestro derecho a decidir. Y defender Catalunya es defender su economía, a las empresas, agricultores, autónomos y pensionistas, o poner límite al aumento de alquileres e hipotecas.
¿Y qué papel les quedaría ante un gabinete de PP y Vox, que alienta ya grandes tensiones en Catalunya?
—Nos correspondería hacer lo mismo que hemos hecho siempre cuando PP y Vox han ganado. De hecho, ya lo han hecho cuando formaban parte del mismo partido. Hemos oído que Vox nos amenaza con otro 155 intenso y de larga duración. Pues les queremos recordar que no nos dan miedo porque en muchas ocasiones ya los hemos derrotado y es evidente que lo volveríamos a hacer. Ya derrotamos al régimen de Aznar y al de Rajoy, y volveríamos a ganar porque ERC nunca ha pactado con ellos. Quizá pueda haber alguna duda legítima de dónde estarán otros que sí pactaron con el PP. CiU lo hizo en el Gobierno español y en el Parlament de Catalunya. Por eso puede haber una duda legítima de qué hará Junts pero no de qué hará ERC. Esa derecha extrema que ya ha retirado revistas en catalán en la Comunitat Valenciana persiguiendo una lengua, una cultura, algo que no es anecdótico, se topará siempre enfrente con Esquerra Republicana.
La derecha habla de revertir la sedición y de tipificar como delito el referéndum ilegal.
—Sacar de la prisión a inocentes siempre es bueno y eliminar delitos que no existen en ningún otro Código Penal de cualquier democracia europea es avanzar. Si PP y Vox caen en esa tentación tendremos más argumentos no solo en nuestras respectivas sociedades sino también a nivel internacional. Aprovecharemos todas las herramientas para convertir las amenazas en una nueva oportunidad.
¿Ve plausible la abstención del PSOE en una investidura de Feijóo?
—No es que yo lo vea posible, es que ya lo ha hecho. Mi opinión es irrelevante, lo relevante son los hechos. ¿El PSOE puede permitir la investidura de Feijóo? Evidentemente, sí. Así se expresa su exsecretario general y expresidente del Gobierno más influyente: Felipe González. La cuestión es: ¿cuántos ciudadanos que no quieren un Gobierno del PP arriesgarán su voto apoyando al PSOE cuando ya le ha dado antes el Gobierno al PP? Quien no quiera correr riesgos de que gobierne el PP, en ningún caso debe votar al Partido Socialista.
¿La mentira no tiene un peaje?
—La primera condena judicial contra Berlusconi acabó con un periodista preguntándole si creía que eso afectaría a su carrera política. Y le respondió diciendo que por supuesto que no ya que “la verdad es irrelevante”.
¿Puede influir el 23-J en un adelanto electoral en Catalunya?
—Todo influye en todo en esta vida. La cuestión es en qué medida. En este momento no se me ocurre que haya ninguna razón para pensar en ello.