La aplicación del VAR ha aportado más objetividad y milimetraje al fútbol: no hay fueras de juego dudosos ni goles fantasma. Por contra, el rearbitraje desde la sala de televisión ha generado confusión en una acción tan determinante como es el penalti. El criterio aplicado durante la puesta en marcha de la nueva tecnología casi sancionaba el cien por cien de las faltas dentro del área, fueran estas sospechosas de mano, pelota al brazo o fricción o roce entre dos jugadores.
La doctrina de todo es penalti quedó instaurada para alborozo de las tertulias. Ha pasado que lo que era ley ayer es hoy papel mojado; no podía rebajarse a anécdota la falta más controvertida y cada verano lo que es, lo que no es y lo que parece queda sometido a revisión Y así, entre quita y pon, llega una jugada como el despeje que pega en el brazo de Busquets, la afición y los jugadores reclaman penalti, la acción termina en gol del Barça y Osasuna se va del partido colocándose al borde de la derrota.
Yo creo que si el árbitro pita penalti por esa acción involuntaria, en un gesto de no intervención, en el contexto de un balón que sale del área sin opción para el rival, estamos banalizando el fútbol. Que la protesta al unísono sirva para meter presión al árbitro y al rival y convertir el estadio en una caldera, incluso puede ayudar a la reacción ante el varapalo. Pero, ya digo, no hay motivo ni para sentirse marginado ni perseguido. Lo peor fue que el gol que pone fin a la jugada alteró los ánimos de los rojillos que, tras una buena primera parte, pasaron a estar más pendientes de las decisiones arbitrales, de reclamar y de protestarlo todo, que de seguir metiendo en problemas a este irreconocible Barcelona. En este sentido, el que Jagoba Arrasate cambiara media alineación en cinco minutos ayudó a gestionar esa excitación que estaba remando en contra y canalizarla en beneficio del equipo con la ayuda de una afición que no dejó de animar hasta minutos después de concluir el partido. Así, el gol de Chimy puso las cosas en su sitio porque el despliegue de Osasuna, el esfuerzo sin reservas, merecía una recompensa en forma de puntos. Lo de ganar lo vamos dejando para otro día.
El partido no se puede ni se debe agotar en esa jugada polemizada. Osasuna cambió de cara aunque continúa dejando escapar puntos de El Sadar, pero ayer supo amoldarse, tanto en el dibujo como en la intensidad, a lo que requería el envite. Actuaciones como las de David García, Juan Cruz y Moncayola rayaron a gran altura; otros como Nacho Vidal (desbordado por Abde), Rubén García o Budimir en los minutos que intervino, no ofrecieron su mejor versión.
Si el Barça de Xavi Hernández busca su punto de inflexión, Osasuna está inmerso en el mismo proceso. El equipo sacó ayer intensidad y carácter, realizó un notable despliegue físico y apretó hasta el último minuto: "Echarle huevos", en palabras de Chimy Ávila al final del partido. Son matices que la afición extraño en los dos anteriores compromisos y que habrá que poner sobre la mesa en la visita al Getafe. La racha sin ganar se alarga mientras engorda la suma de puntos. Y además, el equipo y la afición salieron ayer del letargo. Porque en fútbol no todo es el penalti.