No nos engañemos, los clubes ponen un parche a su maltrecha economía tras el acuerdo con CVC y el que gana es el fondo de inversión
"El conceto es el conceto: esa es la cuestión". La mítica frase de Manuel Manquiña (Pazos en la película Airbag) sirve para enmarcar el momento por el que transita Osasuna a pocas horas de comenzar la temporada 2021-22.
En un ambiente futbolístico envuelto por el ruido de la despedida de Leo Messi del Barcelona y el controvertido acuerdo de Javier Tebas con el fondo CVC (respaldado en Asamblea por 38 de los 42 clubes), el regreso parcial del público a los estadios de Primera división es el único síntoma de vuelta a la normalidad en una industria cada día más sometida a los balances económicos y a la necesidad urgente de captar ingresos para mantener su inflada estructura. Osasuna no es ajeno a esos vaivenes, ni a la crisis económica provocada por el coronavirus ni a un mercado que, pese a lo anterior, sigue siendo inflacionista y que dispara la adquisición de futbolistas, los salarios y el coste total de las plantillas. Por eso, y más que nunca, para la ya centenaria entidad es muy importante, vital diría yo, ser fiel a su concepto de club marcado por una personalidad y un carácter labrado al hilo de su historia y no dejarse abducir por el contexto actual sin dar espacio a la reflexión y a escuchar a los socios.
Con este telón de fondo, Osasuna llega a la línea de salida con las ideas claras, al menos en lo futbolístico. La continuidad de Jagoba Arrasate en el banquillo es el pegamento del proyecto. Comienza su cuarta temporada sin haberse apartado de los fundamentos que le ayudaron a revitalizar al equipo y a la afición. Es más, las contadas incorporaciones para esta campaña tienen un perfil deportivo y humano que encaja como pieza de puzzle en el entramado de Osasuna. Jugadores que llegan a coste cero y con contrastada hoja de servicios en la categoría.
A primera vista, Osasuna tiene una plantilla sólida y homogénea, con alternativas en todos los puestos e incluso con futbolistas que permiten jugar de una manera o de otra, gente versátil. Luego puede pasar de todo, pero, a primera vista, el equipo tiene gol. La inversión realizada por Budimir es la apuesta más potente de la historia. El croata parece cómodo en el sistema y no es un delantero egoísta. Con Kike García cerca, aplicado también en la presión alta, hay un claro complemento también a la hora del repliegue.
Con estos dos futbolistas en el campo, las jugadas a balón parado y los centros laterales serán señas de identidad de los rojillos. Si Budimir y Kike García apuntan a titulares ¿qué pasa con Chimy Ávila? El argentino no es el mismo que antes de la doble lesión; tiene el genio y el pundonor por pelear todos los balones, ha vuelto a marcar en pretemporada, pero sobre el verde no desprende aquel aroma que convertía situaciones inverosímiles en remates a gol. Quizá sea cuestión de tiempo...
El equipo titular no cambiará mucho. Aún dando siempre espacio a todos (el pasado curso fue muy adecuada la concesión de partidos y minutos a Javi Martínez, que el canterano rentabilizó muy bien), Arrasate trabaja con un núcleo duro para integrar el once inicial: Sergio Herrera, Nacho Vidal, Aridane, David García, Oier, Moncayola, Torró, Roberto Torres, Rubén García y Kike Barja. El grupo de máxima confianza del que también forma parte Íñigo Pérez. De entre ellos, y en comparación con la pasada temporada, ha llamado la atención en los amistosos el avanzado estado de forma de Nacho Vidal y Rubén García.
Así las cosas, Osasuna tiene argumentos para seguir reclamando un puesto entre la clase media. Pero de la misma manera que no debería haber contratiempos para conseguir la permanencia, las voces que entre la afición apuntan a luchar por un puesto en competición europea deberían dejarlo para más adelante. Más de un equipo con potencial superior a Osasuna ha pasado la temporada dando tumbos y, finalmente, sucumbiendo al descenso.
No olvidemos, pues, el concepto, las señas de identidad, todo aquello que da fuerza a la marca Osasuna. Porque el contexto se presenta intrincado; las grandes estrellas dejan LaLiga y la competición, como artículo de consumo, se devalúa en beneficio de otras como la inglesa o la francesa. El presupuesto de Osasuna volverá a crecer, hay que pagar la reforma de El Sadar y su sobrecoste, y está pendiente la recompra de Tajonar y del estadio para recuperar el patrimonio y la credibilidad ante la parte de la sociedad navarra ajena al fútbol. Mientras, clubes poderosos plantean una Superliga europea y Tebas abre la puerta a un fondo de inversión dándole entrada por un periodo de 50 años en el 11% de los ingresos de televisión a cambio de una aportación de 2.100 millones de euros. Osasuna dio su voto favorable en la Asamblea para a continuación decir que la decisión deberá ser respaldada (o rechazada) por los compromisarios, que como se saben son afines a la directiva en un cien por cien. Así que asunto resuelto y otra vez una gran parte de la masa social queda ninguneada, en un asunto de tanta trascendencia y en el que los otros tres clubes que no son sociedad anónima se han posicionado en contra. 50 años son una hipoteca muy larga; los 2.100 millones de euros pueden solucionar problemas (a todos) a corto plazo, pero quién dice que si ahora se ha vendido el 11% de los derechos de televisión mañana no será otra cosa, con el riesgo que implica dejar poco a poco el fútbol en manos ajenas. No nos engañemos, los clubes ponen un parche a su maltrecha economía y el que gana es el fondo de inversión. Y todo esto en un año que se anuncian elecciones a la presidencia de Osasuna. Esa es la cuestión.