Hoy en día es fácil encontrarse en nuestras calles y plazas carteles con el lema de “prohibido jugar a la pelota”. Esos trozos de papel, impuestos por la adultez amargada de los mayores, sumados al control de todas las variables del juego va eliminando la gracia de este deporte. La magia se está perdiendo y adormilando partido tras partido. Vamos hacia un juego donde predominan los robots teledirigidos por el entrenador. En eso, por ejemplo, es experto el entrenador visitante y antiguo preparador de Osasuna: Diego Martínez.
Pero por ahí aparecen jugadores como Abdessamad Ezzalzouli, es decir: Abde, a los que se les buscan todas las cosquillas posibles: no es sólido, solo es un revulsivo, o yo que sé. Pero la realidad es que contra el Espanyol cogió los galones y se puso el equipo a la espalda durante casi todo el encuentro.
En lo que a muchos rojillos le pareció un recuerdo pasado (y malo), Diego Martínez en vez de tirar de la cantera, se inventó a un central como lateral. Aquí hizo algo parecido con Coris para que no jugase Javi Flaño. Arrasate lo detectó rápido y aprovechó la versatilidad de su revolucionario once para colocar a Abde delante de Calero. Y lo volvió loco.
Sí, el marroquí comete errores, muchas veces propiciados por su propia velocidad. Pero como es un chaval, aún tiene tiempo para levantar más la cabeza y esos detalles que aún tiene que pulir. Pero sobre todo, tiene pinta de jugador al que, si no le capan, puede liarla en cualquier momento.
Parece claro que el cartel de revulsivo ha desaparecido de la cabeza de Abde. El extremo ahora mismo es fundamental para dar dinamismo al ataque rojillo y, sobre todo, para romper los corsés de este fútbol moderno.
Como Abde no podría jugar en la plaza, ha decidido hacerse un patio en el verde de El Sadar. Siéntense y disfruten del show y de la magia.