pamplona – Osasuna ha terminado 2021 con mal sabor de boca porque el segundo tramo de esta primera vuelta, a la que le queda solo un partido para completarse –el del día 3 de enero frente al Athletic en El Sadar (21.00)–, ha visto un equipo al que le falta la chispa de antes y fuelle de otros momentos. Los matices harán que ante los nueve encuentros sin ganar se pueda hablar de bache o crisis, pero la realidad es que los rojillos no andan tan finos o, por lo menos, tan bendecidos por los marcadores, básicamente fuera de casa. No se debe olvidar, de todos modos, que también forma parte de este lienzo de fin de año los 22 puntos en la clasificación y la cómoda distancia sobre los puestos de descenso –a siete puntos–. Si no se despista mucho más, porque las rentas también se consumen y las urgencias, en todos los equipos, cobran forma a cada cambio de año y todo el mundo aprieta, Osasuna va camino de una permanencia holgada.
Este Osasuna de dos caras, que ganaba fuera y no andaba fino en casa –solo se ha sumado una victoria en El Sadar–, está viviendo una desaceleración tras un comienzo prometedor porque la coincidencia de circunstancias le están empujando hacia la segunda mitad de la clasificación. Los rojillos llevan cinco partidos seguidos fuera sin marcar –453 minutos– y eso conecta con una racha general de nueve jornadas de Liga sin conocer la victoria. Impensable resultaría que en este escenario la zona baja esté ahora a más de dos victorias de distancia, ejemplo de que el equipo de Arrasate había adelantado mucho trabajo y de que los otros, los de abajo, no andan para tirar cohetes. Tanta tarea había avanzado el conjunto rojillo que a pesar de esta sequía goleadora como visitante, sus números generales siguen siendo favorables. Osasuna fuera ha marcado diez goles y ha recibido nueve, este balance no pinta en rojo.
Si algunos números se han ido torciendo en los últimos tiempos, tampoco anda Osasuna sobrado de ánimo. Y el ánimo contagia al juego, como los resultados fortalecen la moral. La historia de siempre en el deporte y en la vida.
Los dos últimos encuentros fuera, ante Levante y Getafe –dos contrincantes del estatus de Osasuna en cuanto a potencial y objetivos–, han resultado decepcionantes, independientemente del marcador final –empate en el primero y derrota en el descuento en el segundo–. El equipo de Arrasate salió a no perder en el campo del último y lo consiguió –disparó por primera vez entre los tres palos en el minuto 87–, mientras que en el campo del penúltimo no se atrevió, pecó de un aparente conformismo y lo acabó pagando –el gol en el minuto 93 en una acción de mero empuje del Getafe, una jugada también anunciada–. Queda claro que hay que restaurar la confianza, también dar un paso al frente, comenzar a creer de nuevo, los jugadores y quizás los aficionados.
También las altas expectativas en torno al equipo tras un gran comienzo están pasando ahora factura que los primeros puestos ya no están tan cerca. Osasuna, equipo y técnicos, también notan que se está deshinchando la emoción depositada en el equipo y que se palpa una evidente decepción. El presidente Sabalza también se apuntó a plantear que el objetivo deportivo del equipo debe apuntar a salvaciones holgadas, entre los diez primeros de la Liga. El baño de realidad está resultando helador.