A Óscar de Marcos le atrae competir en Europa, incluso si toca jugar la Conference League, la nueva competición, la tercera y última en el escalofón, que ha puesto en marcha la UEFA: "Los jugadores también tenemos el mono de volver a jugar en Europa"
Se conoce que Óscar de Marcos (Biasteri, 14 de abril de 1989) es, además de futbolista de élite, una persona cercana. A solo tres de cumplir 450 partidos oficiales (lleva 447) con el Athletic, el segundo capitán el colectivo rojiblanco medita sobre su futuro, ya que su contrato expira el próximo 30 de junio, cuando tenga 33 años de edad; pero el alavés tira de su habitual sinceridad, decidirá si considera que en las once jornadas que restan de liga está al nivel que requiere la exigencia.
Se ha conocido estos días la lesión de Dani García, que no es una buena noticia.
—El fútbol tiene estas cosas. Lo complicado era lo que estaba pasando, que todos estuviéramos disponibles a estas alturas de temporada. No sé el tiempo de baja en el estará Dani, pero es parte del fútbol.
Se teme que pueda perderse lo que resta de liga.
—No tengo ni idea, lo importante es que se recupere.
El triunfo el lunes sobre el Levante ha reafirmado las opciones del Athletic en la lucha por Europa. ¿Ve posible que logren el objetivo en estas once jornadas que restan o se trata de un discurso políticamente correcto?
—Lo políticamente correcto es lo que también pueda pasar, que es que podamos conseguirlo. Hay puntos de sobra, quedan 33, y estamos muy dentro de la pomada. Tenemos el domingo un partido contra un rival directo, donde podemos dar un mordisco fuerte. La Copa se nos escapó, es lo que no queda, es la aspiración que tenemos.
Un partido que se entiende casi como una final. ¿Visitan al Betis más vulnerable de los últimos meses, sobre todo tras los visto el miércoles ante el Eintracht Fráncfort?
—Vi el partido, pero también es cierto que el Betis es el equipo que más victorias ha conseguido en la liga. También es verdad que en estas últimas semanas parece que han bajado un poco, al final juegan cada tres días y es difícil. Tenemos que intentar aprovechar su desgaste para sumar los tres puntos.
Quedan once jornadas, ¿pero no cree que sus opciones pasan por lo que ocurra en lo inmediato, en los próximos cuatro partidos?
—Va a pasar con los once. Si los cuatro primeros no ganas, ya no pasan por los once. Si hemos ganado siete y quedan cuatro, no puedes bajarte del carro. Si hay tres partidos seguidos que no sacas puntos, te caes. Europa exige mucho, sobre todo cuando este año parece que se van a necesitar muchos puntos.
¿Le seduce la Conference League o es el 'torneo de la galleta' como dicen muchos?
—A mí me seduce competir en Europa. En su día hubo la Intertoto, luego se refundó la Copa de la UEFA como Europa League, ahora hay una competición más€ Lo importante es jugar en Europa.
El martes se cumplieron diez años de la exhibición que ofreció el Athletic en Old Trafford ante el Manchester United y de la que fue partícipe con el gol que firmó. ¿Qué huella le ha dejado?
—Como a todos los que vivimos ese partido, marcó un antes y un después en nuestra generación, sin duda; pero también a nivel de equipo. Cuando vine aquí jugar en Europa era un premio y a raíz de ese partido se demostró que podíamos competir en Europa. Lo siento así y de hecho estuvimos de seguido cuatro años con Ernesto Valverde en Europa y logramos llegar lejos. Fue fruto de la mentalidad de todos nosotros cuando éramos una generación de futbolistas muy jóvenes.
Y ahora llevan cuatro años seguidos sin jugar en Europa, por lo que se entiende el mono que se detecta en la masa social del Athletic.
—Por supuesto. Los jugadores también lo tenemos. Es algo que ilusiona mucho, a los jugadores, a la afición€ Cuando eres del Athletic, el saber que tienes un partido el domingo y otro el jueves te programas de otra manera, tienes una ilusión añadida. Europa y la Copa dan eso y volver a meterte te lo da y ojalá lo consigamos.
Menos mal que entonces en Old Trafford no existía el VAR, porque quizá le habrían anulado su gol.
—Quizá no, seguro. Era lo bonito de que no hubiera VAR y lo justo era que hubiéramos ganado aunque en el caso de mi gol era fuera de juego.
¿Qué le parece el VAR?
—A día de hoy no me acaba de convencer del todo, pero entiendo que es lo más justo para el fútbol. Siempre me ha gustado, como en el colegio, que haya polémica, que si ha sido o no penalti, que si ha sido fuera de juego o no€ Ahora o es o no es. Si quitas esa polémica, se pierde el debate que tienes con la cuadrilla. Con el VAR se para mucho el juego, se añaden minutos€
O sea, que el fútbol se hace más artificial, más previsible.
—Sí, también es más justo, que es lo que se busca. Pero el fútbol es un deporte para divertirse, para que cada uno tenga su opinión, para que haya salsa.
¿A un defensa, como es su caso, le mediatiza, consciente de que el mínimo agarrón, un pisotón, puede ser penalti?
—Y hasta ahora vamos con las manos muy atrás, porque viéndolo a cámara lenta cambia la perspectiva. En directo muchas veces parece que no pasa nada y ves en el monitor que sí le has podido agarrar un poco. Te tienes que ir adaptando a este escenario.
Sus manos en Old Trafford fueron indiscutibles, con VAR o sin VAR.
—Fue un penalti como una casa.
¿La victoria sobre el Levante sirvió para tapar el chasco de Mestalla?
—Es cierto que era un partido muy importante de sacarlo después de un gran palo. Tienes la ilusión de meterte en una final y no te metes; luego viene el colista y tienes que ganar sí o sí en San Mamés€ El equipo estuvo muy bien, volvió a salir muy fuerte.
¿Qué falló en la eliminatoria con el Valencia?
—No creo que fuera algo en concreto. La eliminatoria era muy complicada y no pudimos pasar.
Una eliminatoria en la que no pudo jugar ninguno de los dos partidos, el de la ida al infectarse por segunda vez de covid y en la vuelta por unos problemas estomacales. ¿Cómo digirió estas dos ausencias tan inoportunas cuando es un fijo para el entrenador?
—Con el covid es lo que hay, te quedas en casa, tienes que cumplir el protocolo... Lo de Mestalla me dolió más mentalmente, porque no podía, fue una gastroenteritis que precisamente ese día fue el más fuerte. Cuesta digerirlo porque quieres ayudar y no lo pude hacer.
¿Fue algo repentino?
—Quizá me la pegó mi hijo (Iñigo), porque la había pasado una semana antes.
¡Hijos! Para lo bueno y para lo malo. En pocos días (el 21 de este mes) el mayor suyo cumple dos años. ¿En qué le ha cambiado la vida ser padre?
—Me ha cambiado para bien. Pienso en mis hijos (Clara, la segunda, tiene cuatro meses) para todo, son mi ilusión, me hacen feliz y la verdad es que yo soy muy familiar.
¿Ha dejado pasar el último tren para conseguir un título de Copa?
—Podría ser. Hemos jugado dos seguidas y en esta hemos llegado a las semifinales. Pero, sí, podría haber sido el último tren.
Ha jugado cuatro finales de Copa, aunque la del Camp Nou no participó por sanción, y una de Europa League y las ha perdido todas. ¿Le va a quedar ese debe en su currículum, de haberlo tenido ahí, de no haber sido el equipo fuerte mentalmente en esas citas?
—También llevamos 38 años sin ganar la Copa. Creo que soy un privilegiado, de haber llegado hasta donde he llegado. Hay muchos jugadores que han pasado por aquí y no han podido jugar ni una final. Yo he jugado ocho o nueve. ¿Me da pena? Lógicamente, sí. Me hubiera gustado ganar alguna Copa, sacar la gabarra, pero... Me siento orgulloso de haber llegado una vez y otra también€ Y de no bajar los brazos. En la vida hoy en día vas a tener más noes que síes. Del no te haces más fuerte y buscas un sí, pero a veces es complicado y no se consigue.
¿Queda Óscar de Marcos para rato?
—No lo sé. Iremos poco a poco, porque decir para rato es como hablar de futuro y de momento quedan dos meses por delante y lo daré todo como siempre.
¿Cómo se encuentra físicamente en una temporada en que ha sufridos molestias musculares, el covid y actualmente parece vivir una segunda juventud?
—Me encuentro muy bien, es cierto que voy a cumplir 33 años y de una año a otro puede cambiar el físico. Voy a ir poco a poco, cuidándome.
Dios días antes del partido del Levante manifestó que aún no había decidido si continuará o no. ¿Cuándo lo va a hacer?
—No me marco plazos, sabemos perfectamente cómo estás todos los días, todas las semanas. Intentaré tomar la decisión lo más cercana posible al final de temporada, para saber qué tal estoy. Quedan once partidos y si veo que en los once estoy disponible, si estoy bien por lo menos en siete u ocho partidos, puede que esté en condiciones para saber si puedo continuar.
¿Ya le ha expresado el club que le gustaría sentarse con usted para renovar?
—Con el club está todo hablado.
El que sí se ha mojado es el entrenador, que ha pedido públicamente su renovación y la de Mikel Balenziaga. ¿Cómo ha recibido esas declaraciones?
—Es un halago increíble que tu entrenador hable así de ti y de un compañero. No solo habla del nivel deportivo, sino también de cosas que quizá no se vean tanto en el día a día. Le estoy agradecido, porque también son importantes estas cosas.
También manifestó Marcelino que igual no están para jugar 38 partidos, pero sí bastantes. ¿Podría entenderse su renovación como un premio y no tanto porque se la he ganado?
—Para 38 partidos es complicado que pueda estar. Ellos me conocen muy bien, saben que físicamente no me pasa la factura igual que cuando tenía 24 años. Por eso creo que tomar la decisión a final de curso es lo más justo, lo más honesto.
Marcelino se ha mojado sobre usted. ¿Es usted de los que suma a los que piden la renovación del entrenador?
—Él ya sabe que para los jugadores que estamos aquí es muy importante este cuerpo técnico, no solo por el tema deportivo, sino también a nivel de valores y de cómo conduce al vestuario y a los jóvenes para el futuro del Athletic. Creo que sería el mejor entrenador.