Óscar de Marcos es un tío sencillo, al que le gusta pasar desapercibido por la calle, de hecho incluso no tiene ninguna cuenta en las redes sociales, y se define como una persona normal.
¿Qué entrenador le ha marcado más en su carrera?
—Marcelo (Bielsa) es el que más me ha marcado. Él me pilló muy joven, apostó por mí y aparte me enseñó muchas cosas del fútbol que hoy en día todavía las recuerdo con mucha ilusión y que todavía pongo en práctica, sobre todo ofensivamente.
¿Se ve jugando en otro equipo que no sea el Athletic?
—No, eso está decidido. Quizá en el equipo del pueblo, pero no.
El fútbol da muchas vueltas. En una entrevista que le hice hace dos años, en pleno confinamiento, dijo entonces de Ander Capa que estaba a nivel de selección y se conoce su actual ostracismo, destinado a estar una campaña en blanco. ¿Como segundo capitán, cómo le ven en el vestuario, está tocado?
—Su situación es complicada porque no ha jugado minuto alguno. Yo le veo bien, entrena bien, es un buen jugador y un compañero muy bueno, nunca pone mala cara. Está claro que los compañeros empatizamos con él.
¿Qué idea tiene para cuando cuelgue las botas?
—Tengo en mente muchas cosas que me apetecen hacer. Llevo desde los once años prácticamente fuera de casa, desde cuando fui al Alavés, con casi todos los fines de semana ocupados, con menos tiempo del que me hubiera gustado estar con la familia y amigos. Tengo otras ambiciones e iré probando y en vez de hacerlo con 20 años cuando eres estudiante, lo tendré que hacer con treinta y pico.
¿Seguirá ligado al fútbol?
—De primeras, ajeno al fútbol. Quiero descansar la mente, el fútbol me gusta mucho, me gusta el tema táctico, enseñar. Me gustaría salir un poco de él.
¿Tiene alguna vocación especial?
—Se sabe que me gusta la música, y otros deportes que no he hecho en mi vida, como esquiar, el pádel.
Una curiosidad. ¿Por qué no se ha hecho tatuajes? Se le puede ver como un 'rara avis' por no llevarlos cuando son mayoría los que tienen.
—En el Athletic no es tan raro, creo que somos once los que no llevamos. Algún día ha salido este debate y lo hemos contado. Aquí estamos mitad y mitad. Es cierto que se lleva mucho, pero no me veo, sí me gusta cómo queda a otros.
Da la impresión de ser un chico formal, de esos que las madres quieren para sus hijas.
—No sé si mi suegra dirá lo mismo (risas). Soy una persona que intento ser el mismo chico que era antes de jugar en el Athletic.
¿Tampoco es de redes sociales?
—No tengo. La sociedad y la juventud tiran más por ahí, no solo los futbolistas. Subir cosas a las redes sociales y contar un poco lo que es tu vida lo hace todo el mundo. Yo no lo hago porque no me veo, que ni es ni mejor ni peor. No me sale hacerlo, pero entiendo que la sociedad va por un sentido que también es respetable.
¿También ha notado que la cesta de la compra ha subido notablemente o el futbolista de élite vive en los mundos de Yupi?
—Está claro que ha subido, depende del súper al que vayas se nota más o menos. No creo que vivamos en una realidad paralela, me encuentro a muchos compañeros en el súper de debajo de casa y lo comentamos.
O sea, que va al súper.
—Al final somos gente normal. Lógicamente somos unos privilegiados económicamente gracias al fútbol, que a día de hoy te solventa mucho la papeleta. Pero en el resto de cosas me considero uno más, me gusta ir a tomar algo con los amigos, ir a Ledesma, a Pozas, a García Rivero...
¿Qué opinión tiene del conflicto en Ucrania?
—Me parece mentira que después de una pandemia de dos años entremos en una guerra en el 2022, es lamentable y esperemos que se solucione cuanto antes.