La asociación Kale Dor Kayiko cumplió en 2024 35 años de trayectoria en su afán por lograr “una sociedad más justa”, donde al pueblo gitano no se le arrincone o menosprecie, sea respetado de una vez por todas y se reconozcan sus aportaciones culturales. Su vicepresidente, Oscar Vizarraga (Bilbao, 1965), defiende la labor de la entidad, que se ha convertido en una valiosa herramienta educativa entre mundos muchas veces alejados entre sí, y analiza un presente en el que aún pesan las leyes antigitanas que se empezaron a aplicar a finales del siglo XV en la península ibérica. Vizarraga aporta una mirada crítica, pero también constructiva. Cofundó la asociación en 1989 junto a su padre Manuel Vizarraga, el Tío Manuel, a quien profesa un profundo respeto. “Mis valores vienen precisamente de él y a él le fueron dados por su padre, mi abuelo, el Tío Venancio de Bilbao”, afirma.
¿Los estereotipos y prejuicios raciales que sigue padeciendo el pueblo gitano son los mismos que hace 35 años?
-Básicamente sí, pero algunos han evolucionado (o se han camuflado) y la morfología ha cambiado también. Hoy hay mucho prejuicio institucionalizado de guante blanco y se nos discrimina de otra manera. Antes no existía una palabra para definir esta actitud, pero hoy sí. Se llama antigitanismo o ijitofobia en euskera.
Tamara Clavería, de la asociación Amuge, contaba en esta misma sección que cada vez que entra en una tienda recibe miradas reprobatorias. ¿Usted también sufre el racismo en su día a día?
-Yo no me atrevería a decir tanto, porque también, gracias a Dios, hay otras experiencias y otro tipo de comportamientos en nuestra sociedad. Pero sí, yo también sufro racismo. Antigitanismo es una expresión más moderna y aclaratoria de esa violencia que sufrimos las personas gitanas, ya que su definición, según la Comisión Europea Contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), supone “una forma específica de racismo, una ideología basada en la superioridad racial, una forma de deshumanización y de racismo institucional alimentado por una discriminación histórica, que se manifiesta, entre otras cosas, por la violencia, el discurso del odio, la explotación y la discriminación en su forma más flagrante”.
¿Cómo sería para usted la definición de “una sociedad más justa” que se promueve desde Kale Dor Kayiko?
-Una sociedad donde las normas establecidas sean las mismas para todas las personas. Igual obligación de cumplimiento de los deberes e igual derecho a disfrutar de los derechos. Pero, lamentablemente, cuando hablamos de mi pueblo se nos aplica el principio de presunta culpabilidad, yendo contra el mismísimo principio del derecho, y nadie dice nada.
¿El pueblo gitano sigue siendo un gran desconocido para una parte considerable de la sociedad vasca casi 600 años después?
-Efectivamente, así es. Pero si me lo permites, cambiaría el artículo indeterminado ‘un’ por el determinado ‘el’. O sea, el pueblo gitano es el gran desconocido de esta sociedad, que aprende lo que quiere y, lo que no, lo aparta. Dicho sea de paso, en Kale Dor Kayiko llevamos 35 años formando al profesorado y a los profesionales que trabajan con familias gitanas, no solo en nuestra historia y cultura, sino en modos de interactuar con ellas para rentabilizar la labor profesional que realizamos.
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A partir del siglo XVI empezaron a sucederse leyes antigitanas en Euskal Herria. ¿Pesa en la mochila una persecución que ha durado siglos?
-¿Qué si pesa? ¿Lo dices en serio? Las más de 250 leyes antigitanas, que si me permites la corrección, no empezaron en el s. XVI, sino en el s. XV con la edición de la Primera Pragmática de los Reyes Católicos en 1495. Entonces ya se hablaba de la expulsión de los gitanos, de su esclavitud, de castigos físicos como latigazos y de mutilar extremidades como las orejas por no querer dejar de ser gitanos y hablar una lengua que, aquí, en la península Ibérica se nos ha robado.
La asociación nació con un claro enfoque educativo. ¿Cuáles son las barreras que actualmente discriminan al alumnado gitano y sus familias en el ámbito de la educación?
-La segregación escolar, la falta de reconocimiento de nuestra cultura, la invisibilidad de nuestra historia y cultura y su contribución a formar la sociedad vasca y española tal como hoy la conocemos. Y también, por qué no decirlo, muchas veces se nos falta al respeto cuando se trata de reconocer nuestras señas culturales. ¿Por qué en los centros educativos son importantes todas las formas de diversidad menos las de las personas gitanas? Sin embargo, en la cultura española la imagen que se proyecta al exterior es la de una mujer gitana con las vestimentas que trajimos a la península a principios del siglo XV y que fueron motivo de barbaries aplicadas sobre nuestros ancestros.
El flamenco es otra de las grandes aportaciones del pueblo gitano a la cultura universal.
-A pesar de ser cierto que el flamenco surge de una combinación de varias culturas y que en parte es mestizo, los flamencólogos y expertos no dudan de que el concepto del duende es gitano. Hemos estado presentes en grandes momentos históricos, pero somos los grandes ausentes de la historia oficial y se habla de nosotros con despotismo.
¿Cuál ha sido el mensaje más valioso que le ha dado su padre, el tío Manuel, presidente de Kale Dor Kayiko?
-Gracias por hacerme esta pregunta. Y te doy las gracias porque mis valores vienen precisamente de él y a él le fueron dados por su padre, mi abuelo, el Tío Venancio de Bilbao. Él decía que antes que gitano hay que saber ser persona, junto a otro mensaje que constituye el principio ideológico de Kale Dor Kayiko: “Si mi determinación por alcanzar el éxito es lo suficientemente poderosa, nada ni nadie, con la ayuda de Dios, me hará fracasar”.
¿El respeto y cuidado hacia las personas mayores es una de las grandes enseñanzas del pueblo gitano?
-Sí, pero yo añadiría que ese respeto y cuidado debe darse en primer lugar y además hacerlo extensible a la familia de las personas mayores. Creo que así daríamos con la clave de la esencia de lo que supone ser gitano y gitana, la piedra filosofal de la cultura romaní.
El número de personas gitanas que viven entre nosotros varía según las fuentes a las que se acuda. Ustedes afirman que en Euskal Herria hay alrededor de 30.000. ¿Esa disparidad se debe a su carácter nómada?
-Buena pregunta. La disparidad en fijar un número concreto de personas gitanas no procede únicamente de su carácter nómada, sino de la propia realidad de los censos que no recogen el dato específico de si son o no gitanas las personas que viven en un determinado lugar. Dicho esto, y por fuentes propias, sí que estaríamos de acuerdo en el número aproximado de personas gitanas que mencionas en Euskal Herria, matizando que ahí estarían incluidos: los gitanos que llamaríamos españoles, los gitanos procedentes de otras partes de Europa, los gitanos portugueses y los gitanos y gitanas autóctonos vascos que son los Erromintxelas.
La lengua de los gitanos vascos, erromintxela
Aunque hoy en día apenas queda rastro de esta lengua hablada por la comunidad gitana vasca, ha vuelto al foco de la actualidad. El pasado 30 de noviembre, se estrenó el documental Erromintxela. Senderos y raíces, dirigido por Marta Las Heras y Ainhoa Zamanillo, donde se da a conocer un idioma que nace de la interconexión cultural entre el romaní y el euskera. La pieza audiovisual muestra una realidad lingüística desconocida para el gran público en Euskal Herria y que simboliza la hermandad entre el pueblo gitano y el euskaldun. Según diversas fuentes, solo quedan unos pocos cientos de hablantes del erromintxela.
Kale Dor Kayiko inició entre 1995 y 1996 una investigación sociolingüística sobre el erromintxela, junto a Euskaltzaindia y el Departamento de Euskera de la UPV. Luego, según se precisa en la página web de la entidad, kaledorkayiko.org, el informe no pudo culminarse “por falta de medios e interés institucional”. La crítica de la asociación sobre este supuesto desinterés es feroz: “No terminar este trabajo podría definirse como terrorismo cultural, ya que es patrimonio de la humanidad y más concretamente patrimonio vasco y gitano”.