Infancia y Adolescencia, Cooperación y Solidaridad y reforma de la Ley de Personas Trans. Tres normas de inmenso calado social aprobadas en la misma jornada, la de ayer, en el Parlamento Vasco y, en todos los casos, con amplias mayorías transversales. No está nada mal como rúbrica de una legislatura que, ahora sí, salvo sorpresa mayúscula, parece haber emprendido su tramo final. Pero, como en los dibujados animados de nuestra infancia, cabe decir aquello de "¡No se vayan todavía, que aún hay más!". A poco que conozcamos al lehendakari, tendremos claro que va a cumplir su promesa: el trabajo se acabará el último día. Ni siquiera cuando anuncie la disolución de la cámara y la convocatoria electoral. La tarea terminará cuando tome posesión del cargo su sucesor.
Hasta entonces, queda todavía bastante plancha. Certificada con nota la producción legislativa -59 normas solo si nos ceñimos a los últimos cuatro años, de las que el 75% ha contado con el respaldo de uno o varios grupos de la oposición-, queda rematar la faena cumpliendo el otro gran compromiso adquirido como condición antes de llamar a las urnas. Claro que, en este caso, la consumación depende en buena parte del Gobierno español, que es con quien se está negociando el que sería el primer paquete de traspasos del nuevo mandato de Pedro Sánchez. Por lo que se nos ha avanzado, parece que esta vez Madrid sí está mostrando la voluntad política que, como no se cansó de denunciar la consejera Olatz Garamendi, brilló por su ausencia en las anteriores ocasiones. El último minuto de juego y resultado que conocimos a principios de esta misma semana apuntaba que la transferencia de las líneas de ferrocarriles de cercanías estaba prácticamente cerrada, lo mismo que la de la homologación de títulos universitarios extranjeros, mientras que la de acogida de refugiados va algo más lenta. Sigue corriendo el calendario.