“Lo primero que hemos hecho ha sido gritar y gritar. Yo creo que nos han oído hasta en Los Ángeles”. Así ha reaccionado el cineasta bilbaino Pablo Berger al enterarse este martes de que su filme Robot Dreams estaba nominado al Oscar a la mejor película animada. Y no exagera porque el personal del hotel de Barcelona, donde ha seguido “en directo” el anuncio de las nominaciones, acompañado de sus productores y la editora de la música Yuko Harami, ha acudido “asustado” para ver qué ocurría.
“Enseguida han sacado una botella de champán y lo hemos celebrado”, comenta el director, dispuesto a ir a por todas. “Pienso en el Athletic, en Clemente y en el fútbol como una analogía y hay que salir siempre a ganar. Si somos una de las cinco nominadas, podemos lograrlo”.
Nadie duda a estas alturas, tras una trayectoria plagada de nominaciones y premios, de que Robot Dreams opta a la estatuilla por méritos propios, pero Berger no descarta darle un empujoncito. “Estoy dispuesto a coger el megáfono de mi película 'Torremolinos 73', que lo tengo en mi oficina, e ir a Los Ángeles a gritar: Pasen y vean, decírselo a todos los académicos de Hollywood para que nos voten y si tengo que llevar jamón ibérico y unas botellas de Rioja para convencerles, las utilizaré”, bromea horas después de recibir la noticia.
"Una competencia atroz"
“Lo hemos vivido con muchísima emoción y alegría y con muchísima sorpresa también porque estábamos en las listas de predicciones y favoritos, pero había una competencia atroz. Todos los grandes estudios estaban. Disney yo creo que no está entre las películas nominadas por primera vez”, apunta.
Mirando a los gigantes de la industria, el cineasta no duda en calificar a Robot Dreams como “David contra Goliat”. “Es una pequeña película hispanofrancesa de animación 2D, con dibujos manuales. Cuando la animación 3D y la tecnología se usan en casi todas las películas de animación, es una película que mira al pasado para intentar hacer algo nuevo. Y, aun siendo su presupuesto elevado para España y para Europa, puede ser una veinteava o una treintava parte del presupuesto de una de las grandes películas de los estudios americanos, como Pixar, Sony o Netflix”, compara.
Robot Dreams, que ya fue premiada en Berlín como la mejor película de animación de la Academia del Cine Europeo, compite en los Oscar con The Boy and the Heron, del “gran maestro” Hayao Miyazaki; Elemental, de Peter Sohn; Nimona, de Nick Bruno y Troy Quane, y Spider-Man: Across the Spider-Verse, de Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson.
La llamada de su hija
A lo largo de este martes Berger ha recibido un sinfín de felicitaciones, pero “no me canso”, aclara. La primera persona que le ha llamado, tras darse a conocer “el acontecimiento de la nominación”, ha sido su hija. “Tiene 20 años y ha sido muy emocionante hablar con ella”, dice.
No todo el mundo puede fardar de un padre camino de los Oscar. “En casa del herrero, cuchillo de palo. Yo creo que está acostumbrada a este estilo de vida. Se ha emocionado muchísimo, pero los hijos te ven como padre, no como un cineasta que ha tenido éxito. Es como cuando gané el Goya por Blancanieves”, rememora.
También ha compartido su alegría, al otro lado del teléfono, con el director de arte José Luis Agreda, con quien ha estado cinco años trabajando, y con Iván Miñambres, “uno de los grandes productores de animación, que también es de Bilbao”. “Han sido un montón de amigos y personas que trabajaron en la película transmitiéndome su felicidad. Está siendo muy bonito”, agradece.
El sueño de la alfombra roja
Aunque aún no se ha visualizado recogiendo el Oscar, Berger confiesa que “todos los cineastas en algún momento hemos soñado con andar por esa alfombra roja o con que te nominen, pero son esos sueños quiméricos o casi imposibles”.
No obstante, añade, “cuando estrenamos la película en Cannes el pasado mayo, y al comprarla Neon, una de las grandes distribuidoras americanas que ya ganó el Oscar por Parásitos, Variety ya nos puso entre las favoritas para los Oscar y desde mayo llevamos casi un año sonando como posibles. Entonces, sí que llevábamos ya tiempo diciendo: Pues a lo mejor estamos ahí”.
El sueño, de momento, está un paso más cerca de convertirse en realidad. “Como decía mi padre: Si quieres que te toque la lotería, tienes que comprar. Obviamente teníamos varios boletos para ser una de las cinco, pero nos ha sorprendido. Tampoco teníamos tantos”, reconocía el director, que en su discurso, en caso de llegar a pronunciarlo, no olvidará a su equipo. “En los créditos finales aparecen 500 personas. Seguro que me acuerdo de todos”, afirma.
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Llegar al gran público
Los protagonistas de su película, ambientada en el Nueva York de los años 80, son un perro y el robot que este se construye para no sentirse solo. “La soledad es una situación más común en las grandes ciudades, donde la tecnología se ha convertido en parte de nuestras vidas. Es posible que los robots nos puedan ayudar a combatirla. En Japón ya han diseñado robots para acompañar a gente mayor. En vez de ser catastrofistas con los robots, veámoslos como robots amigos, como el de Robot Dreams”, propone.
El recorrido del filme, concluye satisfecho, “ha sido maravilloso”. “Quiero pensar que la nominación al Oscar va a hacer que a muchos espectadores les pique la curiosidad y vayan a ver Robot Dreams. El único deseo que tengo como director es llegar al gran público”.