Pablo Fusto e Ibai Pérez, campeones de la Liga Kutxabank de pala

Los detalles. A un nivel estratosférico, cuando las musas del leño besan en los labios a los cuatro palistas, cuando el espectáculo crece y crece, con el público entregado, mil gargantas atronando, de pie, reventándose las manos para aplaudir, pellizcándose el brazo tras 825 pelotazos de pura brega con el único objetivo de comprobar si están en un sueño, fueron los detalles los que desnivelaron este viernes la final de la Liga Kutxabank de pala. Siendo justos, también influyó un Ibai Pérez monumental, un Coloso de Rodas inabordable, el hombre de los efectos. Incomodó el zaguero de Sestao desde la defensa para pasar al ataque. Empales mordidos, muñequeo, arabescos del trile, veneno en el saque. ¿Dónde está la pelotita? Asimismo, su resistencia fue bestial. El vizcaino soportó carros y carretas con temple y físico para quitarse la espina de la derrota de 2023, a la que llegó visiblemente tocado por una lesión en el pie.

Y el cuero de Pablo Fusto también es torcido, a dentelladas. El argentino soportó un trote de 86 minutos, un potro de tortura, y se recuperó de un inicio con poca incidencia. En las entrañas del frontón Bizkaia de Bilbao, el bonarense se recomponía de la batalla con una sonrisa de oreja a oreja, porque de ganar uno no se cansa y a Fusto le cruje el estómago cada vez que sale a la cancha. Revivió el argentino para tomar a la final de las solapas en el epílogo y vaciarse. Suyo fue el dos paredes perfecto que puso el punto final. Suya fue la rabia. 

La remontada

Remontaron a Jagoba Madariaga –encandiló por su capacidad rematadora, dando un recital con el dos paredes– e Iñaki Urrutia a base de incomodar y sobrevivir. Un pelotazo más, un pelotazo más, un pelotazo más. Porque los de Armintza, campeones del Open en 2023, dominadores y con dinamita, tuvieron tramos de cara, pero se encontraron con un frontis delante y otro detrás. Los veteranos tuvieron fe y arrojo, pero, sobre todo, las ideas claras. Llevaban el duelo bien estudiado de casa, porque Urrutia, que ha hecho una Liga Kutxabank enorme, tiene poder de sobra para cambiar el signo del tanto; siempre y cuando se le juega de cara. Y el peor socio para eso es Ibai, un zaguero con pulso de cirujano y cerebro de artista, que vibra en otra frecuencia.

Los colorados se encontraron con un 1-6 en el primer joko que les dejó tocados. Madariaga exploró con la carambola. El 1-3 fue un precioso remate tras 50 pelotazos. En el 1-6, el joven zanjó con un cortadón un tanto en el que debatió con media pala, ya que se le había partido en el transcurso de la refriega. Caviar. Pablo, fuera de foco, inerme, mostró la tensión. Urrutia mandó. Aun así, Ibai acaparó flashes para poner el 6-6. No perdonaron los azules: 10-7.

Los detalles

La respuesta no se dejó esperar. Fusto asomó. Pidió pelota. Lo necesita para enchufarse. Madariaga rompió su segunda pala. 10-6. Empate.

Y en el tercero cambió la película. Se registraron abrazos en el primer, tercer, cuarto, quinto, sexto y séptimo cartón. Los azules se pusieron 7-9. Un error de Jagoba dio el saque a Ibai, que metió el primer pelotazo por el carril para igualar (9-9) y clavó un dos paredes con la derecha, su mano mala.