Hace sólo unas semanas abrió sus puertas en el Hospital Universitario Basurto la Unidad de COVID Persistente de Euskadi. Su objetivo es diagnosticar y tratar esta patología mediante un equipo de especialistas conectados en red con otros centros sanitarios vascos, para tratar a pacientes de casos graves y complejos, dando servicio a los tres territorios. Sin embargo, afectados por covid persistente en Gipuzkoa y Araba denuncian las trabas burocráticas para poder ser derivados a la nueva unidad de referencia. Hemos hablado con una de ellas en Onda Vasca con Txema Gutiérrez.
La paciente, que prefiere mantenerse en el anonimato, relata un largo periplo médico que comenzó a finales de enero de 2021. Era profesora de Educación Infantil cuando se contagió, en un momento en el que el servicio estaba saturado por el incremento de contagios de las Navidades: "Los hospitales estaban colapsados, los ambulatorios no tenían asistencia presencial, se confinaban portales enteros por el contagio de un vecino... Conseguí que me viera un médico un mes después". El diagnóstico de covid persistente llegó dos meses más tarde y ahí "empezaron las vueltas por hospitales y consultas", relata.
Desprotección laboral
Nuestra protagonista lamenta que su vida laboral se acabó, pero ahí empezó "otra pelea", la de conseguir una incapacidad a través del INSS. "El primer año de baja se me pasó volando, estuve tres meses sin poder moverme de la cama. Empecé a pasar tribunales médicos, al año, año y medio y dos años y, después del tercer tribunal, me llego a casa la carta de incapacidad. Ni siquiera la pedí, me llegó de oficio, debió de ser súper excepcional y fui uno de los primeros casos de Gipuzkoa que me dieron la incapacidad laboral por el Covid". Desafortunadamente, se trataba de una incapacidad temporal que, en la actualidad, ya no tiene reconocida. "Legalmente estás desprotegido", lamenta, pese a que, en su caso, ha podido contar con el consejo de una "abogada y amiga".
Unidad de Covid Persistente
En este contexto, cuando hace meses escuchó hablar de la nueva Unidad de Covid Persistente que se iba a abrir en el Hospital de Basurto, solicitó que la derivaran. "Me gustaría, pero ha resultado imposible", denuncia. Lo consultó con su médico de cabecera, pero "en el ambulatorio no estaban al tanto". Lo comentó en su hospital de referencia -el Comarcal del Bidasoa- con idéntica respuesta. Tras muchas gestiones, consiguió contactar con Basurto, pero "me dijeron que me tenía que derivar el médico de cabecera". Vuelta a empezar: "Me dicen que depende del de cabecera, pero él me dice que no tiene la opción. Sería tan simple como una opción informática, pero no la tiene y tampoco hay una persona de referencia que nos pueda atender y derivar a Basurto" -apostilla.
Hasta el momento ha interpuesto dos reclamaciones al Gobierno Vasco, por tratarse Osakidetza de un servicio público. "No tengo esperanza de que este año me vean en Basurto pero, si algo tengo, es tiempo", explica: "Tampoco espero que me solucionen nada, todos me dicen que mi caso es muy complicado y que ya no saben qué hacer conmigo, pero igual sí tengo algo que aportar para futuros tratamientos a otros pacientes". Lo que más limita su día a día es el dolor: "Tengo un dolor torácico agudo que me recorre las costillas. Hemos probado incluso terapias que se aplican a pacientes oncológicos, pero nada me termina de aliviar y lo que me hacen es con poca esperanza, dicho por los médicos. Vamos tapando con parches".
Repercusión mental
Como es de suponer en una situación así, reconoce que, anímicamente "hay días" y que está recibiendo apoyo de profesionales de la salud mental: "Es súper importante dejarse ayudar. Estoy con una psicóloga que me ve cada 15 días y también con una psiquiatra que me controla la medicación, porque tenía tanto dolor que a las noches no lograba descansar. Es básico dejarse ayudar y dar voz al tema de la salud mental", explica.
Su familia vive con preocupación esta situación: "Les ves alrededor, se les nota preocupados y encima no te pueden ayudar. Estar al cuidado de una persona así es dificilísimo. Es algo tan potente pero, legalmente, estás desprotegido", denuncia. La dinámica familiar ha cambiado: "Hay que saber organizarse día a día. Ha habido algún cumpleaños que ha tenido que esperar, porque no me podía levantar de la cama. A mi me encantaría retomar mi vida, es mi objetivo número uno, porque yo antes era una persona que hacía deporte y que viajaba muchísimo, súper activa. Pero, ahora mismo, lo veo complicado", reconoce.