EN una competición de tan marcado carácter de duopolio como es LaLiga, Real Madrid y Barcelona, sus glorias, miserias, vicisitudes y acontecimientos diarios acostumbran a marcar el paso cada vez que un nuevo ejercicio está a punto de vivir su amanecer. Ambos se han repartido 16 de los últimos 18 entorchados, diez azulgranas y seis blancos, con el Atlético de Madrid como único opositor a subirse a sus barbas de manera esporádica, por lo que de sus aventuras y desventuras estivales acostumbran a salir los grandes titulares de las previas. Es por ello por lo que la competición que arranca hoy con un Osasuna-Sevilla nace de un vocablo que se ha repetido hasta el hartazgo y de un nombre propio cuyo aterrizaje como nuevo mascarón de proa deportivo y mediático se daba por hecho, pero que al final no ha hecho acto de presencia. La de 2022-23 es LaLiga con palancas pero sin Kylian Mbappé. Las primeras han permitido a los de Joan Laporta revolucionar su plantilla pese a su delicadísima situación económica –lo de inscribir a sus numerosos fichajes puede ser otro cantar–, y el segundo, con su renovación por el PSG, ha dejado a Florentino Pérez sin su nuevo galáctico tras un radical volantazo de intenciones de última hora.
Los blancos, actuales campeones de Liga y Champions, vuelven a partir como favoritos a todo pese a la no llegada de un Mbappé que parecía atado y bien atado. Suyo ha sido el fichaje más caro del mercado estival europeo con su apuesta por fortalecer su medular con la incorporación del joven pivote francés Aurelien Tchouameni, procedente del Mónaco previo pago de 80 millones, mientras que Antonio Rudiger, tras acabar contrato con el Chelsea, solidificará el centro de la zaga. Ambos dan aún más empaque a una plantilla de la que han salido piezas con más nombre que rendimiento –Gareth Bale, Marcelo, Isco...– y que el pasado curso tuvo la virtud de tener dos piezas con un rendimiento superlativo en los dos extremos del campo: Karim Benzema, espectacular de cara a puerta, y Thibaut Courtois, que cerró la suya a cal y canto. Con ellos de dulce, la efervescencia de Vinicius y la batuta de Luka Modric fueron dos valores añadidos muy agradecidos por Carlo Ancelotti, convertido en el único técnico que consigue ganar el título liguero en los cinco grandes campeonatos europeos.
Tras un curso para olvidar en todos los aspectos, el Barça parece este ejercicio capacitado para discutirle la gloria a su eterno rival. Lo de la pasada temporada en la entidad catalana fue algo demencial. Perder a Leo Messi, su santo y seña, no fue más que el primer revés para una entidad ahogada por sus enormes problemas financieros y que este verano ha decidido hipotecar parte de su futuro para reflotar su presente, activando –cuatro hasta el momento– las dichosas y archinombradas palancas. Laporta y su junta han activado ventas parciales de activos de futuro en los apartados de derechos televisivos y merchandising para adquirir liquidez inmediata. De esa manera, han incorporado a Raphinha (extremo del Leeds, 58 millones), Jules Kounde (central del Sevilla, 50), Robert Lewandowski (punta del Bayern, esencial de cara a los problemas de cara a portería de la pasada campaña, 45), mientras que han llegado libres el mediocentro Franck Kessie (Milan) y el central Andreas Christensen (Chelsea), ha renovado Ousmane Dembélé y otras operaciones como las de Marcos Alonso, Bernardo Silva o el propio Iñigo Martínez siguen en el aire. El problema es que su masa salarial parece seguir siendo incompatible con el cumplimiento del fair play financiero –de ahí los desesperados intentos de encontrar una salida a varios jugadores, sobre todo a Frenkie de Jong, o seguir implementando bajadas de sueldo–, por lo que no está garantizado que pueda inscribir a la totalidad de sus fichajes. Si acaba habiendo fumata blanca, mucho ojo a un Barça rearmado, más aún si Pedri y sobre todo Ansu Fati se liberan de sus problemas físicos. Como siga siendo negra, Xavi tendrá que gestionar un auténtico polvorín.
A la expectativa
Un paso por detrás parten a priori dos clubes que el pasado curso amagaron por momentos con unirse a la lucha por el título pero sin acabar de encontrar la constancia y contundencia exigibles para ello: Atlético de Madrid y Sevilla. Los de Simeone, decepcionantes por irregulares el pasado curso en la defensa de su corona, han incorporado al lateral derecho Nahuel Molina por expreso deseo de su técnico, Axel Witsel aportará poderío en la medular y el regreso de Álvaro Morata puede pasar de ser un problema a una solución a tenor de su rendimiento en pretemporada después de la salida de Luis Suárez. Los de Julen Lopetegui, por su parte, han perdido a dos referentes defensivos de la talla de Kounde y Diego Carlos. Marcao y Alex Telles llegan para sustituirles, con Isco intentando resucitar su carrera y Monchi buscando nuevas piezas después de meses más centrado en las ventas para cuadrar números que en encontrar perlas en el mercado, su gran especialidad.
En la lucha por los puestos europeos, ecosistema en el que debería moverse el Athletic de Ernesto Valverde si alcanza su mejor versión, se espera a Villarreal, Betis y Real Sociedad. Manuel Pellegrini volverá a liderar el proyecto verdiblanco, con el central Luiz Felipe (Lazio) y el extremo Luiz Henrique (Fluminense) como principales caras nuevas y con la continuidad de Héctor Bellerín en el aire. Los de Unai Emery, que esperan la llegada de una gran oferta de la Premier por Yeremi Pino, no han llegado, de momento, al millón de gasto, pues Pepe Reina y José Luis Morales han aterrizado libres y Kiko Femenía ha costado 980.000 euros. Su gran deseo es hacerse en propiedad con Gio Lo Celso, pero necesitan cuadrar salarios, por lo que jugadores como Paco Alcácer podrían salir. Quien no ha escatimado en gastos ha sido la Real Sociedad, el tercer club de LaLiga en inversión (31,5 millones) tras Barça y Real Madrid. Las llegadas de Brais Méndez, Takefusa Kubo y Mohamed-Ali Cho proporcionan más armas a Imanol Alguacil, pero el gran fichaje será la recuperación de Mikel Oyarzabal.
Mirar hacia arriba
Por debajo de estos clubes, asoma otro grupo de equipos que quieren mirar hacia arriba y distanciarse de la zona peligrosa. El Valencia de Gennaro Gattuso ha tenido que desprenderse de Gonçalo Guedes (los Wolves han pagado más de 30 millones), pero han retenido a Carlos Soler y José Luis Gayá, reforzándose a coste cero con Samu Castillejo y Samuel Lino. El Getafe ha apostado por el producto estatal reforzándose con Borja Mayoral (10 millones), Luis Milla y Portu; el Celta ha renunciado a Brais pero ha ganado en fondo de armario para arropar a Iago Aspas; Osasuna, con Moi Gómez como gran apuesta, tiene en la continuidad y en el buen hacer de Jagoba Arrasate sus principales virtudes; el Espanyol arma un nuevo proyecto con el regreso de Diego Martínez a los banquillos y el Rayo de Vallecano de Andoni Iraola quiere seguir en la élite desde la humildad, pero sin renunciar al buen juego y pese a no haber gastado aún un euro en refuerzos. El resto de equipos tienen en la supervivencia su gran objetivo.
El apunte
Seis vascos en los banquillos
Casi un tercio. Seis de los veinte equipos que competirán esta temporada en LaLiga contarán con un técnico vasco sentado en su banquillo. Mientras Ernesto Valverde se hace cargo del Athletic en su tercera etapa en la entidad rojiblanca, Imanol Alguacil se mantiene al frente de la Real Sociedad, Jagoba Arrasate sigue en Osasuna, Unai Emery continúa en el Villarreal, Julen Lopetegui hace lo propio en el Sevilla y Andoni Iraola ha apostado por prolongar su crecimiento en el Rayo Vallecano. En el resto de escuadras, las novedades son la apuesta del Valencia por Gennaro Gattuso y la llegada de Diego Martínez al Espanyol.