Con determinados amigos, quién necesita enemigos. Que se lo pregunten al PNV, que ayer recibió en el Congreso español una azotaina verbal de época. No fue de labios de Vox, PP, los restos de serie de Ciudadanos, ni el par de satélites expulsados de UPN.
La diatriba la firmó la diputada de Junts, Pilar Calvo, que puso de vuelta y media a los jeltzales supuestamente por haber vetado una enmienda de los de Puigdemont a la Ley del Deporte que reclamaba la posibilidad de que todas las selecciones deportivas propias, lean ahí catalana y vasca, compitieran internacionalmente.
Lo que no dijo la enfadada culiparlante es que tal iniciativa implicaba echar por tierra lo que ya se había conseguido, es decir, la oficialidad para las selecciones vascas de surf y de pelota y ojo, la posibilidad de que se lograse lo mismo para otros deportes en Cataluña.
También callaba sobre algo fundamental. Su propuesta estaba condenada, con o sin el PNV, a ser tumbada.
El resumen, por si se han perdido, es que a cambio de un brindis al sol se iba por el desagüe lo que se había conseguido con tanto esfuerzo. Una vez más, ese maximalismo tontorrón de los que prefieren tener nada a ir anotando conquistas contantes y sonantes.
Con el agravante, además, en este caso de que el esfuerzo que se pisotea es el ajeno y con el lacerante de recibir semejante golpiza, que tuvo su continuación en RRSS, de tu supuesto amigo,
Pues, con todo, no encontrarán entre los sorprendidos a este humilde periodista que conoce el paño amarillo desde hace un buen rato.
Como hemos visto en la dinamitación del Govern, lo de Junts es señalar traidores, especialmente entre sus aliados.