Dicen los expertos en la cosa televisiva que por diversos motivos, sobre todo sociales, el prime time español es el más tardío del mundo, que se dice pronto, con inicio hacia las 22.00 horas y culmen a las 22.45. Dos y hasta tres horas posterior al de los países del entorno. Un defecto, un problema, al que todo gobierno ha prometido meterle mano, pero sin que ninguno haya logrado adelantarlo lo más mínimo, sino al contrario. Por eso, cuando a tu equipo le caen unos cuantos partidos a las 21.00 horas –como los cinco consecutivos de Osasuna– ya no sabes si aguantarte o montar alboroto, no vaya a ser que a las teles les dé por revisar los horarios y decidan, con esos argumentos, que el último partido de cada día de fútbol comience a las 10 de la noche, algo que para un hincha normal solo tiene sentido en los calores de agosto, pero que ya están probando en la Copa con la probable intención de que se quede para siempre.
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