Sara Martínez de Morentin Osés es profesora de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Pública de Navarra y experta en economía del comportamiento y de género.
La 'Gran Renuncia' es un fenómeno nacido en Estados Unidos, donde la cultura laboral es muy distinta a la europea. ¿Es posible ver un escenario similar aquí?
-La Gran Renuncia alude al fenómeno que comenzó a observarse en Estados Unidos el pasado año, cuando un elevado número de personas dejaron voluntariamente su empleo. A raíz de la recuperación económica tras la recesión pandémica, se llegó a observar un pico de 4,5 millones de bajas en noviembre de 2021. Aunque las cifras pueden resultar llamativas, tampoco deberían extrañarnos. En las épocas de bonanza económica aumenta el número de puestos de trabajo, y con ello el número de personas que renuncian a su empleo con la esperanza de conseguir uno mejor. A esto hay que sumarle la mayor importancia que a raíz de la pandemia los trabajadores y trabajadoras damos al bienestar en nuestro lugar de trabajo, y por supuesto el dinamismo del mercado estadounidense.
La situación económica y el mercado de trabajo en muchos países europeos, y en España en particular, son muy distintos. La tasa de desempleo en Estados Unidos fue de un 3,6% el pasado mes de abril, mientras que en España está por encima del 13%. En Estados Unidos existe un exceso de demanda de trabajo, con más nuevas contrataciones que renuncias, y los salarios están aumentando, especialmente en los empleos de menor cualificación como los de ocio y restauración. Aunque en España estemos experimentando también esa mayor preocupación por el bienestar en el trabajo causada por el shock que hemos vivido en los últimos dos años, y oigamos hablar de la dificultad de cubrir vacantes en algunos sectores, no parece probable que pueda observarse el mismo fenómeno.
¿Cree que, no obstante, se está extendiendo un modo de pensar, tras la pandemia, en el que los trabajadores reivindican una mejor calidad de vida?
-Sin duda. La pandemia, unida a los eventos económicos y políticos recientes nos generan una gran incertidumbre y han cambiado nuestra percepción de lo que es importante. Se ha puesto en valor la importancia de la salud, incluida la mental, y de mejorar nuestro bienestar presente porque no sabemos qué puede ocurrir en el futuro. Han podido también cambiar nuestras preocupaciones y, con ello, nuestro deseo de tener un trabajo que se adecue más a ellas. Una parte importante de nuestra vida la pasamos precisamente trabajando, donde también queremos sentirnos bien. Además, muchas personas vivieron la experiencia del teletrabajo y son conscientes de las oportunidades que nos dan los nuevos desarrollos tecnológicos para cambiar la forma en la que trabajamos y facilitar la conciliación. Otra cosa es si, y cómo, esto se traducirá en cambios significativos en el mercado laboral.
Los sindicatos ven un problema de salarios y la patronal dice que no halla trabajadores por falta de mano de obra cualificada.
-Creo que todos los factores mencionados, tanto por unos como por otros, son importantes y es necesario abordarlos. No hay un motivo ni una solución únicos, sino un conjunto de problemas. Es positivo que Gobierno y agentes sociales están dando pasos para intentar solucionarlos. Por un lado, los problemas actuales de vacantes sin cubrir en algunos sectores como la hostelería son algo coyuntural que probablemente se irá mitigando. Algunas actividades agrícolas o industriales podrían resultar más atractivas si se mejoran las condiciones laborales, tanto económicas como en el ámbito de la flexibilidad o la conciliación. La falta de interés por algunas profesiones podría tener que ver también con que desde todos los ámbitos hemos primado la educación universitaria olvidándonos de la importancia de la formación a otros niveles. Además de lo anterior, el mercado de trabajo en España tiene problemas estructurales graves que se pueden intensificar. Por ejemplo, el relacionado con el sector tecnológico, donde surgirán cada vez más necesidades de contratación y debemos asegurarnos de que existen profesionales con la formación adecuada.
¿Cree que vamos hacia un nuevo de relaciones laborales, con más flexibilidad y rotaciones?
-Creo que primero debemos abordar los grandes desafíos que se plantean en nuestro mercado laboral de los que somos conscientes hace mucho pero siguen presentes. Existe un número elevado de desempleados de larga duración y parece que en los próximos años esto podría coexistir con un número creciente de vacantes sin cubrir. Hay que abordar el desajuste entre oferta y demanda detectando necesidades de formación e implementando políticas activas de empleo adecuadas. Se trata de retomar la idea de que hay que proteger a los trabajadores, no a los empleos, dado que estos últimos son cada vez más cambiantes. Si garantizamos que las personas cuentan con estas herramientas, una formación adecuada y flexible y una mejor asignación de trabajadores a empresas, entonces podremos hablar de un nuevo marco laboral. Esto no es sencillo, puesto que ni siquiera sabemos qué profesiones nuevas pueden emerger. Se podría por ejemplo, fomentar la adquisición de habilidades que no sean fácilmente sustituibles por la robotización como las cognitivas, promover la formación dual, o la llegada de talento de otros países.