Ha pasado el tiempo desde que se hizo popular con su papel de Pepa en los albores de El secreto de Puente Viejo. Ha tenido temporadas de intenso trabajo y también rachas de menor fortuna con largos parones, pero sigue siendo una de las actrices de referencia en la actualidad. Uno de esos parones se alargó durante siete meses, y aunque no pensó en tirar la toalla, la situación sí que le hizo sentir miedo e incertidumbre. Ahora, por contra, está que no da abasto entre rodajes, proyectos a corto y medio plazo y estrenos de todo pelaje.
PERSONAL
Edad: 35 años.
Lugar de nacimiento: Huesca.
Familia: Tiene pareja, Gorka Ortuzar, y es madre de un niño de cinco años, Kael.
Trayectoria: Se dio a conocer con su personaje en la serie El secreto de Puente Viejo. Antes había estado en La pecera de Eva. Más tarde ha pasado por historias televisivas como Gran hotel, Sin identidad, Víctor Ros, La embajada, Velvet, La caza o 30 monedas, entre otras. De estas dos tiene pendiente el estreno de las últimas temporadas. Le queda por sacar a la luz una ficción para Netflix, Si lo hubiera sabido. Hace poco más de un mes estrenó su última película, La vida padre, y está grabando Entre tierras.
Hablemos de su personaje en La vida padre, una mujer muy cerebral, ¿no?
Más que cerebral, es la sensatez personificada, por decirlo de alguna manera. Es la persona que tiene el punto de vista del espectador.
¿El punto de vista del espectador? ¿Cómo es eso?
Es la persona que puede ver desde fuera lo que está pasando y que tiene cierta neutralidad y equilibrio. Es el nexo de unión entre los personajes de Karra Elejalde y Enric Auquer. Se da cuenta de todos los problemas que hay ahí, porque la que tienen ambos es una relación complicada. Es la que aconseja a Mikel, el personaje de Enric, que tiene que ocuparse de su padre y solucionar todos los problemas que han ido arrastrando.
Ha pasado mucho tiempo desde que la conocimos en El secreto de Puente Viejo...
Fue de lo primero que hice, aunque antes ya había estado en La pecera de Eva. En esta serie, curiosamente, me dirigió Sorogoyen, y fíjate hasta dónde ha llegado él.
Y usted, ¿no?
No tanto, no tanto. Estuve metida en Puente Viejo bastante tiempo. El personaje de Pepa era chiquitín, pero allí hemos seguido.
¿Ha evolucionado su trayectoria tal y cómo imaginó cuando ingresó en esta profesión?
Cuando empiezas en una profesión como esta es mejor que no pienses en cómo va a ser tu trayectoria, pero quiero pensar que sí que ha evolucionado. En este oficio se trata de seguir picando y no desanimarte a la primera de cambio. Ya sabía que era un oficio con altibajos en el que debes seguir insistiendo para poder estar trabajando.
Empezó en el drama y ha pasado el tiempo. Hoy, ¿tiene algún género preferido?
No exactamente. Se trata de seguir experimentado, de seguir buscando. Tienes que estar muy convencida de lo que eres capaz cuando te ofrecen un personaje. No me aferro a un género en especial, me fijo más en la historia. ¿Evolucionar? Espero que sí, pero es algo que tienen que decir los espectadores. Yo, por mi parte, sigo luchando y peleando.
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¿Cuándo sintió el gusanillo de la interpretación, de meterse en la vida de mujeres de ficción?
No es algo que haya formado parte de mí desde la infancia. Eso que cuentan otros compañeros y compañeras de que se sentían artistas desde niños no me ocurrió de mí. No dije a los cuatro años aquello de mamá, quiero ser artista. Es algo que fue surgiendo. De repente, después de hacer un seminario de Interpretación, las circunstancias se fueron dando. Apareció la oportunidad y al probar me gustó, así que decidí inclinarme por la profesión de actriz. Una cosa detrás de otra me ha ido llevando hasta estar aquí, tomando un café contigo y hablando de mis personajes.
Pregunta muy repetida. ¿Se vive bien como actriz?
Tenemos muchos, pero que muchos altibajos. A veces más de lo que imaginan las personas que nos conocen por nuestro trabajo. Es una profesión tan volátil que hay que andarse con pies de plomo. Hay que ser prudente, precavida y mucho más.
¿Ahorrar?
Yo le llamo recolectar para afrontar los momentos en los que las cosas puedan ir mal. Y es algo que sucede bastante, por desgracia.
Ahora impera el silencio más absoluto sobre los nuevos proyectos que tienen los profesionales del audiovisual. ¿Tiene usted algo entre manos de lo que pueda hablar?
He terminado hace poco de grabar la segunda temporada de 30 monedas y ahora estoy con otra que se llama Entre tierras. Es una producción de Atresmedia. Además, tiene que estrenarse una serie que hice para Netflix que se llama Si lo hubiera sabido y falta por llegar la tercera temporada de La caza. Estoy arrastrando proyectos que habían quedado atrás con el tema de la pandemia.
No para. Su banco estará muy contento...
Bueno, también es verdad que antes de todo esto me tiré una temporada en la que no había manera. No me salía nada. Cuando estrené La caza y 30 monedas los periodistas me llamaban y me decían: La actriz de moda. Todo esto es muy paradójico. ¿Qué te parece? Es que llevaba tiempo sin hacer nada.
Quizá solo se ve lo que sale a superficie...
Es posible. Me preguntaban en ese momento, en el que decían que era la actriz de moda, qué más proyectos tenía. Esas series ya estaban hechas y yo seguía en mi casa viéndolas venir, pero era la actriz de moda. Solo habían coincidido unas circunstancias, y aunque pareciera lo contrario no tenía nada. Estuve siete meses en los que no hice absolutamente nada.
Sabía de las incertidumbres, pero, ¿cómo se afronta esa situación cuando se hace realidad?
Pues con muchos miedos y muchas preguntas: ¿Cuándo llegará el próximo proyecto? ¿Me voy a pasar mucho tiempo mano sobre mano? ¿Va a querer contar alguien conmigo? Hay que aprender a relativizar. Guardas ahorros y superas angustias. No lo quiero poner como algo terrible en mi vida, pero sí que hay parones y aprendes a gestionarlos con más serenidad, pero el miedo no lo puedes eliminar de una forma tan rápida.
¿Ha tenido la tentación de tirar la toalla en alguno de esos momentos en los que ve que nada fluye?
No. Para esos momentos en los que no tienes trabajo has sido prudente y has intentado crear un colchón que te permita sobrevivir sin grandes penurias. No tiramos la toalla porque siempre tenemos la esperanza de un proyecto, de una llamada, de nuevas oportunidades. Fíjate, en mi caso pasé de siete meses sin nada a todo lo contrario. Estás pensando en que nadie quiere contar contigo y de repente no hay descanso entre un trabajo y otro. A veces pienso: ¿Es que no hay término medio en esta profesión?
¿Cree que hay alguna explicación para que se den estos extremos?
Ni idea, pero no creas que no me gustaría saberlo, para tener algo a lo que atenerme y tomar medidas para suavizar las situaciones cuando los parones se alargan.
La segunda temporada de 30 monedas seguirá siendo una locura.
Por supuesto, no puede ser menos, pero una locura maravillosa, aunque no puedo contar mucho, o mejor dicho, no puedo contar casi nada. Tiene que estrenarse y que los espectadores juzguen si el esfuerzo que hemos hecho merece la pena. Yo creo que sí, pero comprenderás que de objetiva tengo cero en este caso.
Y trabajar con Álex de la Iglesia tiene que ser una locura, ¿no?
Eso garantizado. Él trabaja en el caos y nos lleva a todos al caos, pero lo hace con inteligencia y precisión. Al mismo tiempo, ese caos consigue que nos lo pasemos muy bien. Es un maestro en lo que hace y se aprende mucho con él. Yo me he divertido, y eso que no hemos dejado de trabajar. Se presentan situaciones de mucha presión y exigencia, porque Álex es muy exigente. Sabe lo que quiere y no para hasta que lo consigue. Pero de esa exigencia nacen cosas muy potentes. Con él todo es tirarte a la piscina desde un primer momento y luego dejarte llevar. Es una experiencia intensa y de mucho esfuerzo, pero la repetiría mil veces. Es un director con una visión increíble del mundo audiovisual. No hay más que ver todas las cosas que ha hecho.
¿Su experiencia más intensa?
Puede ser. Pero cuando trabajas en historias que quieres contar a los espectadores todas suelen ser intensas.