Hace unos años se puso de moda una demostración-experimento práctico para comprobar la sensibilidad auditiva. Se reunía en una sala a un grupo numeroso de personas, de muy distintas edades, cubriendo el mayor arco posible desde niños pequeños hasta ancianos. La prueba consistía en emitir una serie de sonidos, de tono cada vez más agudo e ir eliminando a quienes dejaban de oírlos. Se empezaba por los más bajos y se iba subiendo. Al final eran los más pequeños quienes quedaban en juego.
Según la empresa TKE Home Solutions, el 35% de las personas mayores de 60 años en España sufre pérdida de audición, de los cuales, el 25% llega a padecer hipoacusia discapacitante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece datos muy similares para todos los países del mundo en esa franja de edad, lo que descarta factores socioeconómicos y ambientales y lo ubica en un problema asociado al envejecimiento. Es lo que se llama presbiacusia.
Los motivos
La audición se produce cuando las vibraciones sonoras cruzan el tímpano hacia el oído interno y, mediante un complejo proceso, se convierten en señales eléctricas que son transportadas por el nervio auditivo hasta el cerebro. La pérdida de audición ocurre cuando las células pilosas que intervienen en este proceso se dañan, algo que resulta irreversible.
Esto no quiere decir que todos acabemos sordos. Siempre habrá, al igual que sucede con la vista, quien conserve un oído más que razonable para la edad que tenga, pero no son demasiados. Además, a medida que aumente la esperanza de vida el achaque aumentará.
Habrá personas que tengan una mayor predisposición, como los que tienen antecedentes en la familia, aquellos que se haya expuesto frecuente y prolongadamente al ruido a lo largo de su vida, los fumadores, los que hayan sufrido de jóvenes enfermedades como meningitis o infecciones de oídos, víctimas de ciertos virus (entre los que algunos incluyen ya el SARS CoV-2), diabéticos e hipertensos, los que hayan sufrido traumatismos en la cabeza, personas sometidas a quimioterapia y otros medicamentos...
Qué podemos hacer para evitarlo
Según los estudios, solo el 10% de las personas con presbiacusia la sufren por motivos hereditarios Esto significa que el resto podría retrasarla o, incluso, frenarla con medidas preventivas.
Para conseguir prevenirlo en la mayor medida, estos consejos podrían ayudar.
1. No exponerse al ruido. Lo más dañino para el oído es someterse de forma prolongada a ruidos fuertes. Hay que evitar los auriculares en la medida de lo posible y limitar su volumen. Además, alejarse de los lugares ruidosos, las motocicletas, el tráfico...
2. Evitar en la medida de lo posible algunos medicamentos. Antibióticos, diuréticos, antipiréticos€ pueden tener efecto sobre las células del oído. Hay que tomarlos solo bajo prescripción médica, sin automedicarse e informarse de posibles interferencias con otros medicamentos.
3. No fumar. El humo del tabaco, y también el monóxido de carbono de la contaminación, dañan las células del oído. Los fumadores pasivos tampoco se libran.
4. Comer de forma saludable. La pérdida auditiva se relaciona también con las enfermedades cardiacas, la tensión arterial alta, las alteraciones de la glándula tiroides y la diabetes. Llevar una dieta saludable y evitar el sobrepeso son conductas que protegen también la audición.
5. Hacer ejercicio. La actividad física reduce la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares y las relacionadas con la obesidad, lo que remite al punto anterior.
6.Cuidar la higiene del oído. El cerumen es protector, sirve para impedir que bacterias y otros microorganismos penetren. No hay que eliminarlo, basta con limpiar el excedente una vez al día, con el dedo envuelto en la toalla o en un pañuelo de papel, sin introducir nada, ni bastoncillos ni objetos afilados. Otra cosa es si se tiene un tapón de cerumen acumulado. En ese caso, se nota pérdida de audición, ruidos, sensación de presión, dolor... El médico podrá retirarlo y se recuperará la audición normal.
7. Prevenir el oído de nadador. La natación es un buen ejercicio, pero se corre el riesgo de sufrir una otitis externa causada por bacterias que se reproducen en el agua estancada del oído. Es el llamado oído de nadador. Se puede evitar vaciando el canal auditivo cada vez que termine el ejercicio, secar bien los oídos o usando tapones.
8. Lavarse las manos con frecuencia. Cuidar la higiene en general es básico y la de las manos en particular son muy importantes para evitar infecciones de oído.
9. Evitar los golpes en la cabeza. Los traumatismos en la zona del oídos pueden provocar sordera temporal o definitiva y agravar la presbiacusia, así que hay que evitarlos. En la práctica deportiva y actividades de riesgo utilizar cascos y protecciones siempre.
10. Tratar adecuadamente las infecciones de oído. Las otitis pueden estar causadas por bacterias y por virus. La mayoría de las veces no hacen falta los antibióticos, basta con tomar más líquidos y usar paracetamol o ibuprofeno para aliviar el dolor y bajar la fiebre. Hay que consultar con el médico cada caso.
11. Protegerse contra los productos químicos ototóxicos. Ciertos pesticidas y disolventes pueden dañar la audición y las células que intervienen en el equilibrio. Los productos químicos en entornos laborales afectan a muchos trabajadores. La prevención pasa por sustituir los productos ototóxicos, disminuir la exposición y utilizar equipos de protección personal.
12. Hacerse revisiones periódicas. Acudir al especialista de forma regular para que controle la audición; será él quien establezca la frecuencia de las visitas y los controles necesarios.
Si empezamos a tener síntomas como dificultades para oír bien en el cine o el teatro, problemas para entender conversaciones, necesidad de subir el volumen de la tele más que antes, confusión entre algunos sonidos parecidos... lo primero es acudir al médico de familia por si pudiera haber algún problema de salud o un medicamento que esté interfiriendo. Si no es así, un otorrino puede averiguar la causa; un audiólogo o un audioprotesista pueden aportar soluciones.