Es un pequeño tramo al final de la calle Guelbenzu, casi a la altura de la Avenida de Zaragoza, delimitado por Manuel de Falla y la Travesía Río Urrobi. No más de 30 metros. Tras las obras de reurbanización del barrio de la Milagrosa, recién finalizadas, se ha convertido en peatonal. O no. Vecinos y comerciantes de la zona denuncian que desde el pasado 22 de diciembre muchos vehículos emplean la vía como escapatoria del recorrido establecido, que obliga a bajar por Manuel de Falla y dar un rodeo hasta salir a la Avenida Zaragoza. Una peatonalización fallida.
“ La gente pensará, ‘yo qué coño voy a dar toda la vuelta. Tiro derecho’" ”
José Ignacio Velasco - Vecino de la calle Guelbenzu
“La gente pensará, ‘yo qué coño voy a dar toda la vuelta. Tiro derecho’”, lamenta José Ignacio Velasco. Él vive en el nº 48 de Guelbenzu. Justo sobre el tramo peatonalizado. Cuando se asoma a la ventana para echar humo “en lo que me fumo un cigarro pasan siete coches”, asegura. “Y eso que ahora ha bajado la cosa, los primeros días era peor”, dice. “Aquí antes había acera. Salías del portal e igual pasaba alguna bici o patinete, pero es que ahora son coches. Y pasan rozando la fachada. En esta zona hay críos, abuelos... y como vean el semáforo del final de la calle en verde, los coches aceleran y pasan a toda velocidad”.
“Tienen que tirar para abajo y dar toda la vuelta para coger la Avenida Zaragoza. Y esto es un caramelo, lo tienen a huevo. ¿Entonces para qué tenemos nosotros esta plaza aquí, si no podemos ni soltar a los chiquitos?”, corrobora Francisco Santos, vecino del mismo edificio. Le preocupan sus nietos, uno de tres y dos de nueve años. “Antes ya sabía que no iban a bajarse a la carretera. Pero ahora no les puedes decir que no se muevan de la acera, y enseguida se escapan para el invento ese”, cuenta mirando al gimnasio urbano situado en la plaza. “Las señales están bien claras, pero la gente se lo pasa todo por el arco del triunfo. Algunos ya saben que lo están haciendo mal y pasan más deprisa todavía, para que no les vean”, censura Santos.
“Creo que mucha gente también se lo salta por desconocimiento, porque vienen y se encuentran de pronto con que han cambiado los sentidos de todas las calles. Esto antes era como una autopista, y ahora te cortan el paso y tienes que ir hacia abajo”, considera María Pilar Ibáñez, de la Farmacia Ibáñez Autor situada en Guelbenzu. “O pones cámaras o dejas pasar a los coches. Lo que no se puede es como está ahora. Una cosa u otra”, apunta Virginia Maquirriain, de la Panadería Pan Mina, en la misma calle.
“ O pones cámaras o dejas pasar a los coches. Lo que no se puede es como está ahora. Una cosa u otra ”
Virginia Maquirriain - Panadería Pan Mina
“El 22 de diciembre estuvieron retirando las vallas de las obras. Desde entonces, cada dos por tres ves pasar coches”, explica por su parte Izaskun Izal, del bar Mochuelo. Un histórico del barrio que regenta desde hace 22 años y cuya puerta da al tramo peatonalizado. “Tenemos aquí la terraza. El viernes y el sábado de la semana pasada, que estaba la temperatura bastante decente, sacamos un rato las mesas. Y los coches pasaban por los dos lados, con el consiguiente peligro. Esto es peatonal, se supone que los críos pueden estar, suelen ir a los aparatos a jugar... Y cuando le llamamos la atención a algún conductor que pasa, encima se enfadan. Las señales están claras, la vertical y la del suelo. O vas a la derecha o vas a la izquierda. Esto es solo es para servicios auxiliares, pero aquí no se respeta nada. Y llevamos así 15 días”, asegura.
Los vecinos temen que, pasadas las navidades, el problema se agrave con la vuelta a las clases de los alumnos del Colegio Público Paderborn-Víctor Pradera, con acceso trasero por Río Urrobi. “Hay muchos críos y muchísimos coches. Los coches no pueden parar en la Avenida de Zaragoza, entonces los padres vienen a traerlos aquí. Queremos que se tomen medidas para evitar que pase algo”, concluye Izaskun.
Contenedores y comercios
La reurbanización del entorno ha supuesto un problema añadido para los cuatro comercios situados al final de la calle Guelbenzu: Mochuelo, CG Arte, farmacia y panadería. Les han plantado otros cuatro contenedores en la misma puerta de sus negocios. “Al peatonalizar esta zona los han cambiado. Es una acera muy estrecha y ahora los tenemos pegados. A mí me anulan totalmente el escaparate. Y generalmente suele haber mucha basura en los exteriores, olores, etc...”, se queja Javier Inchusta, desde hace 24 años al frente de su tienda de Bellas Artes y manualidades CG Arte. “Estoy haciendo el esfuerzo para sacar todo adelante, y entre el toldo y los contenedores me quedo completamente invisible. Hablan de potenciar el comercio local y luego te ponen trabas por todos lados”, argumenta.
“Para los pocos comercios que hay en la Milagrosa, y que tengamos que tener los contenedores justo enfrente de la puerta, y además habiendo espacio...” cuenta María Pilar, con la farmacia desde 2009. Considera que hay hueco, por ejemplo, junto a la plaza. “Ahí no molestaría a nadie y el camión de la basura puede pasar perfectamente. Es más, lo tiene mejor que aquí, que tiene que echar marcha atrás haciendo una maniobra”. Y explica que los contenedores, desde el inicio de las obras, “han estado bailando de lado a lado, pero ahora ya es definitivo. Y los olores al final repercuten para todos”.
Virginia, que regenta la panadería desde hace 33 años, asegura que ha llamado “un montón de veces” al Ayuntamiento para protestar por la ubicación de los contenedores. Y piensa que “la Mancomunidad y el Ayuntamiento se tiran la pelota uno a otro, y no hacen ni caso”. “Te traen colchones, sofás... Yo igual vengo a las ocho de la mañana y me toca mover un sofá que me han dejado ahí, en la puerta. Está mal. Y además este es prácticamente el tramo trozo con pequeño comercio de la calle Guelbenzu”, finaliza.