Pedro Sánchez y Yolanda Díaz escenificaron ayer miércoles la sintonía debida para cerrar, antes de que concluya este mes de octubre, un acuerdo de gobierno “ambicioso” para toda la legislatura. Aunque reconocen discrepancias en cuestiones medulares en materia de derechos sociales, laborales, vivienda y fiscalidad, su estrategia no tiene más divergencias que las propias de una negociación entre formaciones diferentes y el perfil que ambas quieren marcar. Pero su propósito es “intensificar y acelerar” sus conversaciones para confluir en una hoja de ruta que les lleve luego a discernir el elemento troncal, el consenso con el independentismo. El líder del equipo negociador de Sumar, Nacho Álvarez, admitió que ambos dirigentes hablaron sobre la “amnistía”, sobre la que ambas formaciones no tienen grandes disensos. “Nosotros venimos hablando con el Partido Socialista en esta y en todas las reuniones del conjunto de la agenda”, indicó, a la pregunta expresa de si se había abordado este tema, epicentro para seducir a Junts y Esquerra,
En concreto, Álvarez reveló que aún hay margen de mejora en cuestiones como la reducción de la jornada laboral, nuevo estatuto del trabajo, regulación del despido, vivienda y control de precios, o fiscalidad, materias en las que apenas se ha avanzado pese a que los trabajos entre ambas partes arrancaron a primeros de agosto. Para Sumar, tras la experiencia de cuatro años de coalición, es primordial que el pacto refleje “negro sobre blanco” cuáles son los objetivos del Ejecutivo, sin líneas rojas pero sí confeccionando un programa que responda a las demandas del votante. “No puede ser un Gobierno que administre lo hecho en estos cuatro años, sino que debe profundizar las transformaciones. No vale cualquier Gobierno”. El partido de Díaz persigue un acuerdo de largo alcance en materia territorial y cree que debe articularse un pacto valiente y con concreción en las medidas, como ya pasó en 2019.
Para todas las cuestiones relacionadas con Catalunya en las negociaciones con Esquerra y Junts, Sánchez, como hizo en la tarde de ayer, “estará en coordinación permanente” con el primer secretario del PSC, Salvador Illa, que ya formó parte, junto a Lastra y Ábalos, del equipo negociador designado en las conversaciones con los republicanos para su última investidura en enero de 2020. En este contexto, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, reclamó a JxCat la misma “generosidad” que ofrece el PSOE para formar una mayoría de legislatura. “Generosidad es que todos seamos conscientes de que tenemos que poner de nuestra parte para cerrar heridas y abrir una nueva etapa”, requirió el dirigente socialista, de nuevo sin pronunciar la palabra amnistía. Por su parte, el responsable de Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, apostó por abordar “todas las políticas de diálogo que generen cohesión, curen heridas y miren al futuro dentro del marco constitucional”.
Resuelta la cumbre con Sumar, el equipo de Sánchez se verá a partir de ahora con los portavoces de todos los grupos parlamentarios con representación en el Congreso, de manera que por ahora el PSOE no contempla un encuentro público con Carles Puigdemont, y tampoco se citará con Vox. “Es un partido que no es democrático, que pretende ilegalizar a partidos que no piensan como ellos, e ilegalizar sindicatos, es un partido machista, y por tanto no tenemos nada que hablar con Vox”, alegó Bolaños.
Con todo, el principal escollo del PSOE con Sumar reside más en el distanciamiento interno en el seno de la formación de Díaz, donde Podemos sigue insistiendo en que Irene Montero debe continuar como ministra de Igualdad. Así lo reflejó la secretaria general morada, Ione Belarra, que pidió a los socialistas que ejerzan “su responsabilidad para un Gobierno estable y para eso es imprescindible que Podemos esté en ese gabinete, que esté representado en Irene Montero y que la ministra de Igualdad continúe al frente del cargo. Díaz no ha contestado a su petición y que tanto Sumar como PSOE deben dar esa respuesta. “Está en sus manos”, zanjó.