Pello Bilbao y el monstruo de tres cabezas

La comodidad es, probablemente, el parámetro que más incide en una contrarreloj. La especialidad de los cálculos, del índice de penetración al viento, de la aerodinámica, de los materiales novedosos, de los cascos que ahorran tiempo, de las bicis aero, de los tejidos tecnológicos, de las posturas del contorsionismo, se limita, en buena medida a soportar el sufrimiento que provoca la modalidad para ir lo más rápido posible durante el mayor tiempo sin perder la compostura.

Por eso, adaptarse a la cabra, acoplarse a la montura hasta los límites del padecimiento pero sin sobrepasarlos, se antoja decisivo. No son demasiados los que aman las cronos, que a tanto obligan y que esconden demasiados secretos y una certeza: un padecimiento profundo. Sentirse cómodo es, al menos, un consuelo, como una pedrea que sirve de alivio en medio del calvario que retuerce el cuerpo.

La crono, que tiene mucho de ciencia, pero parece una lotería porque las variables son muchas y nadie sabe cómo va hasta que el reloj lanza su sentencia final, es un misterio. Atravesarlo sintiéndose bien o al menos no siendo torturado es un logro. Pello Bilbao, estudioso, capaz de reeducar la pedalada para ser más eficiente y eficaz, dice que se siente cómodo con la cabra.

No es un asunto menor porque la bici de los acoples puede provocar sarpullido. Incluso odio. Enroscado sobre su corcel, Pello Bilbao, vestido de astronauta, el casco con una visera anaranjada, el buzo como una segunda piel, las manos desnudas, encontró buenas sensaciones en la crono del UAE Tour.

Una gran crono

A partir de ahí, en un recorrido plano, semicircular, el viento de un lado y del otro, el vizcaino dio con los números, que no tienen distintas versiones. Se deslizó el gernikarra por encima de los 52,7 kilómetros por hora en un trazado de apenas 12 kilómetros. Un recorrido que obligaba a despegar a tope y aterrizar acelerando. Nada de reflexiones. Acción-reacción. Pedalear hasta el dolor.

Pello Bilbao completó una gran crono. Bahrain / Sprint Cycling

En Abu Dhabi, vigilante el skyline, centinela de los astronautas en bici, el vizcaino estableció un gran registro. Siempre competitivo, Pello Bilbao se mostró satisfecho a la conclusión de una crono que no era la mejor para sus características. Sin aristas ni cambios de ritmo, era una cuestión de potencia. Se manejó de maravilla aunque el trazado le girara la cara.

McNulty vuela

Obtuvo nueve segundos de renta sobre Adam Yates, el gran favorito de la carrera, campeón en 2020. Un buen botín para el de Gernika, que también obtuvo tres segundos a favor respecto a Ben O’Connor, otro de los hombres convocados para la victoria final.

Brandon McNulty, que voló, fijó el mejor registro en 13:27. Cargó con 19 segundos Pello Bilbao. Jay Vine, colega del norteamericano, el hombre que salió de un campeonato de hacer rodillo, fue segundo y aventajó en 17 segundos al gernikarra.

Otra pieza del ejército del UAE que comanda Adam Yates. Al inglés se le espera en el asalto este miércoles de Jebel Jais, una montaña infinita: 19 kilómetros al 5,6 % de pendiente media.

“Los números son buenos y estoy contento con el resultado que he obtenido. No era la mejor de las cronos para mis características, pero entre los escaladores creo que salgo con una buena posición de cara a la general”, apuntó el gernikarra ante la sinfonía del UAE.

Dominio del UAE

Brandon McNulty, campeón de Estados Unidos de contrarreloj, conquistó el tiempo. Reloj de oro el suyo. Jay Vine, otra de las bazas para la general del equipo emiratí, logró el reloj de plata. El bronce se lo quedó Mikkel Bjerg, un especialista que no cuenta para las altas esferas cuando la carrera mire al cielo y eleve el gaznate a las cumbres.

“Creo que la crono me ha venido bien. Es cierto que McNulty y Vine son muy completos y han hecho grandes tiempos. Será difícil medirse a ellos pero ya se verá qué puedo ser capaz de hacer en la última etapa”, argumentó el gernikarra. Es consciente del desafío. Le espera un reto mayúsculo. Pello Bilbao deberá enfrentarse a un monstruo de tres cabezas: Adam Yates, McNulty y Vine.