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Pena, desencanto y recuerdos

Antonio García Ferreras
Antonio García Ferreras

Pena. En una entrevista concedida a la agencia de noticia argentina Télam, el papa Francisco enumeró “los cuatro pecados de la Comunicación”:

La Desinformación. “Decí todo, no podés desinformar”, afirmó el jefe de la Santa Sede, condenando el carácter selectivo de los medios, cuando solo ilustran sobre “lo que les conviene”, mientras “se callan lo otro”.

La Calumnia. Advertía Francisco que las cosas “inventadas” pueden destruir a una persona inocente.

La Difamación. Que no es calumnia, matizó. “Es como traerle a una persona un pensamiento que tuvo en otra época y que ya cambió. Es como si a un adulto te trajeran los pañales sucios de cuando eras chiquito”, puso como ejemplo el papa.

La Coprofilia. Y detalló su significado “el amor a la caca, el amor a la porquería”, en referencia a los que “buscan ensuciar, buscan el escándalo por el escándalo” instigados por su “amor a lo sucio, a lo feo”.

“Hay que tener cuidado para que la comunicación no cambie la esencia de la realidad”, dijo Bergoglio y recalcó que, un medio de comunicación debe estar atento para no caer en estos pecados, porque “su valor es expresar la verdad”.

El protagonista del Ferrerasgate y director de La Sexta, Antonio García Ferreras, puede cantar bingo. Es un mercenario. Un infiltrado con ropa de camuflaje progre, al servicio de los poderes tras bambalinas, esos que tienen el control de casi todo desde la época de Cánovas, pero nunca figuran en primer plano. Su grito de guerra, “más periodismo”, se torna en “más golfería”. Su inconformismo y su compromiso son, en realidad, un burdo disfraz.

Los audios que circulan, alineándolo con la carroña del comisario Villarejo y Eduardo Inda, su “amigo del alma”, disipan cualquier duda sobre las consecuencias que acarrean las malas compañías. La tibieza de las declaraciones de sus colegas y tertulianos, que también tienen que llegar a final de mes y cada vez está más difícil, lo corroboran.

Lo dejó claro Vladímir Ilich Uliánov, un famoso genocida ruso calvo, con cierto predicamento: “La libertad de prensa es la libertad del dueño de la imprenta”. Pues eso. Una pena.

He vuelto a los informativos de la francesa y al desinformativo de la cadena vasca, a pesar de su larga duración y baja calidad de los contenidos (viajeros en Loiu, niveles de ocupación de hoteles, turistas que vienen a comer pintxos y fiestas locales) y la jerigonza de género, absurda, gramaticalmente errónea y pretendidamente inclusiva, que olvida otros colectivos. Son las “normas” de la casa.

Un desentanto

Otro mito que se desmorona. No éramos los mejores del mundo mundial. Era propaganda del régimen. Me refiero a Osakidetza y la Atención Primaria. Para tranquilizarnos, insisten los prebostes, en su empeño por creernos tontitos, que no es solo en Euskadi, sino en todo el Estado y en Europa. Como si eso justificara algo.

La falta de planificación que hemos padecido por parte de sus gestores en los últimos 30 años, y que admitía recientemente en una entrevista el director de Asistencia Sanitaria de Osakidetza, a lo que se ve, un gestor duro, afirmando que, durante unos años van a tener que utilizar a los médicos con cierta sobrecarga, añadiendo a renglón seguido, más conciliador, el mantra de inserción obligada, “ningún paciente quedará sin atención sanitaria” y “siempre habrá una cama hospitalaria para quien la necesite”, a pesar de que el ritmo de jubilación de profesionales sanitarios es mayor que el de reposiciones.

Pretenden convencernos a la ciudadanía con una falta real y generalizada de profesionales, de que no existe.

Osakidetza se está moviendo. Ha contratado al 80% de los médicos y al 70% de enfermeras que completaron su formación como residentes en Euskadi en 2021, a los que hay que añadir los procedentes de otros caladeros y que oferta el máximo de plazas posibles para especializarse. Pero el problema persistirá. Y lo saben.

Y no se soluciona “produciendo” más médicos en las facultades, porque, pasados diez años, una vez especializados, tampoco querrán trabajar, en las actuales condiciones, ahí está el nudo gordiano, de esta Atención Primaria. Como les ocurriera a los 72 jóvenes que la víspera de comenzar su formación especializada desertaron o esas 93 plazas para especialización, que nadie solicitó y se quedaron vacantes.

El gasto de personal en Atención Primaria casi no ha variado en los diez últimos años, a pesar de los incrementos de centros, de la cartera de servicios y del número de jubilados, los mayores usuarios del sistema. Algo no cuadra.

Enseñan en las escuelas de negocios que toda crisis genera oportunidades. La que atraviesa la Atención Primaria, otro día hablaremos de la Hospitalaria, postureos políticos aparte, solo parece preocupar, al sector más entusiasta de los profesionales implicados, especie utópica minoritaria, que preconiza el abandono del consultorio burocratizado del ambulatorio para renacer en el centro de salud –atención al calado de ambas denominaciones–, donde sanitarios y pacientes puedan mantener una relación profesional de calidad, basada en la confianza, algo imposible ahora, por el permanente cambio de profesional precario y por la rigidez de su agenda con diez minutos por paciente, en un cupo sobrecargado.

Acabo con el mantra. Ningún paciente quedará sin atención sanitaria. Lo que no dicen desde la oficina de propaganda son los trimestres de espera que le aguardan, salvo que se recurra al enchufe, claro. O al seguro privado.

Dos recuerdos

Pablo González. Continúa preso en un gulag polaco, mientras las autoridades españolas, sin corbata, miran, cobardemente, para otro lado y Julián Assange, periodista de investigación, divulgador de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Gobierno americano, preso y pendiente de extradición a USA, ante la indiferencia por parte de los medios que se lucraron con su información.

Hoy, domingo

Garbanzos con espinacas. Calabacines rellenos de gambas. Melón. Tinto Viña Real Oro 2005. Café.

2022-08-08T07:32:03+02:00
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