Después de una temporada 2021-22 deprimente para el baskonismo, en la que el equipo no logró reenganchar a la afición tras la pandemia y no cumplió con las expectativas generadas a principio de la campaña, el Baskonia encomendó el pasado verano a Joan Peñarroya la tarea de despertar el histórico carácter azulgrana, recuperar a jugadores defenestrados y reanimar la ilusión entre los aficionados. Pues bien, al técnico catalán le han bastado nueve encuentros oficiales para dar la razón a la apuesta de la entidad gasteiztarra e incluso superar cualquier expectativa que se pudiera haber imaginado la entidad. En poco se parece, para bien, el equipo que logró la gesta de derrotar al Real Madrid el pasado domingo con dos importantes bajas al que hace un año llegó a desesperar por momentos a la parroquia azulgrana.
Pese a los obstáculos que se ha encontrado Peñarroya en el camino desde que llegó a Vitoria (no poder contar con la plantilla al completo en pretemporada por las ventanas FIBA, el Eurobasket y la apendicitis de Dani Díez; la tardanza del fichaje del decimotercer jugador; el apretado calendario o las lesiones de Howard y Enoch), el de Terrassa no solo ha conseguido que el equipo enamore con su juego colectivo, también ha sacado la mejor versión de piezas que el pasado curso apenas contaron como Marinkovic, Kurucs, Raieste y Sedekerskis, que han resultado claves para que el Baskonia tenga un balance de 3 victorias y 1 derrota en Euroliga y 3 triunfos y 2 derrotas en ACB.
Peñarroya llegó a Vitoria con el cartel de entrenador que confía en los jugadores jóvenes y, aunque se esperaba que los canteranos tuvieran más oportunidades de pisar la cancha que con Spahija, lo que no se podía imaginar es que mejoraran de forma tan notable sus prestaciones. La pasada temporada, tanto con Ivanovic como con Spahija, resultaba impensable que el Baskonia se enfrentara al Real Madrid con un quinteto inicial formado por Kurucs, Marinkovic, Dani Díez, Sedekerskis y Kotsar como lo hizo el pasado domingo. Y no, no fue una alineación de cara a la galería. Rindió a buen nivel y colaboró a que el equipo consiguiera el triunfo, como también lo hizo una semana atrás en Zaragoza el cinco inicial formado por Kurucs, Howard, Raieste, Hommes y Kotsar.
Y es que no solo confía en su segunda unidad, sino que le permite cometer errores y seguir intentándolo, algo que les ha devuelto la confianza a los olvidados por Spahija. ¿En qué momento de la temporada pasada se mantuvo a jugadores como los que partieron de inicio ante el Real Madrid en la cancha a pesar de encajar un 0-8 inicial y fallar dos tiros liberados como los que erró Kurucs? El técnico se mantuvo firme y el exterior letón respondió a su confianza con un partidazo y 11 puntos para su equipo. La gran recuperación, en cualquier caso, ha sido la de Sedekerskis, que ha pasado de no jugar con Spahija a ser el cuarto jugador más valorado del equipo con 12,4 créditos en ACB y 12,8 en Euroliga, además de uno de los más queridos por la afición por su infatigable entrega cada noche.
MAYOR ENERGÍA
El haber sumado a más jugadores para la causa ha resultado beneficioso no solo para los que menos contaban, también para los titulares, que disponen ahora de más minutos de descanso en cada partido. Peñarroya está gestionando bien los esfuerzos de cada jugador y eso permite que puedan darlo todo mientras están sobre el parqué y que el equipo se muestre intenso en ambos lados de la cancha durante los 40 minutos. Prueba de ello fue el buen final de partido ante el Real Madrid en una semana de triple jornada. Mención especial para la decisión de sentar a Thompson, uno de los hombres más importantes del equipo, a tres minutos del final en beneficio de Kurucs. El estadounidense se tomó un respiro de un minuto y anotó un triple trascendental a su regreso. Todo esto por no hablar del buen ambiente que impera en el vestuario y que contagia a la grada o la forma en la que anunció el fichaje de Pierria Henry. El carácter Baskonia ha vuelto y Peñarroya es el principal responsable.